Elia Kazan (reducción de su apellido Kazantzoglou) fue un director de cine peculiar, polifacético, con una biografía y una carrera profesional llena de luces y sombras. Su excepcionalidad empieza ya en su mismo origen: Elia nació en Constantinopla (la actual Estambul), en lo que todavía era Imperio turco, el año 1909, en el seno de una familia griega procedente de la Capadocia (recordemos que griegos y especialmente armenios sufrieron en aquella época la persecución por parte de los turcos, llegándose, sobre todo por lo que respecta a los armenios, a situaciones calificadas de genocidio, algo que Kazan reflejará en la que quizá es su obra maestra por excelencia, America America). Su familia emigró, previo paso por Berlín, a Estados Unidos en 1913, instalándose en Nueva York.

Esa procedencia marcó claramente su obra: Kazan creció en un entorno cultural y lingüístico extraño a su familia, en la que se hablaba griego y turco, lo cual no impidió que el joven Elia se fuera haciendo paso en un ámbito donde la lengua es fundamental, como es el teatro. Kazan hizo un poco de todo: escenografía, iluminación, interpretación y finalmente dirección. Como actor, curiosamente, parece ser que se especializó en papeles de gánster. Decisiva para su futuro fue su participación durante los años 30 (y hasta 1941) en el Group Theatre, un colectivo teatral con inquietudes sociales que desarrolló su actividad durante la Gran Depresión y el New Deal, un hervidero de actores, escritores y directores (entre otros, Lee Strasberg, Clifford Odets, John Garfield, Franchot Tone, Frances Farmer, Howard da Silva, Sydney Lumet, Lee J. Cob y muchos más), de tendencia claramente izquierdista, cuando no directamente pertenecientes al Partido Comunista, como fue el caso de Kazan.

Esa pertenencia le acabaría acarreando graves problemas en el futuro, durante las investigaciones llevadas por el Comité de Actividades Antiamericanas en la posguerra, hasta el punto de marcarlo para el resto de su vida, en especial debido a la conocida delación de camaradas que protagonizó ante el Comité, la cual intentó justificar más tarde de manera más o menos convincente. Kazan comenta a Michel Ciment, en libro entrevista “Elia Kazan por Elia Kazan”, que a pesar de abandonar el Partido ya en la misma década de los 30, descontento con la presión que quería ejercer el Partido sobre el trabajo creativo, sus intentos de manipulación, además de la represión stalinista contra intelectuales y finalmente el pacto Stalin-Hitler, mantuvo siempre una cierta admiración por la URSS, hasta punto de mostrarse incómodo a la hora de criticarla.

A pesar de su dedicación al mundo del teatro (al Group Theatre tenemos que añadir su participación en el Actor’s Studio), Kazan confesó que siempre se sintió atraído por el cine, desde el momento en que descubrió a los grandes maestros soviéticos: Eisenstein, Dovzhenko y Pudokvin. Pero no fue hasta mediada la década de los 40 cuando pudo dar el salto a Hollywood, donde se le reclamó en vista de sus éxitos en Broadway. Así, en 1945, debuta de la mano de la Fox. Será con la Fox, y en particular con Darryl F. Zanuck, con la que mantendrá una colaboración más estrecha en sus primeros años como director, hasta que Zanuck cortó 20 minutos del montaje de Man on a Tightrope, momento en que el director decidió dejar Hollywood, y procurar a partir de entonces el control de los montajes de sus films, concentrando en la medida de lo posible los rodajes en la Costa Este.

Kazan no fue un director demasiado prolífico: empezó tarde, con 35 años (A Tree Grows in Brooklyn), y acabó pronto, con solo 67 (The Last Tycoon), rodando 19 films en 31 años. Luego, un largo silencio cinematográfico hasta su muerte, en 2003, con 94 años, que lleno con la publicación de diversos libros, de marcado carácter autobiográfico.

