BOND ES FIODOR
Se ha estrenado “Spectre”, y algunas voces se han alzado inútilmente para denunciar sus defectos, nunca los creerán aquellos que a priori han decidido, sin verla, que ha de ser “buena” porque los Bond siempre son buenos, salen coches y todo es muy “cañero”.
Otras voces se han maravillado porque es una película adulta, mucho más del siglo XXI y porque contempla el personaje de Fleming como un testimonio trágico de su existencia. Lo contrario de lo que habían dicho toda la vida cuando algunos defendían a Bergman, a Tarkovsky, a Ozu o a Haneke, achacando su cine de intelectual, lento, espeso, oscuro, duro, triste, torturador y tercermundista, o de procedencia sospechosa, no anglosajona. El comentario ulterior siempre era (es): ufff, bastantes problemas tengo, voy muy cansado, yo al cine quiero distraerme y divertirme, “no quiero cine de pensar”.
Exactamente todo lo que no es “Spectre”. Bond era uno de los paradigmas del divertimento, la acción, la opulencia envidiada (coches, chicas, casinos, armas y efectos especiales), pero ahora se ha transformado en un personaje de Dostoievski. Tiene traumes y sufre, y es una caricatura expresionista, envuelto por la negrura, la lentitud y la intelectualidad.
Bond en “Spectre”, pero ya hace dos o tres películas que le pasa, se ha vuelto un personaje de Tarkovski, de Resnais, del cine iraní y de Angelopoulos, todos juntos, y con él, y también todos juntos, Batman, Harry Potter, Superman y todos los superhéroes de DC Comics (a diferencia de los de Marvel, que todavía ríen)… A todos ellos les duele la barriga, duermen mal, no follan y no han encontrado la respuesta a las preguntas del billón de dólares: ¿quien soy, y que es la eternidad?.
El gentío que toda la vida los ha defendido y todavía los defiende (¿no se han enterado de lo que está pasando pese a tener delante algunas de las sesiones de cine más aburridas de toda la vida?, ¿tanta es su dependencia, o tanta la incapacidad a renunciar a un mito, a una idolatría?) habría ahora de rugir porque no les acompañan en su recerca constante de entretenimiento y desocupación de la cabeza. Bond se ha traicionado y los ha traicionado.
Pero esto no quiere decir que los ejércitos de espectadores de todas partes se hayan transformado, y ahora también acojan con una gran sonrisa y respeto, y hagan colas y twiteen su experiencia después de ir a ver, pongamos por caso, Leviatan, National Gallery, Aguas tranquilas, Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia, Born o Un día perfecto para volar, que son algunas de las películas más simpáticas, emotivas y espectaculares del año. Y que ayudan a hacer más soportable la vida.
Àlex Gorina (Revista El Temps)