Poison
Hyundai Pavilion (San Bernardino), 1.julio.2006
Es una ocasión absolutamente única para un españolito medio fan del hard rock angelino como el que escribe estas líneas, el poder presenciar en pleno 2006 un auténtico festival de Glam Metal en California. Por una vez en la vida, los astros se alinearon para poder ver a bandas que jamás pensé que podría ver. Hasta seis bandas históricas (en mayor o menor medida) y una actual se reunieron para juntar a casi 15.000 nostálgicos.
El ambiente era digno de ver: la obligada competición de camisetas de bandas, a ver quién llevaba la más vintage, la más hecha polvo, la más molona (por cierto, ganaron las de Mótley Crúe por goleada); tetas de silicona aquí y allá; algún sombrero de cowboy; muchas gafas de espejo; culos femeninos que asomaban tras minifaldas y minipantalones imposibles; tatuajes por un tubo... y todo ello bajo un infernal calor del desierto californiano.
Y a los que les tocó la papeleta de caldear el ambiente (es un decir pues estábamos todos chorreando en sudor antes de entrar al recinto) en el escenario pequeño fue a Pretty Boy Floyd, que hicieron el mismo set de siempre, aunque interpretado sin muchas ganas y con un sonido bastante malo. Nada que ver con su actuación el año pasado en Barcelona. Sonó algún tema nuevo lamentable, mientras que mini-clásicos festivos como "Rock and Roll Outlaws", "48 Hours" o "Leather Boyz With Electric Toyz" sonaban totalmente descafeinados. Incluso la versión de "Toast of the Town" de los Crüe, ni el intento de calentar al personal con dos strippers funionaron. Para olvidar.
En el mismo escenario secundario salieron media hora después Bang Tango para dejar a la gente bastante indiferente también. Se reunieron alrededor de unas 150 personas a ver la banda de Joe LeSte, que sonó mejor que PBF pero solo logró cierto complicidad al cerrar el set con el "Highway to Hell" de AC/DC.
La acción se trasladaba ya al escenario grande donde Endeverafter acababan su actuación. Son una banda muy joven, con cierto regustillo metálico, pero tienen buenas maneras. Habrá que esperar a su disco de debut para ver si confirman las expectativas. La siguiente banda en tomar el escenario fueron Faster Pussycat. Estaba especialmente ilusionado con esta banda puesto que jamás les había visto en directo, pero para lo que vimos casi mejor me hubiera quedado igual. Un Taime Downe sin ganas, totalmente inmóvil en escena, con una banda de secundones sin carisma alguno se dedicaron a destrozar clásicos como "Bathroom Wall", "Cathouse" o la preciosa "House of Pain" que sonaron sin ninguna garra.
Por si fuera poco, la banda creyó conveniente presentar tres temas de un nuevo disco. ¿Pero a alguien le interesa realmente un nuevo disco de Faster Pussycat en 2006? Las tendencias pseudo-metálicas de los nuevos temas son sonrojantes y parece que Downe sigue empeñado en imitar a Marilyn Manson cuando hace ya 10 años que el reverendo no factura un disco potente desde "Antichrist Superstar". De momento el nivel era bajísimo y hubiéramos estado mejor en el motel con el aire acondicionado, pero la cosa cambió cuando Slaughter tomaron el escenario.
Normalmente denostados por la comunidad rockera, Slaugher basaron su set en su primer disco, "Stick it to Ya" y eso fue un acierto pues es su mejor trabajo. La voz de Mark Slaughter ya no está para muchos trotes, pero defiende temas como "Eye to Eye", "Burnin' Bridges", "Mad About You" y "Fly to the Angels" con bastanta dignidad. Aparte del discurso pseudo-patriótico que no acaba de encajar con una banda como Slaughter (incluso en el merch de la banda se podían leer frases como "American and damn proud of it") el show fue entretenido, y el público acabó coreando los temas con verdadera pasión.
