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A Woman's Vengeance de Zoltan Korda combina misterio, desesperación y escenas fotografiadas espectacularmente creando un coctel más que certero.Basada en una historia del inglés Aldous Huxley , C Boyer interpreta a H Maurier, quien se convierte en el principal sospechoso del envenenamiento de su enferma e histérica esposa Emily (R Kempson) después de que se descubre que ha estado manteniendo una aventura con la jovencísima Doris (A Blyth) antes del fallecimiento de Emily. J Tandy interpreta a Janet , otra mujer que ha amado a Henry en silencio durante mucho tiempo y ahora ve sus esperanzas románticas frustradas por el repentino nuevo matrimonio.
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M Natwick interpreta a la enfermera que odia a los hombres y siembra la acusación de Henry con la aprobación despechada de Janet .El propio guion de Huxley ofrece abundantes reflexiones (por ejemplo, cuando Doris afirma: «Pienso en Henry todo el tiempo», su médico replica: «No, no lo haces, solo piensas en ti misma en relación con Henry»). La actuación es notable por parte de todos incluso si recurren al histrionismo puntual.
Es una película magníficamente realizada: Korda y el director de fotografía R Metty crean una tormenta eléctrica frenética, a recordar también el rol del doctor a cargo de C Hardwicke presente en cintas Hitcockianas y una Tandy tan elocuente y aterradora como años despues en THE BIRDS.Está maravillosa,una de las mejores interpretaciones de aquellos años a la altura de la Davis de LA CARTA,ahí lo dejo.Boyer me ha gustado mucho también en toda la extensión,más madurito que en EL CIELO Y TU luce hiper atractivo.Una peli con enjundia y un mensaje hacia la belleza y juventud de la mujer sin berreos en aquellos años y a día de hoy..
Aunque este director a priori no me interesa,menuda como ya he dicho sorpresa.La puntuaría más si recortara la parte judicial que entorpece a mi parecer, todas las pelis de este patrón.
7.8/10
Y aunque ya la comenté he revisionado
y será la proxima en este hilo tan
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Última edición por hannaben; 28/05/2025 a las 22:26
Zoltan Korda firmó (en solitario) la que para mí es una de las grandes películas del cine de aventuras, LAS CUATRO PLUMAS (1939), en rutilante Technicolor.
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La golondrina cautiva (Zu neuen Ufern, 1937), de Douglas Sirk
Antes de instalarse en Estados Unidos, donde desarrolló una fructífera carrera como director, de todos conocida, Detlef Sierck (AKA Douglas Sirk) dirigió un buen número de films en Alemania durante los primeros años del III Reich, entre 1934 y 1937. Uno de los títulos más famosos, La Habanera, lo comenté hace un par de años en OR. Zu neuen Ufern comparte con aquel el protagonismo de la actriz sueca Zarah Leander, una suerte de híbrido entre la fría languidez de Greta Garbo y la distante sensualidad de Marlene Dietrich.
Zu neuen Ufern (traducible por algo así como “hacia nuevas costas” u “orillas”, desconozco de dónde sale esa “golondrina cautiva” del imaginativo título en castellano) nos cuenta las desventuras de una cantante de éxito en el Londres de mediados del XIX, Gloria Vane (la Leander, por supuesto). Por intentar ayudar al canalla de su amante, Albert (Willy Bergel), un mujeriego de buena familia pero sin una libra en el bolsillo,
que ha falsificado un cheque, se verá acusada y condenada, siendo enviada a la prisión de Parramatta en Sidney, con lo que adquiere sentido eso de las “nuevas costas”, y quizá, de forma poética, lo de la “golondrina cautiva”.
Pero además, para dar más densidad al melodrama, resulta que Albert es un oficial del ejército al servicio directo del gobernador de Nueva Gales del Sur (donde se encuentra la prisión), cuya hija (Carola Höhn) le pone ojitos tiernos. Albert, además, en sus ratos libres, también mantiene un afer amoroso con la esposa del médico, cuyo sobrino (y así cerramos el círculo), el granjero Henry (Viktor Staal), se siente atraído por Gloria cuando asiste a un “pasarela de presas”, suerte de mercado denigrante al que se someten las convictas, pero con el aliciente, quizá, de ser escogidas por algún macho dispuesto al matrimonio, lo cual les supondrá la salida inmediata de la cárcel.
