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Tema: El GRAN Post del Cine de los 80

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  1. #4
    Video Home System User Avatar de Charles Lee Ra
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    IV. Fantasmas y casas encantadas: En cuanto a fantasmillas, almas en pena, maldiciones familiares o caserones encantados por espectros, hay bastante, pero muy poco digno. Empiezo por Al final de la escalera, que es una absoluta debilidad mía. En su momento, todo el mundo hablaba de ella, mis padres siempre contaban que fueron a verla al cine estando mi madre embarazada de mi (así salí…) y que en la familia no se hablaba de otra cosa que no fuera la escena de la pelotita cayendo por las escaleras. Como una pelota, una pelota roja y mojada bajando por las escaleras pudo causar tanto pánico… George C. Scott ayuda bastante, puesto que, tal y como leí hace siglos en una de las carátulas (la de ediciones en VHS que ha tenido esta película es para dedicarle un post en si mismo) el actor consigue que nos creamos lo que sucede, porque actúa como actuaría cualquier persona normal y escéptica en una situación así, sencillamente pasando de la extrañeza y el miedo a la curiosidad, y a la fascinación.
    Scott, por si a estas alturas no la habéis visto, es un profesor de música que pierde a su mujer y a su hija en un accidente, y se muda a otro estado para trabajar y vivir lejos de sus recuerdos, alquilando una enorme casa con un historial curioso: fue un museo, y también la casa de una familia adinerada que continúa teniendo una gran influencia política hoy en día. Poco a poco se empiezan a oír ruidos (siempre a la misma hora, en las primeras horas de la mañana) los grifos de la casa funcionan como les da la gana, y finalmente empieza a ver la extraña imagen de un niño pequeño ahogado en la bañera. La investigación le lleva a creer que en el asunto está metida la poderosa familia de los Carmichael, cuyo nieto, senador actualmente (un maravilloso Melvyn Douglas) parece mantenerse muy interesado por quien vive en su vieja casa…



    Hay escenas que yo creo, son absolutamente imborrables de la memoria una vez están vistas, como al sesión de espiritismo, que a mi me mantuvo con el corazón en un puño, con la puñetera voz de la espiritista (Joseph, ¿Por qué sigues en esta casa?) el descubrimiento de una habitación tapiada donde hay una caja de música y una silla de ruedas, o dicha silla de ruedas bajando disparada por las escaleras más tarde, sin que nadie (vivo) la haya empujado… también la escena de la niña que ve al pequeño fallecido enterrado debajo del suelo de su habitación, esa escena me produjo verdaderas pesadillas de niño. Se trata de una de esas películas con capacidad de asustar, muy bien rodada, consiguiendo que te metas en la historia en todo momento: probablemente lo que más miedo da es que el espíritu no sea el típico demonio vengativo, sino un espíritu en busca de justicia y descanso. En general toda la película tiene una atmósfera de “credibilidad” de estar viendo algo sobrenatural, pero que le pasa a gente corriente que actúa de manera coherente.

    El resplandor no necesita presentación alguna, porque yo creo que todos debemos conocerla. Recuerdo verla por primera vez de niño, una noche veraniega donde con mis padres nos hacíamos sesiones de cine, y haber quedado bastante traumatizado. En general, todo está pensado para crear una atmósfera, y para unos ojos inocentes, puede acojonar hasta un punto importante (recuerdo que los ecos de la siniestra banda sonora me perseguían (nunca había escuchado música clásica) igual que las imágenes de ese hotel nevado y lo que allí acontecía…). Siempre se ha criticado mucho el doblaje español, que en su día a mi me lo hizo todo más real (las voces eran más “cercanas” a lo que yo escuchaba por la calle).
    Hoy en día si se lee la novela, se detectan y se “resuelven” algunos misterios de la película, pero yo creo que la película sale mejor parada en ese aspecto: solo sabemos quienes son las niñas, las hijas del anterior guardia, asesinadas por su propio padre. Pero no sabemos quien es la muchacha de la bañera que se convierte en engendro, y los ruidos de la fiesta en semejante entorno y situación resultan terroríficos, igual que la aparición del tipo disfrazado de oso. Al no saber quienes son, al no haber datos, creo que todo es más terrorífico que si supiéramos la historia de cada espectro, como sucede en la novela, donde sabemos quien es la señora de la bañera y en qué fecha, y quien asistió, a esa fiesta en el salón colorado.