Era el turno, por fin, de la banda que más ganas tenía de ver esa noche: Cinderella. Como auténtico apasionado de toda su discografía no podía esperar a ver a Tom Keifer sobre el escenario y la espera de todos estos años valió la pena. Un telón negro con el logo del grupo tapaba la escena mientras por la PA sonaba la intro acústica de "Bad Seamstress Blues" que obviamente empalmó con "Fallin' Apart at the Seams" con una explosión y la caída del telón. La primera sensación, aparte de la histeria, fue sentir la calidad de sonido impresionante que se gastaba la banda y el recinto.
Todo se escuchaba a la perfección desde el primer minuto y así, el bolo fue aún más disfrutable. A sus 45 (¡¡45!!) años, Keifer sigue siendo un gran frontman. Su voz ya no está al nivel que estaba incluso en el disco en directo "Live at the Key Club" de hace pocos años, pero el tipo sigue dándolo todo. Multi-instrumentista (tocó guitarra, pedal steel, saxo y piano) y líder absoluto, Keifer lleva las riendas de una máquina perfectamente engrasada que le apoya sin ninguna fisura (formación original con Jeff LaBar en la guitarra, Eric Brittingham al bajo y Fred Coury a la batería). Y pues como Cinderella no sacan un disco nuevo desde hace casi 12 años, el set list se basó en los mejores temas de siempre.
Cayeron "Push, Push", "Shelter Me", "Coming Home", "Nobody's Fool", "Hot and Bothered", "Gypsy Road" y demás una tras otra hasta completar un hora de show. La banda abandonó el escenario con un público totalmente entregado, pero volvió para acabar con "Don't Know What You Got ('Til It's Gone)" y "Shake Me" entre explosiones, llamas y solos de guitarra. Simplemente grandioso.
Y por fin llegaba el turno de la banda grande de la noche, Poison. Difícil lo tenían (por no decir imposible) para superar a Cinderella. Y no lo hicieron, aunque es justo decir que ofrecieron un muy buen show cargado de buenas vibraciones. Se abría la velada con una explosión y "Look What the Cat Dragged In" para empalmar con "I Want Action" y más pirotecnia en escena. Bret Michaels ya no es el bombón que lucía abdominales en los 80. Ahora más que lucir, trata de cubrir una calvicie incipiente con un pañuelo y un gorro de cowboy, pero sigue teniendo la voz en buena forma.
Rikki Rockett es todo un espectáculo tras la batería, pues no es capaz de estar un solo segundo sin hacer girar las baquetas en sus manos o mostrar alguno de sus trucos de batería de hard rock. Ello hace que los temas no acaben de caminar, pero poco importa ya que siguen sonando bien. Bobby Dall es el discreto de la banda, corriendo con su bajo por todo el escenario y cumpliendo a la perfección. Un caso aparte es el de C.C. Deville, consagrado ególatra que tiene la necesidad de hacer un solo cada 10 segundos. A consecuencia de ello supongo que la banda ha acordado darle el spotlight unos minutos con un solo de guitarra infumable y un tema propio lamentable llamado "I Hate Every Bone in Your Body but Mine".
A cambio, el entrañable C.C. se comporta (todo lo que puede) en el resto de temas. El repertorio se compuso de hits históricos como "Nothin' But a Good Time", "Ride the Wind", "Unskinny Bop", "Your Mama Don't Dance", "Fallen Angel" y por supuesto las monster ballads de la época "I Won't Forget You", "Something to Believe In" y, claro, "Every Rose has its Thorn" (con cascada de fuego de videoclip incluida). La banda aún tuvo tiempo de volver al escenario cuando el gran Ron Jeremy presentaba el tema que faltaba por escuchar, "Talk Dirty to Me", que fue coreado ampliamente de nuevo por el público poniendo así el punto final a un largo día de hard rock. Es justo decir que de las siete bandas, solo las tres últimas brillaron realmente, y los campeones de la noche fueron sin duda, Cinderella. Ojalá se acerquen por este país ya que siguen valiendo mucho la pena. ¡Promotores, a ver si espabilamos!