En 1950, Elia Kazan estrenaba el film de cine negro Pánico en las calles.
La trama es, en apariencia sencilla, pero lo mejor de ella es el desarrollo de los acontecimientos. En una timba nocturna, en los bajos fondos de New Orleans, un tipo que acaba de llegar en un barco, gana a unos maleantes un puñado de dólares.
Uno de ellos, el más peligroso, contrariado con el resultado, ordena que vayan detrás de él para sacarle la pasta. En un forcejeo final, matan al inmigrante y se llevan el dinero.
A la mañana siguiente, el forense que ha de examinar el cadáver, sospecha de algo y llama a Clinton Reed, un teniente comandante, que lleva años como funcionario del Servicio de Salud Pública. Este confirma que estamos ante un caso extremadamente peligroso: la peste neumónica.
Las autoridades (alcalde, policía…) no lo creen, en un principio, pero Reed sabe de la extrema gravedad del caso, si las personas que han estado en contacto con el fallecido ,desarrollan la enfermedad, con lo cual en muy poco tiempo, habría una pandemia de peste “negra” por toda la ciudad, el estado y el país.
Solo tienen dos días para atrapar a estos tipos, y cada minuto que pasa, sin resultado positivo, es un minuto perdido frente al potente virus, que silente, se va extendiendo por toda la ciudad.
El elenco es muy notable.
Al frente, se sitúa Richard Widmark, como el militar especialista en enfermedades contagiosas. Cumple correctamente su cometido. Tiene gran carácter en su trabajo , que en este caso, será sobre todo, convencer una y otra vez, a todos de la peligrosidad de la amenaza.
También tenemos al Capitán Tom Warren, interpretado magistralmente por Paul Douglas. Interpreta a un tipo duro, curtido en las calles, a quien le cuesta trabajo cooperar con Widmark, pero que demostrará en el transcurso del film, una profesionalidad y una nobleza a prueba de plagas.
Como esposa de Widmark, tenemos a Barbara Bel Geddes, que es Nancy Reed. Tienen un hijo. Nancy es la autoritaria de la casa y su marido, el permisivo. Quiere a su marido y lo comprende, aunque es muy difícil lidiar con alguien como Clinton, que en el fondo, tiene un trabajo que no le satisface y se siente poco realizado.
Jack Palance es el cabecilla de los maleantes. Un tipo con un negocio respetable (una lavandería), pero que resulta altamente peligroso cuando le llevan la contraria. Blackie, su personaje, domina los bajos fondos de Nueva Orleans. Esos lugares en los que tanto el militar como el policía tendrán que adentrarse, pues la pandemia tiene su origen en ellos.
Puntos positivos:
Ya comentados, primero el guión, que con una historia sencilla, cumple la misión de interesar en todo momento, como si fuera un reloj con la cuenta atrás, siguiendo las averiguaciones para, en este caso, y es novedad, descubrir a los focos de contagio, y no a los malos, aunque en este caso, coincidan.
Segundo, el gran trabajo de todos, pero especialmente de dos personajes:
Bel Geddes, que en mi opinión, en sus grandes diálogos con su marido, le come la tostada, sobresale a él (a Widmark) en lo dramático. Tiene dos escenas, una riñéndole y otra posterior, consolándolo, que son muy buenas, y demuestra lo desaprovechada que esta actriz estuvo en el cine.
Paul Douglas nos presenta un personaje estupendo, que evoluciona, ampliando su arco interpretativo. De gruñón e individualista evoluciona, cuando se le conoce, a un tipo íntegro, colaborador y muy buena persona.
No quiero olvidarme del malo malísimo, Jack Palance, que ya jovencito, demostraba que tenía un carácter de mil demonios, y que su aspecto físico lo sabía explotar (o lo aprovechaban los demás: productores, directores…). Es un tipo duro e impone respeto a los demás. Es él el que hará más difícil la búsqueda a contrarreloj emprendida por las autoridades sanitarias y policiales.
También hay algunas escenas muy conseguidas, sobre todo, en los bajos fondos, y en el puerto. Me vino a la cabeza la maravillosa La ley del silencio, que creo yo que es una versión depurada en esto del muelle, los estibadores y los marineros. También quisiera destacar la del abordaje del barco que trajo al tipo muerto por la peste neumónica. Todos son pontencialmente contagiados y contagiadores, y a todos habrá que vacunar. Las ratas que plagan las bodegas del barco, origen de la enfermedad, atestiguan la situación de alto peligro.
Puntos negativos:
Quizá el que más destaco es que Richard Widmark no me llena en este papel. Me hubiera gustado que mostrara más aristas, me suena a una nota continua de carácter, disparando contra todos, incluida su mujer.
También, el doblaje en castellano (vi la peli con mi familia, y no había otra opción) no acompañaba, pues es uno de esos recientes.
Por momentos, se escuchaba alguna melodía de fondo, que sinceramente, me sacaban del drama de la situación. No se si en inglés, se escuchaba también.
Por tanto, y como punto final, debo decir que Pánico en las calles es un film muy notable, que se sigue con mucho interés, que asombrosamente, está más de actualidad que nunca, y que nos preparaba para el Kazan más “poderoso”, que desarrollará todo su pontencial en filmes como Un tranvía llamado deseo o La ley del silencio, con posterioridad.
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