Pedazo post![]()
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Muchas de las que citas no las he visto: otras las tengo pendientes. En general, estoy bastante de acuerdo con todo lo que dices al principio: el capitalismo salvaje, el crimen que era una lacra en la mayor parte de las ciudades occidentales de la época, el terrorismo internacional que empezaba a asomar la pata, el Sida que acaparaba titulares... En general, no me suele gustar demasiado el tipo de cine de terror que se hacía en los ochenta, demasiado loco con máscara, demasiado cenutrio haciendo el mangluba, demasiada casquería y demasiado adolescente destripado. Creo que en general, el terror explotó poco los miedos de la sociedad de la época, como por ejemplo el sida (¿por qué no se hizo ninguna película de Drácula con el sida como trasfondo, o con adicciones de drogas..? Después de todo, el Drácula original de Stoker contenía muchas alusiones a la sífilis y a una sexualidad prohibida y exuberante...). Pienso que en otro tipo de cine fantástico, como pudiera ser RoboCop, o Batman, sí se plasmaron mejor (supongo que hablarás de la ciencia-ficción y los superhéroes ¿no? aunque para mí, los dos Batmanes de Burton, ya metido en los noventa el segundo, son más cintas de terror sobre inadaptados sociales y gente dominada por la angustia de vivir que de justicieros en mallas). O Alien, donde se ha visto una metáfora clarísima del cáncer. Siempre me ha extrañado que en los años 80 hubiera tan pocas películas de Drácula dignas de mención. Otros mitos del terror gótico (género que no estaba de moda entonces, hubo que esperar a que Coppola trajera de vuelta a Drácula, y después Branagh hiciera lo mismo con Frankenstein, y Frears con el Dr. Jekyll) sí recibieron cierto tratamiento en el cine de esos años, como es el caso de Frankenstein (me viene a la mente la infravalorada La prometida, de Frank Roddam, y por supuesto cintas como Blade Runner o Robo Cop, más fieles al espíritu del mito que a la forma) y el Fantasma de la Ópera ( sin duda por influencia del musical, que se acababa de estrenar; tanto en su versión más tenebrosa y sanguinaria, a cargo de Dwight H. Little como en una vertiente más ligera y romántica, por parte de Tony Richardson).