A esas 19 películas dedicaremos está revisión. A diferencia de otros directores, en el caso de Kazan no hay en su filmografía trabajos televisivos, solo cabe añadir su participación en dos cortos, de autoría colectiva, de carácter documental, fechados en 1937 y 1945. Así pues, el programa es el siguiente:

Lazos humanos (A Tree Grows in Brooklyn, 1945)
Mar de hierba (The Sea of Grass, 1947)
El justiciero (Boomerang!, 1947)
La barrera invisible (Gentleman’s Agreement, 1947)
Pinky (Pinky, 1949)
Pánico en las calles (Panic in the Streets, 1950)
Un tranvía llamado deseo (A Streetcar Named Desire, 1951)
¡Viva Zapata! (Viva Zapata!, 1952)
Fugitivos del terror rojo (Man on a Tightrope, 1953)
La ley del silencio (On the Waterfront, 1954)
Al este del Edén (East of Eden, 1955)
Baby Doll (Baby Doll, 1956)
Un rostro en la multitud (A Face in the Crowd, 1957)
Río salvaje (Wild River, 1960)
Esplendor en la yerba (Splendor in the Grass, 1961)
América, América (America America, 1963)
El compromiso (The Arrangement, 1969)
Los visitantes (The Visitors, 1972)
El último magnate (The Last Tycoon, 1976)

De las 19 películas no he visto A Tree Grows in Brooklyn, Pinky, Man on a Tightrope y The Last Tycoon, o sea que, en esta ocasión, a diferencia de otras revisiones que hemos impulsado recientemente (como las de Fellini o Hitchcock), habrá en mi caso primeros visionados. 11 de ellas las tengo en DVD (ninguna en BD) en mi videoteca, pero todas se pueden encontrar publicadas y disponibles en bibliotecas. Advierto, ya de entrada, que no soy, a día de hoy, un entusiasta de Kazan. Incluso sus mejores películas (hay en su filmografía, sin duda, un ramillete de obras maestras) no suelen forma parte de mis visionados periódicos. Algo hay en el cine de Kazan que, incluso gustándome, no me acaba de atrapar. Veremos hasta qué punto cambiaré mi valoración del director al final de esta revisión.

El método a seguir es el habitual: una película por semana. Empezaré con A Tree Grows in Brookyn, a finales de la semana que viene. Como el compañero Alcaudón (no sé si para irnos ambientando debería decir el camarada Alcaudón) parece que acepta el reto, y se une a la pareja habitual que formo con el iconoclasta Alex Fletcher, aviso que para los datos precisos sobre las películas estéis atentos a sus impagables fichas. Espero que el resto de “sospechosos habituales” os dejéis caer por aquí, ni que sea de vez en cuando. Kazan es un director bastante conocido y accesible, al que quizá, no obstante, haga falta dedicar una nueva mirada.

En todo caso, para el que quiera documentarse, hay bastante bibliografía disponible, empezando por el reciente dosier que le dedicó “Dirigido Por” en sus números 502 y 503. Tenemos también la habitual monografía de Cátedra: “Elia Kazan”, de Efrén Cuevas, o la ya citada macroentrevista de Michel Ciment, “Elia Kazan por Elia Kazan”, editada por Fundamentos (libro muy interesante, pero, eso sí, pésimamente traducido). Disponemos también de las memorias del propio Kazan: “Mi vida” (ed. Temas de Hoy), u otro libro de entrevistas: “Mis películas: conversaciones con Jeff Young” (ed. Paidós).

Empieza, pues, el recorrido. Os animo a que participéis activamente. Acabo con una cita directa del libro-entrevista con Ciment (redactado entre 1971 y 1972):

“[…] no espero ni deseo la alabanza universal. Se dice que son nuestros enemigos los que mejor nos conocen. Doy importancia al hecho de que ahora mis películas y mis tres libros molestan al público. Suscitan rencor y desaprobación, me crean enemigos. Hace tiempo mis películas eran admiradas universalmente; yo era el niño mimado de todo el mundo. Ahora que revelo mis rabias y mis dudas, a la gente le molesta mucho mi contacto. […] Pueden no gustar mis películas después de Viva Zapata, pero a mis ojos son las únicas que existen, las únicas que de una forma u otra dicen: ‘Aquí estoy, tal y como soy’ […]”.