    También quiero mencionar la saga de Amityville. La primera parte es una película muy curiosa, por desgracia el director es todo lo que la película NO necesitaba, un tipo bastante televisivo, porque el guión en si tiene potencial para hacer pasar un mal rato. Tras el prólogo donde un muchacho mata a tiros a sus padres y hermanos, antes de pegárselo el mismo, se nos presenta a la familia que se muda a la casa, la cual lleva años deshabitada, una familia con problemas, con el padrastro recién llegado y no muy aceptado por los críos, y la madre (Margot Kidder, vaya) es una fanática religiosa. El sacerdote que años ha pudo ver hechos extraños en torno al muchacho que acabó asesinando a su familia intentará impedir que la historia se repita.
    Y es que la película, más que una típica de casas encantadas, parece un drama familiar donde los nervios, la tensión y los problemas familiares van desarrollando los acontecimientos, que podrían ser meras “alucinaciones” (sobre todo por parte del personaje de Kidder, aunque el padrastro no tarda en perder los nervios, al estilo Jack Nicholson). Hay escenas que realmente me pusieron nervioso en su día, aunque hoy no sé si pasaría lo mismo, como la chica que se queda encerrada en el armario y es atacada por “algo” que no la deja salir, mientras los padres están fuera de casa, o la criatura que cree que ver la protagonista por la ventana (una especie de ser porcino, según se le describía en la novela).

    Cuesta creer que una película tan correcta, pero en absoluto extraordinaria (es más, visualmente es muy normalita) como la entrega original, hubiera tantas secuelas infames. La segunda parte Amityville: La posesión, es en realidad una precuela que explica los hechos sucedidos en la casa ANTES de la llegada de la familia Lutz, es la historia del adolescente que mata a toda su familia porque “unas voces me dijeron que lo hiciese”. Una película descafeinada y cutre, pero sórdida y extraña a la vez.


    La tercera parte siguiendo las modas de la época, es en 3D, y es curioso porque con esta, son 3 terceras partes las que se rodaron con ese sistema en los ochenta: Tiburón 3, Viernes 13 parte 3, y Amityville 3: El pozo del infierno. La película cuenta la historia del descubrimiento en la dichosa casa, de un pozo que conecta con el infierno, y si bien es bastante superior a la segunda, tampoco es gran cosa.
    La cuarta parte no tenía el título de Amityville, se titulaba La fuga del mal, y trataba sobre una lámpara que era trasladada de la casa de Amityville a otra. El poder maligno de la casa se metía en la lámpara, que cometía asesinatos ahogando a la gente con el cable del enchufe. ¿Demencial, no?
    Luego ya pierdo la cuenta. Recuerdo otra que en VHS tampoco tenía el título Amityville, La casa maldita. Recuerdo Amityville 1992… debe haber por lo menos siete secuelas. Hace tiempo, un verano estando de vacaciones cogí por la tele un telefilm que también era de Amityville, y donde aparecía Zach Morris, el prota de “Salvados por la campana”, que es la última noticia que he tenido de esa saga. El remake ni lo he visto.

    Continuando, hay que mencionar Poltergeist, esa película de ejem, Tobe Hooper, y sus dos secuelas. La primera parte (más allá de la disputa de su autoría) es un clásico de la época, una película que vista hoy en día no ha perdido su impacto, y tiene escenas impresionantes, que todos conocemos: la imagen de la niña en el televisor estático murmurando su “Ya están aquí” forma ya parte de la historia del cine. Poco importa de donde vengan las influencias (no he podido ver el capítulo de “la niña perdida” de Twilight Zone, aunque si he leído su relato A través de los canales, y poco tiene que ver) se trata de otra película que en su día causaba pavor y de la que se hablaba entre compañeros siempre con cierto respeto, con fascinación, esa fascinación algo perdida hoy en día, por ver algo “sobrenatural” en pantalla, sin buscar ni detectar los trucos, simplemente disfrutando de esa magia.


    La segunda parte, pese a tener un final directamente ñoño e increíble, me encanta por la incorporación de dos actores grandísimos, un villano por fin tangible, después de los entes abstractos de la primera parte, Julian Beck, y un indio de buenas intenciones enviado por el personaje de Zelda Rubinstein (Will Sampson, ese gran secundario). Para intentar no hacer lo mismo que en la primera parte, algo muy loable, se intenta crear una división de la familia Freeling, mediante el personaje de ese predicador siniestro y cadavérico que aparece en la puerta de la casa con aparentes buenas intenciones y maneras amables, con sus consejitos tan “inofensivos”, mientras que por otro lado, está la figura del indio, una figura realmente benevolente, que está ahí para ayudar, pero es repudiada y envidiada por el padre, cosa de lo que el predicador se aprovecha (Craig Nelson lo borda en esta segunda entrega).

