Después de leer la espléndida novela de Carson McCullers REFLEJOS EN UN OJO DORADO y a continuación visionar la versión de la misma llevada a cabo por John Huston, me doy cuenta de cómo cambian las percepciones en cuanto al disfrute de una película si antes hemos leído el material de partida, que no suele ser mi caso (y creo que tampoco el de la mayoría).
En el caso de la adaptación hustoniana pese a ser bastante fiel a la obra original y ser visualmente bellísima, con esos tonos dorados a los que continuamente se refiere la autora en sus descripciones y diálogos, el humor y las precisas y fascinantes descripciones que hace tanto de los personajes como de las motivaciones que les mueven brillan por su ausencia. Es una adaptación hueca, con grandes intérpretes eso sí (aunque Clift hubiese estado muuuucho mejor que Brando y no sólo por su condición) y que el propio Huston consideraba una de sus mejores películas, quizás porque intentó canalizar las pulsaciones de la película a través del color, cosa que ya había intentado (y logrado, todo hay que decirlo) en MOULIN ROUGE y, especialmente, en la espléndida MOBY DICK.
Y, algo que se me olvidó comentar cuando hablé de la película en el post
https://www.mundodvd.com/las-ultimas...5/#post3972051 y me refiero al final de la película: teniendo en cuenta que John Huston ha filmado alguno de los finales más bellos del cine (ejemplo: EL HALCÓN MALTÉS (por cierto, superior al de la (soberbia) novela de Hammett; EL TESORO DE SIERRA MADRE o LA JUNGLA DE ASFALTO) es incomprensible que NADIE pueda filmar tan mal un final. Ese plano/contraplano contínuo, como en un partido de tenis entre Brando (que acaba de disparar a su objeto de deseo, ultrajado por que su interés amoroso se vea traicionado, ni más ni menos, que por su mujer), Taylor (la esposa cuyo descanso es velado (fascinado) por el soldado Williams) y el cuerpo de éste, ya sin vida, con sus contínuas idas y venidas, me pareció un insulto a la inteligencia de todo buen cinéfilo. Ver para creer.
Creo que tendríamos que darle buena parte del mérito de la película al director de fotografía Aldo Tonti y, especialmente, al no acreditado Oswald Morris, uno de los más grandes imagineros que ha dado el cine y la bella partitura del japonés Toshiro Mayuzumi (que ya había colaborado con el director en LA BIBLIA) aporta un atrayente toque exótico.
Y nos nos olvidemos de la maravillosa Julie Harris que les da cien vueltas a la Taylor y al Brando.
Y, por supuesto, ver la película tal y como la concibio Huston.
No es lo mismo esto...
que esto.