Henry elige a Gloria, pero esta aprovecha la salida del penal para ir al encuentro de Albert, que se ha comprometido con la hija del gobernador.
Gloria intenta sobrevivir fuera de la prisión cantando en un bar de mala muerte (nada que ver con el glamur de sus espectáculos en Londres), donde la verá cantar Albert, que, arrepentido, se suicidará con la hija del gobernador esperándolo en el altar. Gloria volverá a Parramatta, de donde, al final, Henry la acabará rescatando, uniéndose en matrimonio.
Aunque en muchos momentos del film se nota la mano de un director brillante tras la cámara, estamos aún lejos de sus sublimes melodramas para la Universal en Hollywood. Con todo, merece un visionado, y dejarse llevar por la melancolía de otro tema musical, como el de la famosa habanera, en esta ocasión “Ich steh’ im Regen”:
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La historia de dos solitarios que se encuentran por
casualidad en la noche de Helsinki e intentan encontrar el
primer, único y último amor de sus vidas.
Su camino se ve empañado por el alcoholismo del hombre, números de teléfono perdidos...
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La maravillosa nueva película de Kaurismâki,mezcla romance, cinefilia a tutiplen,alcoholismo y algo de mambo
italiano.
Regada en vodka, Kaurismâki nos regala la historia de amor de Ansa y Holappa
salpicada de desencuentros, casualidades y noticias radiofónicas de las matanzas en Ucrania. Apelando a la dignidad de la clase obrera,y al poder reparador de la musica o una peli de zombis de J Jarmusch,la pareja prota la primera vez que se encuentran frente a frente, lo hacen delante de un cartel de Breve encuentro (D Lean), lo que nos anuncia ya el futuro inmediato de su relación, de la misma manera que todas las canciones del film,
varias de ellas interpretadas en directo.
Todo en esta
obra respira empatía por sus personajes
sin ceder jamás al sentimentalismo.
Romanticismo a la manera del finlandés,qué decir de sus personajes, el karaoke,la perrita Chaplin,las miradas huidizas y fugazmente intensas de los protas,el amigo que espera un contrato como cantante etc etc...
Para mí fue un descubrimiento y revisionada se confirma totalmente.
9/10
Como no podía ser de otra manera, la comenté en el hilo dedicado al director finlandés: Aki Kaurismäki: revisando sus películas... no como otro que yo me sé.![]()
Como ya dije hace unas fechas, revisé hace pocas fechas Greystoke: La leyenda de Tarzán, el rey de los monos (1984), firmado en la dirección por el londinense Hugh Hudson (1936-2023), que venía directo del hit "Carros de fuego".
Se trata de un film que podríamos catalogar de netamente academicista en la línea de la filmografía del país, perturbador en algunas partes y romántico en otras. En ese sentido no decepciona por su elegancia y fina recreación aunque tampoco sorprende excesivamente. Es una buena película, algo aletargada en ocasiones pero ciertamente competente y recomendable comandada por el ascendente por entonces Christopher Lambert, correcto en su composición si bien cae en algunos manierismos algo gratuítos y cartoonescos cuando llega a la civilización, una debutante Andie MacDowell (que fue doblada por otra actriz para su decepción) como Jane Porter de mirada tierna pero sin un rol de verdadera importancia, y el célebre Ian Holm, por supuesto el mejor del trío descrito como el capitán del ejército belga Philippe D'Arnot, tutor, confidente y mejor apoyo del protagonista en un reinserción en la sociedad de los humanos. Juto a ellos, un elenco de secundarios seductor: Jamse Fox, Nigel Davenport, Richard Griffiths, un bastante fugaz David Suchet, y por encima de ellos un Sir Ralph Richarson que no viviría para ver estrenado el film.
