Existen dos doblajes para esta película, ambos de los años 80. Los dos son ciertamente sosos, pero hay diferencias entre ellos. El del pase televisivo, en que la divertida Gloria Cámara (la inolvidable Maddie Hayes de la serie Luz de Luna) ponía la voz a Ursula Andress, no se respetaba la música original que era remontada o sustituida en las escenas con diálogos. Un segundo trabajo, que llevó a cabo el mismo equipo habitual en el doblaje de la serie El Equipo A, sí respetaba la banda sonora original.
Es este segundo doblaje, el más completo, el que incluye el DVD de Regia. Esto resulta fundamental para poder disfrutar las alucinantes composiciones del grandísimo Piero Piccioni, maestro del easy listening, entre las que destaca el fabuloso vals de la espiral cuya versión cantada era interpretada por Mina.
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La decima vittima forma parte de un subgénero de la ciencia ficción de los sesenta que yo llamo "lisérgico". Son títulos que exponen en todo su esplendor el arte pop de la época. Sus máximos exponentes serían Barbarella (1968), Diabolik (1968) y, desde luego, esta que nos concierne.
La decima vittima es una explosión para los sentidos, no sólo por la música de Piccioni, sino también por el bizarro diseño de la decoración y el absolutamente espectacular vestuario. Su gélido tratamiento de las relaciones amorosas, su constante coqueteo con una sexualidad en el fondo siempre reprimida y su transgresora irreverencia en tono de fina comedia convierten a La decima vittima en un título de agresiva modernidad.
La película es ciertamente irregular, pasando de lo trepidante a lo soporífero, pero con los años no ha perdido capacidad de sorprender. El concepto original, una ácida crítica hacia la falta de escrúpulos del mass media para captar el interés de la audiencia más morbosamente voyeurista, no ha quedado obsoleto.