    La tercera parte la recordaba absolutamente deleznable, pero me llevé una sorpresa, porque estando por debajo de las primeras, es una historia sobrenatural para nada despreciable, sustituyendo a Nelson y a Williams por Tom Skerrit y Nancy Allen, y de nuevo intentando que no sea una repetición de lo ya visto, se enfoca la historia en un edificio repleto de espejos y donde los espejos no son superficies que reflejan, sino puertas a ese otro mundo, al mundo de la “luz” donde llevan tres películas intentando llevarse a la cría. Los planos de la niña de espaldas, o con maquillaje, son más que evidentes, se ve perfectamente que echaron mano de una doble al morir la niña, y a pesar de eso, consiguen un resultado. Zelda Rubinstein un poco repetitiva, pero tenemos a su “enemigo” ideológico, un psiquiatra repelente y creído que está seguro de que la niña es una chiflada peligrosa con capacidad de crear “ilusiones” para engañar y manipular a su familia.


    En vertiente cómica está la deliciosa saga House, una casa alucinante, cuya primera entrega contaba con un actor televisivo de moda, William Katt, el gran héroe americano.
    En la película, interpretaba a un escritor en crisis, divorciado, con su hijo misteriosamente desaparecido en casa de su tía (la entrañable mujer acaba de suicidarse) y todavía atormentado por los recuerdos de la guerra de Vietnam. El tipo se traslada a la enorme casa de su anciana tía, decidido a escribir en solitario y a recuperarse, exorcizando sus experiencias de guerra mediante la escritura de un libro sobre Vietnam. Un vecino pesado y habitual del bar de Cheers, George Wendt, y una serie de monstruos que van haciendo su aparición, se lo intentarán impedir.
    La película es puro humor, el terror está reducido a su mínima expresión, quizá la escena inicial, donde un imberbe repartidor encuentra a la abuela ahorcada, puede causar algún escalofrío, aunque esto queda chafado por la forma en que la abuela (un maniquí) se balancea en la horca.


    Un monstruo de tintes lovecraftianos que aparece a las doce todas las noches en el armario, un engendro disfrazado de la esposa de Katt que en vez de arrastrar cadenas y gemir, reparte hostias como panes, tales son las encantadoras cosas con las que se topa el protagonista. Katt es el típico actor que pese a las limitaciones que pueda tener como tal, tiene un carisma, innegable, un aire “mundano” que hace que el espectador conecte rápidamente con él, sabe hacerse simpático. Escenas como la caza del engendro que sale del armario, tanto él como el vecino ataviados de militares con gafas de buceo, o la firma de libros en las que conoce a “sus mayores fans” un puñado de freaks impagables.
    La película tiene un guión de Fred Dekker, de quien hablaremos más adelante, y mucho, y pese a sus continuos recochineos con los tópicos del cine de casas encantadas, tiene un aire muy lúgubre, y una buena banda sonora (salvo la inserción de alguna canción de la época). Pero de lejos, como comedia, prefiero la segunda parte House 2, aún más alucinante. Y vaya si es alucinante, como siempre le digo a todo el mundo, si quieres animarte y reírte, solo tienes que ver esta película, donde los guionistas debieron meterse una sobredosis de detergente caducado totalmente épica. Por cierto que de House solo tiene el título, ya que nada tiene en común con la primera parte, ni siquiera es la misma casa.

    La historia es la del joven Jesse, un muchacho que, tras morir sus padres asesinados cuando era un bebé, se marchó de la casa de sus ancestros. Ya de mayor vuelve con su novia, y con el irresponsable de su amigo. Allí, los dos descubren una vieja leyenda según la cual su tatarabuelo, un peligroso bandido del Oeste, buscó y halló una misteriosa calavera de cristal que confería inmortalidad y poderes a su poseedor. Como el abuelo está enterrado en un cementerio cercano, no se les ocurre otra cosa que ir a profanar su tumba a medianoche para buscar la calavera. El abuelo en cambio está vivo, aunque momificado, y una vez se pone al día, decide salir a estirar las piernas e irse de juega, mientras en la casa van pasando cosas, desde hombres primitivos que irrumpen en el salón, a incas que hacen sacrificios humanos detrás de la chimenea, una jungla prehistórica, dinosaurios incluidos, que hace su aparición en una habitación, o la llegada de una mascota familiar, un gusano enorme y gordo que ladra como un perro, y al que adopta el abuelo, que le suministrará cerveza a través de un biberón. Si, es hilarante todo el filme.