Al mando de la banda sonora uno podría pensar que es un proyecto ideal para el John Barry más melódico, anhelante y melancólico, no fue reclutado para la causa aunque otro John, Scott de apellido, aportó esas mismas garantías con creces.
Partiendo de la premisa de que esta es una aproximación más fidedigna al material de Burroughs, alejándose por completo del espíritu pulp habitual en su traslación más aventurera, el film -bajo guión supervisado por el prestigioso y recientemente fallecido Robert Towne- divide el relato obviamente en dos fases opuestas, un antes y un después que incluye dos sociedades cuyos valores son completamente diferentes aunque compartan a su manera cada una un modo de vida que incluye las mismas emociones en medio hostil y decidamernte peligrosos, lo único que cambia es la sutileza del riesgo: inminente en la jungla y taimado en la civilización. La tragedia existirá en todas partes y se resulve de forma resolutiva efectuando ciertos paralelismos a la hora de visualizarlas desde la impotencia. Dichas secuencias además consiguen reflejar el quebranto y el duelo por los caídos de forma que lleguen al corazón.
Veremos al personaje de Clayton evolucionando de forma paulatina desde su rescate por su madre adoptiva en la cuna hasta convertirse en un joven de facciones misteriosas y fascinantes por su belleza salvaje, que acondicionará el romance asegurado más adelante, cada vez más consciente de su propia existencia y posibilidades sin tener aún ningún referente humano conocido que se asemeje a él. Esto cambia cuando conoce a un D'Arnot víctima de una emboscada de aborígenes de la cual es uno de los pocos supervivientes. Esto despierta la curiosidad del extraño salvaje y su convivencia con él durante un considerable lapsus de tiempo permite a Clayton empezar a encontrar respuestas donde antes podían encontrarse esbozos de preguntas.
No obstante, antes de ocupar su sitio entre la aristocracia británica ya tendrá algún episodio en el que se divisa la naturaleza variable del hombre en cuanto a temeperamento e intenciones. El humanismo de D'Arnot no ha prendido en toda la especie humana ni mucho menos.
Gradualmente reinsertado en la sociedad humana, la presencia del Patriarca de la Familia Greystoke (Richardson) - un hombre tan afable como excéntrico y con indicios de demencia - inicialmente parece ilusionar al recién hallado heredero a pesar de sentirse como pez fuera del agua entre tanta pared y cuadros genealógicos, al margen de los recelos de otros insignes de la alta sociedad que lo ven poco menos que como a un bufón y a un ser disminuído; son esas fracturas y resquicios por donde se filtra lo menos noble de la condición humana el motor que alimenta esta parte del film, aunque da la impresión de que se podía haber profundizado en ese antagonismo de no ser porque el relato se muestra más interesado en recomponer la vida rota de Clayton y el efecto que tiene su presencia entre los más allegados. En este aspecto un film como "La selva esmeralda" de John Boorman se muestra más completo y obstinado en llevar a cabo el objetivo.
Como cabe esperar la vida humana se rige por un materialismo y unos ideales (el Imperio Británico) que Clayton no comparte pues asume la diversidad de individuos como si fuerna iguales entre sí. Pero es que también D'Arnot es sutilmente, a comparación con su protegido, menospreciado por su condición afrancesada.
El relato sigue sosteniéndose con un nivel de interés más o menos homogéneo hasta que el personaje de Ralph Richardson deja de mantener su presencia. A partir de aquí decae un tanto y sólo se recupera efímeramente cuando el pasado de Clayton resurge de forma fortuita, cuyas consecuencias finales se redirigen ya hacia un final que más o menos recordaremos y o sospecharemos. Una despedida y cierre que podría dejarnos algunas preguntas pendientes acerca del sentir de Clayton sobre si mereció la pena el viaje vital que padeció y qué secuelas le dejará para el futuro.
