Teniendo el revionado de "Sólo se vive una vez" relativamente reciente, menos de 5 años y por fin en VO, no sé si volveré a verla, pero a mí también me pareció un film modélico en muchos momentos. Luego, la lectura del libro sobre su actriz y la retrospectiva del realizador en este hilo aunque no haya visto ni mucho menos todos los films que se han cubierto hasta la fecha, desde luego consiguen que me fije en aspectos sosegadamente fatalistas, incluso inevitables aunque abunde la lírica.
Existe un aspecto que no sé si ha mencionado, pero es la dicotomía naturaleza-civilización, y como ésta se enturbia ante el avance de la segunda (en este film hay muestras de sobra - esos bosques anónimos desposeídos del aura mitificante de Los Nibelungos I y en los que se caza a la pareja en su conclusión). Bien, hay espiritualidad y redención agónica en su final.
Igualmente como decís la labor de escenografía y fotografía (nieblas, sombras, escenarios sepulcrales o vacíos, como la habitación del desahuciado y ridiculizado profesor de "La mujer en la luna") frecuentan su etapa alemana de iniciación y dominio de la narrativa, también de la vida rutinaria (el comienzo de "M") y que dejan imágenes impactantes, la que ha puesto mad dog de la celda donde está encerrado Fonda y cuyas sombras de cada uno de los barrotes pson proyectadas en el suelo intensamente avasalladoras en forma de asaetamiento o ejecución del detenido como síntoma de su "sin futuro". También es verdad que al mismo tiempo incide ese cerco figurado más que físico en que curiosamente encontrará mayor seguridad vital preso del cuadrilátero que fuera de él. Pero eso no es vida, es otro tipo de muerte. Y ya que estamos, esa imagen impactante recuerda a otra que retrotrae a otro realizador que ya ha sido sacado a colación por su afinidad con Lang:
Con el mismo intérprete, una alegoría del asedio en ambos casos rodeándole.
Igualmente de cara a comprender algunos deja vu o excesos sentimentales, no tengo más que recurrir al subtítulo contundente que posee la biografía externa (no "auto") de la Sidney, "Paid by the tear", una afirmación que la actriz utilizó varias veces en vida especialmente en lo que relata su trayectoria cinematográfica y su sello particular de expresión; una oración que dice mucho de cómo veía la mujer su rol en Hollywood y para lo que se la requería, dicho con una resignada mordacidad y profesionalidad. No, no sintió Hollywood su hogar jamás; de joven llegó a odiar el lugar y no echó excesivamente de menos el lugar salvo para lucrarse por motivos familiares o necesitados de grandes ingresos o el clima de California como bálsamo para enfermedades.
Si a Sylvia le gustaba eminentemente el teatro como fuerza creadora muy por encima de los dictados más férreos del cine, por algo sería. Donde en las tablas se ejecuta de principio a fin un continuo despliegue de cualidades de pie a cabeza, a la sala cinematográfica únicamente llegaba una simulación en diferido y extremadamente recortada para su gusto.
Y sospecho que tanto Fonda como Sidney agradecían esas estancias más austeras como escenarios en las que ambos tuvieron que actuar en esta ocasión.
Aquí os dejo varias claves al respecto:
Spoiler:
Y por supuesto, es un film de amarga violencia, irremediable como sentimiento humano floreciendo. De sensación de billete de ida sin vuelta y ocasionalmente sucio o mugriento, más psicológicamente que físicamente. Una memorable película que aspira a covertirse en una concienciación de cuán fácil es la inflamación y propagación de la violencia, lo difícil de su contención (el rencor como motor definitivo y objeto de debate) y el sumiso y veleidoso reclamo que supone para la opinión popular revolcarse en temas delicados muy poliédricos (entre justicia e injusticia, prejuicios, causas perdidas; medidas despiadadas que tienen su cara y su cruz, y que ponen semilla de las cuáles otros se aprovechan y/o actúan en igual proporcionalidad amparados por la ley o fuera de élla, supuestamente por el juicio de un gran oráculo).
Seguro que se podría haber pulido más, pero de por sí el debate que abre es de lo más sugestivo.
Y muy interesante por lo que enuncia sobre la carrera del productor Walter Wanger, en búsqueda constante de material "cuestionable", salvo que cometió dos errores garrafales, al margen de su última colaboración con Lang, precisamente cuando pretendía dejar "su gran película" o contribución al séptimo arte para la posteridad subiéndose al tren de la grandiosidad cuando el paso de los cambiantes tiempos ha dictado que ni la "Juana de Arco" de Ingrid Bergman ni la "Cleopatra" de Liz Taylor, su tumba artística definitiva, se han revalorizado tanto como us propuestas más realistas y polémicas.