Se nota tu ausencia. A ver si te puedes poner de nuevo. Espero comentar pronto otro par de films de Dreyer que nunca he visto y que están programados en la Filmoteca de Catalunya este diciembre: Praesidenten y La novia de Glomsdal.
Se nota tu ausencia. A ver si te puedes poner de nuevo. Espero comentar pronto otro par de films de Dreyer que nunca he visto y que están programados en la Filmoteca de Catalunya este diciembre: Praesidenten y La novia de Glomsdal.
Praesidenten (1919), de Carl Theodor Dreyer.
Tal como apunté anteriormente, la Filmoteca de Catalunya sigue programando films de Dreyer, algunos de ellos de su época muda. Aunque no sean estrictamente films alemanes, creo que este hilo puede servir para albergar estos breves comentarios.
Se trata en este caso del primer film de Dreyer. Con guion del propio Dreyer, basado en una novela de Karl Emil Franzos (escritor sefardí nacido en la actual Ucrania), la película es un drama que gira alrededor de un tema muy presente en Dreyer: la injusticia social, aquí centrada en la condena sobre las mujeres embarazadas en su soltería, el peso de las convenciones sociales y las leyes escritas para privilegiar a las clases altas en detrimento de las bajas.
Hasta tres veces incluye el film un episodio similar, por medio de una compleja estructura a base de flashbacks que al principio dificulta algo el seguimiento de la historia pero que acaba encajando a la perfección. Primero vemos a un hombre al final de su vida contar a su hijo que tuvo que casarse a la fuerza con la chica a la que había dejado embarazada (se supone que la madre del muchacho), porque en su familia, perteneciente a las clases altas, se puede ser atrevido (o sea, que se pueden “enrollar” con mujeres de otra extracción social), pero ha de imperar siempre la dignidad. El hijo, años después, es un prestigioso y respetado juez. Un amigo abogado le pide que juzgue él el caso de una joven acusada de infanticidio. Pero resulta que esa joven es su hija, nacida fuera del matrimonio, de madre plebeya a la que abandonó, con la que no quiso comprometerse. Victor, el juez, no acepta presidir el juicio, pero experimentará un fuerte sentimiento de culpabilidad cuando la mujer sea condenada a muerte. Antes, durante el juicio, el abogado ha contado la triste historia de Victorine, también seducida por un noble y expulsada de la casa donde trabajaba como institutriz por la madre del seductor cuando se conoce su estado. Sin saber dónde ir, Victorine acaba pariendo en el bosque una criatura que muere (todo ello se ha de suponer, porque sucede fuera de campo, y además, para qué negarlo, resulta bastante inverosímil). Conocida la sentencia, Victor libera de la prisión a su hija y la acompaña hasta el extranjero, donde conocerá a un joven emprendedor con el que se casa. Salvada la hija, Victor vuelve a su pueblo, confiesa su acción y finalmente se suicida.
Dreyer entrega un film muy sólido, muy cuidado en los encuadres y la iluminación, aunque algo exagerado en algunas interpretaciones y demasiado pudoroso en lo relacionado con el infanticidio, pero claramente de denuncia de los privilegios de unas clases sociales hipócritas e inmisericordes. Algo que será una constante en su cine.
La novia de Glomdal (1926), de Carl Theodor Dreyer.
Cierro estos breves comentarios sobre algunos films mudos del maestro danés, aprovechando un ciclo organizado por la Filmoteca de Catalunya. En este ocasión se trata de un sólido drama rural, basado en una novela del noruego Jacob Breda Bull, filmado en Noruega (con sus bellos paisajes), en el que reconocemos algunos temas caros a Dreyer, por ejemplo la celebración del amor como motor de la vida, y la lucha por mantenerlo frente a los convencionalismos sociales, la mezquindad, la intolerancia.
Tore y Berit son unos jóvenes campesinos que están enamorados, pero el padre de Berit le prepara otro destino: casarse con Gjermund, que suponemos es alguien de mejor posición, o sea se impone lo material sobre el amor. Pero la insistencia de Berit, su valor al dejar la casa familiar, y la intercesión del pastor, permitirán la unión de los amantes, eso sin evitarles un sufrimiento final, cuando los celos y el deseo de venganza de Gjermund estén a punto de provocar la muerte de Tore, que tendrá que luchar para salvarse de morir ahogado en un río de aguas bravas (en un final a la Griffith). Film con mucho oficio que anticipa cosas que veremos en Dies Irae o en Ordet, demostrando que Dreyer fue un gran director ya desde sus inicios.