Después del Museo Giger, ahora sí, una pincelada de....



Después del chof de LA BARRERA DEL SONIDO esperaba con ganas al film, y si, mejor es, tampoco era tan complicado, pero me esperaba un film de esos que son grandes siendo pequeños, y me falta algo para lograrlo, siendo lo bueno y lo malo lo mismo, no es otro de Charles Laughton.

Me gusta el Charles Laughton que usa el diálogo como su arma diferencial, acompañado con esa gesticulación marca de la casa y de fábrica, cuando el diálogo desaparece y se dedica a emular al slapstick con exceso de hsitrionismo como mínimo, esas escenas de alucinaciones por empache de alcohol, pues gracia gracia, me hacen 0. Yo quiero ver a un déspota, un ser miserable, no por lo que bebe, sino por lo que dice, y la intro en la tienda repartiendo sandeces a diestro y siniestro, es sencillamente lo que buscaba y en lo que disfruté con el film, pero cuando se pone a hacer payasadas!!!!!

Mi escena favorita, no es otra que cuando viene a esa señora reclamando la presencia del creador de sus zapatos, Lean juega con la carta de la ambigüedad de manera fantástica, ya que, se sospecha que se viene un rapapolvo del cliente, y el Déspota, saca su arsenal clasista, acabando con todo y todos, para después recula de manera abrupta, siendo este contraste, con evidente subrayado, muy jocoso y disfrutable, lamiéndole los pies a su cliente allá por donde pisa.

Por lo demás, fantástico John Mills y Brenda de Banzie, un romance diferente y que por ello le hace especial. Otro momento fantástico cuando ellos dos rompen con el mundillo del personaje de Mills, supongo que era novia y suegra, llevando la batuta ella, ya que él, representa al lelo perdido.

En resumen, buen film, con un potencial importante y para mi desaprovechado, influenciado por tendencias o ideas de los creadores.

Y ahora, un film que tenía ganas de verlo, a ver que tal. Hoy me lo veo, mañana lo comento y me pongo al día.