Confieso un pequeño placer culpable. Cuando Beethoven estaba en sus últimos años de vida, su labor compositiva se centró entre otras cosas en sus últimas sonatas para piano y, sobre todo, en los enormemente revolucionarios, incomprendidos, e inalcanzables últimos cuartetos de cuerda. Para mí, el mayor corpus jamás creado, y su gran legado. El atrevimiento, la búsqueda de nuevas sonoridades estaba totalmente fuera de su tiempo. De ahí surgen, como momentos atemporales la famosa cavatina y la más aún incomprendida Gran Fuga -hoy en día todavía difícil de digerir-. Su corpus sinfónico parece que fue finiquitado con la novena...o no. En sus últimos días el sordo de Bonn estuvo trabajando en una décima sinfonía, no cabe duda ya de ello. Nunca la terminó... Y el valor intrínseco de una décima, además de poder disfrutar de una sinfonía más del maestro de maestros, radica en que no tenemos obras sinfónicas de este último y tan singular periodo, lo más parecido quizás la obertura La Consagración del Hogar. Sus últimos cuartetos son su mayor legado, ¡qué más podríamos desear fervientemente sino una sinfonía con esos sonidos tan avanzados y especiales!
¿Y qué nos queda de su famosa décima sinfonía, tan misteriosa como esquiva? Pues realmente, cartas de amigos haciendo referencia a las intenciones de Beethoven de escribirla, y tras un inmenso trabajo musicológico, apenas esbozos de 4 movimientos sin orquestar, sin desarrollar. El 80% del material encontrado correspondía a un solo movimiento, mientras que el restos apenas eran unos temas esbozados y llenos de garabatos. El reputado musicólogo Cooper se atrevió casi en los 90 a escribir una "décima de Beethoven" ejecutable, enormemente criticada, englobando solamente ese hipotético primer movimiento. Pese a tener material original bastante abundante, ni había un movimiento escrito ni nada de nada. Cooper compuso una obra propia a partir de dichos esbozos, escribiendo totalmente de su puño y letra, ya sea en el desarrollo, decidiendo la estructura final en forma ABA (Andante-Allegro-Andante), así como la orquestación. Incluso más tarde, otros músicos, como Prengel se han atrevido a coger el incluso más limitado material de los hipotéticos tres movimientos restantes y generar una sinfonía entera.
Y decía al principio que confesaba un placer culpable. Y es cierto. Porque aunque dicha obra tiene de Beethoven lo que yo de bombero torero, aunque no hay atrevimiento estructural ni tímbrico, aunque no existen las armonías del último Beethoven, la obra respira y ruge con todo su aliento. El tema del Andante es bellísimo, crepuscular, lleno de emoción. El tema del Allegro, totalmente de Beethoven, tiene fuerza, potencia, grandeza. Lo que pudo ser y no fue ¡Qué gran lástima no haber tenido tiempo para haber trabajado el genio alemán con tan gran material!
Lo dicho, lo confieso, me siento culpable de disfrutar, y mucho...de esto.




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