Pues verás: yo creo que en el caso de los hombres, como ya he dicho, no es tan exagerado como en el de las mujeres...
Por otra parte, creo que Rambo es una de esas sagas que debió hacer acabado hacía tiempo. No por la edad/estado físico de Stallone, sino simplemente porque creo que era una historia que no se prestaba a continuaciones.
Aunque no lo creas, la primera me gusta hasta cierto punto. Incluso me gusta bastante (del Rocky original, en mi opinión, lo único salvable era la fotografía y la excelente banda sonora de Bill Conti). Pero nunca he entendido que la gente se empeñara en ver en ella una película parafascista, de exaltación bélica, etc., etc... En mi opinión, era todo lo contrario. Creo que la gente se quedó sólo con Rambo llevando una cinta en la cabeza, emboscándose en el bosque y dando para el pelo a los palurdos. Era, en realidad, justo al revés: una muestra de lo estúpidas y destructivas que son la gran mayoría de las guerras y de las consecuencias negativas que pueden tener. Negativas e inesperadas. Rambo era uno de tantos reclutas cuya casa había sido el ejército, que no había conocido otra cosa que la guerra, y para el cual el coronel Trauttmann era una suerte de figura paterna, y que al volver de la guerra, se encontraba con que no había sitio en la sociedad civil, y que hasta se le miraba mal. Los mismos paletos que se burlaban de él eran ésos por los cuáles había arriesgado su vida allá en Vietnam. No recuerdo si la película llega a mencionar algo de los orígenes de Rambo antes de la guerra, pero bien podría ser que procediera de una familia desestructurada o de un ambiente marginal, y que hubiera acabado en el ejército para eludir la cárcel o el reformatorio, como pasaba con muchos reclutas en aquella época. Hubiera podido reformarse allí, pero el resultado fue todo el opuesto, y se encontró vagando sin rumbo y sin objetivo cuando el sistema que lo había creado ya no tenía uso para él y además se desentendió de su vida. En cierto sentido, es el equivalente de los años 80 de mi admirada El Gabinete del Dr. Caligari, sólo que allí el mensaje era más simbólico y estaba contado de manera más artística: el rechazo de una guerra absurda e incomprensible y de unos políticos que llevados por oscuros intereses imperialistas, habían llevado a matar, a morir o a quedar seriamente dañados (de cuerpo y mente) a millones de personas inocentes, que ni siquiera comprendían el porqué de aquella guerra (básicamente oscuros intereses imperialistas y tratados secretos entre distintas potencias). Al personaje de Rambo le entendías porque estaba muy solo y desorientado; a pesar de su fuerza y sus habilidades, era alguien muy vulnerable. Aquí era donde se tenía que haber acabado su historia: Rambo era básicamente un tipo destinado a convertirse en alcohólico/asesino en serie, en acabar sus días en una cárcel o manicomio o sucidándose. Hubiera sido un final poco heroico (Rambo tampoco es un personaje demasiado heroico, un héroe es, a grandes rasgos, un personaje trágico, alguien que puede elegir, y elige no lo mejor para él, sino lo que es mejor para otros o debe hacerse, mientras que Rambo no decide, básicamente es un peón que hace lo que le manda su comandante o dicten las ordenanzas militares, sea rescatar a un grupo de compañeros de su pelotón cogidos presos por el enemigo o quemar un pueblo de campesinos donde se pueden haber escondido guerrilleros peligrosos; con todo, la historia se presta a cierto tratamiento trágico), pero coherente con el personaje y el contexto.
Ya las cosas se empezaron a torcer en la segunda. Con la excusa de rescatar prisioneros americanos se les ocurre mandar a nuestro traumatizado héroe precisamente al lugar donde perdió la chaveta: a Vietnam. Donde le tiran en paracaídas sobre la selva y pierde todo su equipo, salvo una especie de machete y un arco, y donde se acaba ennoviando de una chinita que tiene el infortunio de morir poco después... Es como de telenovela, pero de telenovela mala.
La tercera ya fue el despiporre. En plena era de la América de Reagan, vienen con la ocurrencia de mandar a nuestro recluta favorito a Afganistán, a combatir contra rusos malosos y a hacerse amigo de los talibanes
. No dicen nada de otras
deliciosas costumbres de esta
simpática gente, como lapidar a las adúlteras, ahorcar a los homosexuales, y, en suma, torturar hasta la muerte a aquel que haga o diga algo que, poco o mucho, se salga de lo que ordene el Corán.
Y hasta aquí mis aventuras con el personaje. La segunda y la tercera confieso que nunca he sido capaz de verlas enteras del tirón, y que por las demás ni me he molestado en ver el argumento.
Perdón por el
off-topic.