El relato es lo suficientemente costumbrista y cercano como para que nos pongamos en el pellejo de Clayton y rememoremos nuestra nutrida y seguro que prólija existencia en esa sociedad tan brutalmente esquiva o incómoda en ocasiones, siempre materialista y tremedamente competitiva para nada diferente de la de los albores del siglo XX. Una sociedad que teóricamente parece garantizar una estabilidad vital que con frecuencia se muestra implacable con los individuos, más aún dependiendo de su procedencia. Y es que quizá la jungla de la naturaleza y la jungla del asfalto puede que tengan en común que ambas puedan estar habitadas por tribus, con una diferencia muy importante: una no juzga, la otra sí (y sus prejuicios y clasismos convierte a una en más cruel que la otra). Con lo que es fácil sentirse extranjero en tu propio mundo.
Última edición por Otto+; 06/06/2025 a las 13:50
Oh, bueno .... aprovecharé para decir que voy a desempolvar el hilo de Elia Kazan aquél que hicimos como ciclo porque dejaré apuntes míos, impresiones, sobre Esplendor en la hierba en muy breve tiempo. Tengo que decir que está impregnada de un humor a medio camino entre negro y dadaísta de lo más curioso mejor dosificado y más madurado que el que pudo mostrar en "Un rostro en la multitud" y "Baby Doll". Es una película para tomarse en serio pero hasta cierto punto, que hay cosas que Kazan parece que traza con brocha gorda adrede que son siertamente curiosas.
Lewton’s Last Stand...
APACHE DRUMS (1951)
T.O.: TAMBORES APACHES
Copyright 1950 by Universal Pictures Company, Inc.
Producción: Universal-International Pictures Co., Inc.
Distribución: Universal Pictures Co., Inc.
Productor: Val Lewton.
Director: Hugo Fregonese.
Guion: David Chandler, basado en una historia original (“Stand at Spanish Boot”) de Harry Brown.
Fotografía: Charles P. Boyle, en Technicolor (1.37:1).
Dirección artística: Bernard Herzbrun y Robert Clatworthy.
Decorados: Russell A. Gausman y A. Roland Fields.
Música: Hans J. Salter.
Montaje: Milton Carruth.
Duración: 76 minutos.
Reparto: Stephen McNally (Sam Leeds) y Coleen Gray (Sally) + Willard Parker (Joe Madden), Arthur Shields (Reverendo Griffin), James Griffith (Teniente Glidden), Armando Silvestre (Pedro-Peter), Georgia Backus (Señora Keon) y Clarence Muse (Jehu).
Rodaje: del 3 de agosto al 6 de septiembre de 1950.
Estreno: abril de 1951.
Presupuesto: 395.000 dólares.
Recaudación (en EUA y Canadá): 1.400.000 dólares (Variety, 2 de enero de 1952).
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Coordenadas espacio / temporales:
Spanish Boot, Territorio de Nuevo México, EUA / 1880
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APACHE DRUMS significó el decimocuarto (y último) largometraje producido por el gran Val Lewton (1904-1951), además de su único wéstern y el primero que rodó en Technicolor.
Después de su (obligada) salida de la RKO en 1946 y de la travesía por el desierto que supuso su (efímera y escasamente gratificante) estancia primero en la Paramount (MY OWN TRUE LOVE (1949)) y posteriormente en la MGM (PLEASE BELIEVE ME (1950)) Lewton tuvo la suerte de recalar en la Universal donde hizo muy buenas migas con el director argentino Hugo Fregonese (1908-1987), quien se había convertido en uno de los favoritos del productor Leonard Goldstein (1903-1954) – a quien estoy dedicando un subhilo que ahora mismo está en barbecho, pero que espero reabrir en breve si la salud y el tiempo (climatológico) lo permiten... – tras colaborar con él en MURALLAS DE SILENCIO (1950) y SADDLE TRAMP (1950), este último también su primer wéstern (el género donde más se prodigó) y su primera película en three-color Technicolor.
- Faith Domergue (1924-1999) y Hugo Fregonese (1908-1987), que estuvieron casados entre 1947 y 1958. -
Aunque en los títulos de crédito se indique que el guion de David Chandler (1912-1990) – sobrino del famosísimo Raymond Chandler (1888-1959) – se basa en una historia original del excelente escritor y guionista Harry Brown (1917-1986) – su primera novela, “A Walk in the Sun” (1944), fue inmediatamente llevada a la gran pantalla con el mismo título y con libreto de Robert Rossen > WALK IN THE SUN (1945), de Lewis Milestone – lo cierto es que la misma toma como base un hecho real acontecido durante la denominada “guerra de Victorio” (1879-1880) entre el mencionado caudillo apache chihene y los ejércitos combinados de los EUA y México y que se zanjó finalmente con su muerte.
