Por cierto, me acabo de dar una paliza colocando todo el material (cómics, libros y películas - ayer también ropa -) que me he traido de casa de mi madre con ayuda de mis dos hermanos mayores.
Claro que un buen estímulo ha sido el ultimátum que me ha dado mi hermano nº 2 para que empezara a desalojar las toneladas (en un sentido literal) de material que he ido acumulando en mis (hasta ahora) 55 años de vida y que habían convertido mi cuarto y aledaños en una auténtica tienda de antigüedades, aunque no precisamente como la de Charles Dickens.
¡Recordad El Álamo!