    Yo me quedo con la aparición de un electricista que mientras se hacía las oposiciones, también estudió para Indiana Jones (en youtube hay videos sobre él). Se trata de una película absurda, una auténtica comedia, quien sabe si también involuntaria, y donde sale otro parroquiano de Cheers (el electricista aventurero). Mucho más divertida y casposa que la primera, y donde hace su aparición un vaquero espectral con ciertos aires al “santo de los asesinos” del cómic Predicador.
    Aún más, el final de esta película propone una auténtica paradoja temporal, y es que Jesse
    Spoiler Spoiler:


    Luego hubo una película con Lance Henriksen titulada “Horror Show” que sin tener nada que ver con House, en algunos países de Europa, incluído el nuestro, faltaba mas, se tituló imaginativamente House 3. Henriksen era un policía retirado y traumatizado que capturó a un psicópata, que fue ejecutado, pero el psicópata (Byron James, una cara muy conocida en los ochenta) vive en una realidad paralela desde la que viene a nuestro mundo para cometer asesinatos y cargárselos al policía. Casposa, muy casposa.
    Más adelante hubo una secuela oficial, que se vio obligada a llamarse House IV y que contaba de nuevo con William Katt, que volvía a la casa, en silla de ruedas, acompañado por su hijo. Creo que en España JAMÁS se ha visto, ni en vídeo, ni por televisión, ni nada, y aquellos que la han podido ver dicen que es horrible, nada que ver con la original. Una pena, pues se trata de una saga delirante que podía haber tenido más continuaciones…

    Otra película muy ochentera, El misterio de la dama blanca. Es una película de fantasmas correcta y con una historia entrañable. El protagonista es un niño, pero ya adulto, nos narra en off lo que le sucedió en los años cincuenta: la noche de Halloween, unos compañeros le dejan encerrado en el colegio, ya vacío. Se hace de noche, y el niño ve como un hombre asesina a una niña, y luego le ataca a él. Es encontrado, y mientras está convaleciente se entera de que han detenido a un conserje negro que es claramente un cabeza de turco, pues él no vio la cara del atacante, pero se entera también de que el asesinato que presenció tuvo lugar hace diez años, y el asesino vuelve cada año a la escena del crimen. Poco a poco, la niña muerta se le aparece para pedirle que resuelva su asesinato (todo gira en torno a una pegadiza canción de cuna y a la leyenda de una mujer, una dama de blanco que vive en una siniestra casa…). Hay detalles geniales, como el equipo de policía del pequeño pueblo, empeñado en culpar al pobre conserje negro del asesinato que sucedió diez años antes, y que nunca se resolvió (esa parte de la trama tiene un final aterrador y nada sobrenatural). Hay detalles algo ñoños que se podían haber evitado, sobre todo en la relación entre el protagonista (Lukas Haas, el mismo niño de “único Testigo” de Peter Weir) y la niña muerta, que roza la sensiblería, aunque esos detalles están muy reducidos. Atención a la identidad final del asesino, por cierto. Una de esas pequeñas películas de suspense que hoy, al menos en nuestro país, está bastante olvidada, serie B, B de buena.


    De 1989 es “La olvidada”, pequeña joya de videoclub sobre un atormentado escritor viudo (¡Terry O’Quinn, de nuevo!) que se muda a un caserón donde empiezan a ocurrir cosas. Pronto descubrirá que un fantasma femenino con capacidad de agredir físicamente a las personas convive con él. Tras encontrar sus restos mortales y enterrarlos, con ayuda de la vecina enamorada de él, el fantasma se convierte en el espíritu de la bellísima Evelyn, asesinada por su esposo en esa casa siglos atrás, al descubrir el romance de ella con un pianista que (casualidad) es una antigua encarnación de O’Quinn, con el que la fantasmal mujer mantendrá un romance sobrenatural. Interesante.