Lewton, que moriría poco antes del estreno de la película a los 46 años, no parecía a priori la persona más idónea para encargarse de un wéstern, género totalmente ajeno a su personal e intransferible mundo fantástico (¿o no?) de luces y de tinieblas, pero lo cierto es que el productor se manejaba como pez en el agua en todo tipo de películas incluso aunque contasen con presupuestos indignos de su talento.
Lo que no se entiende es que Lewton se viera obligado a trabajar con un presupuesto muy inferior al de las producciones de Goldstein, que no eran precisamente A, pero tampoco B, aunque sí muy rentables.
De hecho, y aunque nunca llegó a saberlo, APACHE DRUMS se convirtió en un gran éxito de taquilla, como tal y como indico en la ficha técnica que precede al presente comentario.
Pero no solo fue un éxito económico sino también (y principalmente) artístico gracias a la excelente sinergia que se estableció entre la puesta en escena de Fregonese y la atmósfera cuasionírica de Lewton.
El director pudo contar con muchos de los colaboradores de sus dos primeras películas, siendo especialmente destacable la espléndida fotografía en Technicolor del veterano Charles P. Boyle (1892-1968) - con el que Fregonese trabajó en todos sus wésterns salvo THE RAID (1954) – así como la escenografía del igualmente venerable Bernard Herzbrun (1891-1964).
En el primer apartado APACHE DRUMS bien podría considerarse uno de los wésterns más creativos desde el punto de vista cromático hasta el estreno de la obra maestra de Nicholas Ray, JOHNNY GUITAR (1954), especialmente en su tramo final con el ataque de los apaches a la iglesia en la que se han refugiado los supervivientes de la pequeña población de Spanish Boot.
En el segundo, y es donde más y mejor se puede apreciar el inimitable toque Lewton, el diseño yo diría que expresionista de dicha iglesia y donde el dúo Fregonese/Lewton se permite la audacia no solo de usar esos colores irreales (y, por tanto, más afines al ideario del segundo) a los que acabo de hacer referencia sino incluso la luz de las velas por parte de las mujeres una vez se ha ocultado el Sol como única iluminación, o sea, muchos años antes de que Stanley Kubrick hiciera lo propio en BARRY LYNDON (1975).
Y no solo en esto último es precursora APACHE DRUMS sino que el inicio de la misma parece todo un antecedente del de CENTAUROS DEL DESIERTO (1956), de John Ford, con el reverendo Griffin (el – y ya es casualidad – fordiano Arthur Shields) abriendo la puerta de esa iglesia que se convertirá en el punto focal de la acción en su magnífico tramo final.
E igualmente la marcha militar que entonan los supervivientes para contrarrestar los incansables tambores apaches (de ahí el título de la película) lo es de una escena muy similar en la excelente cinta de aventuras ZULÚ (1964), de Cy Endfield.
APACHE DRUMS forma parte además de esa corriente de películas proindias que se había iniciado con FLECHA ROTA (1950), de Delmer Daves (del que estos días estoy revisando sus melodramas, que forman el tramo final de su carrera), aunque de una forma mucho más sutil hasta el punto de dicho alegato sobre el exterminio de las poblaciones indígenas bien pudiera pasar desapercibido, otro ejemplo perfecto del arte de sugerir tan caro al productor de origen ruso.
De hecho, la figura de Victorio solo asoma tangencialmente a mitad de la película, momento en el cual es herido (más tarde sabremos que de muerte) a manos de Sam, pero a instancias del reverendo Griffin.
