Estoy absolutamente de acuerdo en que hay que mantener las formas y argumentar todo lo que se quiera sin llegar a la descalificación personal. Dicho esto, me temo que las empresas nacionales del sector son bastantes inmunes a la opinión de los clientes, se expresen como se expresen.
Las editoras mantienen una actitud prepotente y despectiva que no sólo se manifiesta en la descortesía comercial de no facilitar información de sus ediciones a tiendas y webs especializadas, y por tanto al cliente, (el lamento es permanente) sino también en declaraciones desdeñosas del tipo "en España no hay interés suficiente hacia tales o cuales películas" o "esta calidad es más que suficiente para el comprador español". No hablemos ya de tratar de contactar con ellos: salvo Fox, que suele atender muy amablemente las consultas, la generalidad de las empresas no suele responder mails (por muy educados que estos sean) y se niega directamente a hablar por teléfono (Warner y Universal, por ejemplo, no admiten tratar con particulares ni aunque se les consulte algo muy concreto, como una previsión de lanzamiento, un formato o un subtitulado, llegando a rozar la grosería).
No sé por qué los foros especializados de este pais no tienen influencia alguna. Pero parece que es así; será por el número de foreros, no lo sé. Es cierto que se leen a veces comentarios muy destemplados, pero también los hay educados y razonados, del mismo modo que pueden verse análisis de webs moderados y basados en la comprobación y comparación con otras ediciones. Pero rara vez se consigue una simple disculpa de las editoras acerca de una información demostradamente falsa, la corrección de un error de formato, el añadido de unos subtítulos..., ni siquiera una mera explicación sobre un fallo o una deficiencia. Y eso no es porque todos los clientes se muestren ineducados y faltones. Es simplemente porque el cliente no les merece respeto ni consideración. O al menos, su comportamiento así lo demuestra.
Tampoco creo que dejar de vender unas cuantas unidades los convenza de haber hecho algo mal, o de haberlo podido hacer mejor. No hay más que ver la cantidad de ediciones sin subtítulos, con formatos alterados, con mala calidad, que se editan cada mes. Pero sí parece obvio que la compra de todo producto deficiente envía al fabricante del mismo la señal inequívoca de que el fallo es aceptado por los consumidores y, por tanto, carecerá de consecuencias repetirlo en el futuro, o incluso apretar un poco más la tuerca para mejorar la rentabilidad a costa de la calidad o de las prestaciones. Pensarán: total, la gran mayoría las va a comprar igualmente..., que los demás opinen lo que quieran.