No la tengo muy reciente (el viento nos llevará), pero supongo que te referirás al plano en el que el protagonista se afeita utilizando el objetivo de la cámara cual espejo.
Como es bien sabido, Kiarostami disfruta regando sus películas/alegorías de pequeños símbolos, metáforas (que siempre se niega, acertadamente, a explicar, puesto que perderían su naturaleza misteriosa) que presentan uno de los principales atractivos de su cine y su desafío al espectador, dejándole entrar en juego.
En el caso de ese plano, el jefe de equipo ("el ingeniero"), centro de las iras de los dos mundos (cuasiprehistoria -el hueso, la lentitud que hace casi imposible encontrar la noticia- y futuro -teléfono móvil, el equipo de rodaje-), se refugia en nuestro ojo, se regala un instante y se escapa.
Como Pilatos.
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