No obstante, tampoco se obvia la crueldad de los apaches hacia sus enemigos como cuando estos masacran al grupo de “mujeres de vida alegre” que es expulsado de Spanish Boot por las autoridades “bienpensantes” de la localidad (otro guiño fordiano, en este caso al inicio de la mítica LA DILIGENCIA (1939)), hecho que es descubierto por Sam cuando es objeto del mismo tratamiento y que queda brutalmente explicitado en el diálogo entre este y el moribundo Jehu (Clarence Muse).
Además el (aunque no lo parezca) notable libreto de Chandler/Brown crea una galería de personajes ciertamente ambiguos, destacando especialmente el villano/héroe de la función, el tahúr (y experimentado tirador) Sam (un excelente Stephen McNally, que venía de interpretar el que tal vez sea su papel más conocido, el de hermano parricida de la espléndida WINCHESTER 73 (1950), de Anthony Mann),…
... el fanático (pero pragmático) reverendo Griffin (el mencionado Shields)…
... y el alcalde/herrero (otro...) de la localidad, Joe (Willard Parker),…
... el primero y el tercero enamorados de la heroína, Sally (la preciosa Coleen Gray, cuyo papel más recordado, a pesar de su brevedad, también tuvo lugar en un wéstern, encarnando a la novia muerta a manos de los indios del futuro (y amargado) terrateniente Tom Dunson (John Wayne) en la obra maestra RÍO ROJO (1948), de Howard Hawks… otra cinta que espero comentar en breve después de haber hecho lo propio con ANGEL AND THE BADMAN (1947), de James Edward Grant, la primera película postbélica del westerner por excelencia…).
Uniendo estos dos últimos apartados, otro de los personajes más atractivos es el del indio Pedro-Peter (Armando Silvestre) que trabaja como explorador para el ejército y que no solo recibe el (lógico) desprecio de los suyos sino también el de las blancos con los que convive.
A este respecto destaca el personaje del teniente Glidden (James Griffith) que mantiene una estrecha amistad con el anterior y que demuestra mucha más humanidad que el contumaz reverendo Griffin.
APACHE DRUMS es un excelente wéstern donde puede apreciarse al mejor Lewton de joyas como LA MUJER PANTERA (1942), I WALKED WITH A ZOMBIE (1943) o ISLE OF THE DEAD (1945) usando el color de igual forma que antes lo había hecho con el blanco y el negro (y los grises).
Es una lástima que Lewton no pudiera asistir al estreno de esta pequeña joya del género, digno epitafio a una carrera excepcional y a uno de los cineastas más originales que nos ha proporcionado el Séptimo Arte.
Buenas noches y, buena suerte.
…
Anexo I:
Las 14 películas como productor de Val Lewton (en riguroso orden cronológico [por fecha de producción, no de estreno]):
Para la RKO:
Para la Paramount:
1947, MY OWN TRUE LOVE, Compton Bennett
Para la MGM:
1949, PLEASE BELIEVE ME, Norman Taurog
Para la Universal:
1950, APACHE DRUMS, Hugo Fregonese
Anexo II:
Wésterns cuyo protagonismo gira en torno a los principales caudillos apaches:
Cochise (muerto en 1874) > 1950, FLECHA ROTA, Delmer Daves > Encarnado por Jeff Chandler
Victorio (muerto en 1880) > 1951, APACHE DRUMS, Hugo Fregonese
Geronimo (muerto en 1909) > 1962, GERÓNIMO, Arnold Laven > Encarnado por Chuck Connors
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No he visto la película, pero si tengo que juzgar por la captura, eso de "única iluminación" no lo parece: esa vela nunca podría iluminar la pared y la mujer de esa manera. O sea que no veo el parecido con el Kubrick de Barry Lindon.
El hermano de Barry Fitzgerald, con el que compartía reparto en la fordiana The Quiet Man.
He visto las 11 de RKO, pero ninguna de las tres restantes. Entre las de la RKO hay una que rompe la armonía del conjunto: Youth Runs Wild, un film moralista sobre la delincuencia juvenil y la falta de atención de los padres hacia sus hijos bastante prescindible. El resto, magnífico en general, incluida Mademoiselle Fifi, basada en dos relatos de Guy de Maupassant; uno de ellos, "Boule de Suif", estaba en la base argumental de la fordiana Stagecoach.