    Porqué no meter aquí también una película que trata de “vehículo encantado” o con vida propia: Christine. Una cinta considerada menor en la filmografía de John Carpenter, incluso mala, pero a mi me parece genial, aunque desde luego no llega a la suela de los zapatos a otros trabajos de Carpenter, pero para mi tiene un halo fantástico, romántico, de fatalidad e imposibilidad. El protagonista es un nerd, destino de todas las burlas de los matones colegiales (treinteañeros otra vez…) que pese a tener un buen amigo, caerá en las redes de un vehículo que se aprovecha de su soledad para poseerle, literalmente. Hay que decir, eso si, que el concepto de Christine está totalmente deformado, en la novela el coche no tiene entidad, es un vehículo alterado por la rabia y el odio de su propietario original, un violento anti-social, y simplemente se convierte en un intermediario, un recipiente para que dicho dueño, fallecido, pueda volver al mundo en el cuerpo del adolescente, a través del coche, que también ejecuta las venganzas. En la película, en cambio, el coche es malo, nace malo en la cadena de montaje de Detroit, y “enamora” y consume totalmente a sus dueños.


    Es impresionante la transformación que se produce en el protagonista, Keith Gordon, de nerd flacucho, enclenque y sin gota de carácter, que conforme avanza su relación el coche se va convirtiendo en un tipo rudo, egoísta, malhablado, insensible, que solo piensa en su coche. Momentos como la revelación del pasado del vehículo a Dennis, el amigo de Arnie, o el intento de este de colarse en el garaje, las escenas de las muertes de los pandilleros (bellísimas y con música de Carpenter especialmente inspirado), o el final de alto voltaje en el taller… deliciosa.

    Otra película sobre objetos mecánicos con mala leche: La rebelión de las máquinas tiene el dudoso honor de ser la peor adaptación de un escrito de Stephen King de la historia. Y eso que el relato en que se basa, “Camiones” incluido en una antología sobresaliente, El umbral de la noche (para mi, su mejor trabajo), es excelente, pero aquí, King decide no solo producir o escribir el guión, sino dirigir. Dios nos pille confesados, si como escritor, en sus primeros tiempos, se reveló como un digno sucesor de Richard Matheson, como director es de lo peorcito. La película además cuenta con ese icono ochentero que es Emilio Estevez.
    La película trata sobre una serie de desconocidos que están en una tienda, y se ven asediados por todo tipo de vehículos que cobran vida propia y pretenden dominar el mundo. El término “casposa” se le queda corto. Por lo menos, Stephen King aprendió bien la lección, y se quedó lejos de las cámaras, escribiendo sus novelas. Al menos el hombre demostró saber rendirse a tiempo.

    Ya en clave de comedia juvenil es
    El secreto de los fantasmas
    , una de las primeras películas de Roland Emerich, una comedieta ochentera absoluta. Se trata de una historia juvenil pasada de rosca donde dos adolescentes con ínfulas de dirigir una película de terror, se descubren prácticamente en la bancarrota. Un buen día uno de ellos se entera de que el caserón que sale en un programa televisivo de miedo perteneció a un avaro tío suyo, y que en la casa puede haber un tesoro... se dirigen allí, y lo más reseñable es la aparición del mayordomo de su tío, una especie de abuelo de Yoda, mientras un ridículo mafioso interpretado por Paul Gleason intenta hacerse con el tesoro.


    Ya para terminar, quiero mencionar la última película producida por la Empire, antes de que cerrase y renaciese como Full Moon, película que se rodó a trancas y barrancas mientras la compañía Empire lanzaba sus últimos estertores y sus responsables, los hermanos Band, se ahogaban en las deudas. La película se titulada Prison (Presidio) y trataba sobre una vieja cárcel que va a reabrirse. Una vez abierta, el espíritu de un hombre allí ejecutado injustamente años atrás, empezará a cargarse a todo quien se cruza por su camino. Más allá del hecho de que el ejecutado (injustamente) está interpretado por un desconocido Viggo Mortensen, la película no tiene grandes alicientes para ser vista, se trata de una casposa muestra de cine de venganzas sobrenaturales, con algo de gore, y con Renny Harlin en la (casposa) dirección, justo antes de dirigir la cuarta parte de las andanzas de Freddy Krueger.
    Última edición por Charles Lee Ra; 23/06/2018 a las 19:22
    tomaszapa, Trek, Frank Zito y 10 usuarios han agradecido esto.

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