Tema: Fritz Lang: revisando sus películas

Entrega n.º 33:

27. SCARLET STREET (1945, PERVERSIDAD)



Director: Fritz Lang.

Producción: Diana Productions, Inc.

Distribución: Universal Pictures Company, Inc.

Productor: Fritz Lang.

Guion: Dudley Nichols, basado en la novela “La Chienne” (París, 1930) de Georges de La Fouchardière y la obra de teatro homónima (París, 1931) de Georges de La Fouchardière y André Mouëzy-Éon.

Fotografía: Milton Krasner, en blanco y negro (1.37:1).

Dirección artística: Alexander Golitzen.

Decorados: Russell A. Gausman y Carl Lawrence.

Música: H. J. Salter.

Montaje: Arthur Hilton.

Reparto: Edward G. Robinson (Christopher “Chris” Cross), Joan Bennett (Katherine “Kitty” March), Dan Duryea (Johnny Prince), Margaret Lindsay (Millie Ray), Rosalind Ivan (Adele Higgins/Cross), Jess Barker (Damon Janeway), Charles Kemper (Homer Higgins), Anita Bolster (Señora Michaels), Samuel S. Hinds (Charles Pringle), Vladimir Sokoloff (Pop LeJon), Arthur Loft (Dellarowe) y Russell Hicks (J. J. Hogarth).

Rodaje: 56 días / del 23 de julio al 8 de octubre de 1945.

Presupuesto: 1.228.770 dólares.

Duración: 1 h 41 m 49 s. (Copia en BD editada por A Contracorriente en 2020).

Estreno: 28 de diciembre de 1945.

Recaudación: 2.500.000 dólares (Variety, 8 de enero de 1947).



Muchos (y con razón, todo sea dicho) han querido ver PERVERSIDAD como una prolongación de LA MUJER DEL CUADRO, tanto desde el punto de vista de la forma como del contenido.

En el primer caso porque repiten cuatro de los actores (Robinson, Bennett, Duryea y Loft) así como el director de fotografía (Krasner), este último capital a la hora de aunar las dos propuestas en un asfixiante entorno onírico y/o de pesadilla que se ajusta como un guante a la elegante puesta en escena del director vienés.



En el segundo caso porque en ambas los dos temas que forman los nudos gordianos de las tramas son la Pintura y el Asesinato, siguiendo al pie de la letra la máxima de Thomas De Quincey…



Y es que si en LA MUJER DEL CUADRO el retrato de una bella y misteriosa mujer (Alice/Bennett) fascinaba a un profesor de criminología (Richard/Robinson) hasta el extremo de cometer dos asesinatos (uno directo y el otro indirecto), en PERVERSIDAD la obsesión de un modesto contable (pero pintor de vocación) (Chris/Robinson) por una hermosa y elegante prostituta (Kitty/Bennett) derivará en el mismo (doble) resultado.



Es más si en la primera es un retrato femenino el que abre el relato...



... en la segunda será otro el que lo cierre...



Como veíamos (o más bien leíamos) en la anterior crónica la Pintura tuvo un papel determinante en dos grandes clásicos coetáneos del cine negro como son LAURA (1944), de Otto Preminger y LA MUJER DEL CUADRO.

Además las dos dejan entrever la posibilidad (en el caso de la segunda más bien certeza) de que la mujer soñada (Laura (Gene Tierney) o Alice) no sea en el fondo más que el productor de la febril imaginación de dos hombres solitarios y profundamente enamorados (Mark (Dana Andrews) y Richard).

Hace ya varios meses y en el rincón dedicado al gran director francés Jean Renoir se comentó la versión que este llevó a cabo de la novela de Georges de La Fouchardière (1874-1946) y en términos justamente elogiosos.



En el presente caso, además de dicha novela, se tuvo en cuenta la adaptación que de la misma hizo André Mouëzy-Éon (1880-1967).



El prestigioso guionista Dudley Nichols (1895-1960) – que ya había colaborado con Lang en la espléndida EL HOMBRE ATRAPADO (1941) y en la que también había participado la actriz Joan Bennett (y ejerciendo, por cierto, el mismo oficio que en la cinta hoy comentada…) -, aunque había sido la primera opción del director, tuvo que declinar el ofrecimiento por su exigente contrato con la RKO (como queda bien expresado en su libreto para THIS LAND IS MINE (1943) de… Jean Renoir…).

Lang había confeccionado previamente un tratamiento de 33 páginas que serviría de base al siguiente guionista de la lista, su compatriota Ludwig Bemelmans (1898-1962) pero al que su afición desmedida por el alcohol le impidió culminar el libreto.

Un desolado (y enfurecido) Fritz Lang volvió a contactar con Nichols y esta vez si hubo suerte.

El nuevo (y definitivo) guionista se llevaría no sólo la bonita suma de 50.000 dólares sino también un porcentaje en los beneficios así como el formar parte de la junta de la recién creada Diana Productions, Inc.

Y, por cierto, ya va siendo hora de hablar de esta última.

Y es que por primera vez desde 1929, en concreto desde LA MUJER EN LA LUNA, Lang consiguió, siquiera temporalmente, el tener una compañía de producción de su propiedad.

De esta forma la Fritz Lang-Film GmbH de SPIONE y LA MUJER EN LA LUNA se convirtió en la Diana Productions, Inc. de PERVERSIDAD y SECRETO TRAS LA PUERTA (1948)…

… por no mencionar el western WINCHESTER ‘73 (1950), que hubiese sido la segunda película de la compañía pero que finalmente caería en manos de Anthony Mann quien firmaría una de las grandes obras maestras del género y que espero (y deseo) comentar entre HOUSE BY THE RIVER y GUERRILLEROS EN FILIPINAS…

Diana fue fundada en 1945 por el productor Walter Wanger (1894-1968) – con el que Lang ya había colaborado en la excelente SÓLO SE VIVE UNA VEZ (1937) -, la actriz y esposa de este, Joan Bennett (1910-1990) y el director objeto de la presente revisión.

El nombre de la compañía hace referencia a la mayor de las hijas de Bennett, producto del primero de sus cuatro matrimonios (y que Wanger adoptaría como propia).

Lang se convertiría en el presidente de la misma y se quedaría con más del 50% de las acciones mientras que Bennett se llevaría algo más del 30%.

Curiosamente Wanger no se llevó ningún porcentaje a pesar de que era el dinero de este, a través de su esposa, el que servía de financiación de las películas.

Y en cuanto a los salarios, Lang se embolsaría en este primer proyecto 75.000 dólares, Bennett 50.000 y Wanger 40.000, aunque este último se quedaría con un porcentaje de los beneficios netos que se dieran en taquilla.

Y qué mejor manera de recalcar el hecho de que estamos ante una obra PRODUCIDA por Fritz Lang que el que su nombre aparezca al inicio y al final de los títulos de crédito… iniciales…





Dado que no he leído la novela original carezco de la perspectiva suficiente como para dilucidar si la versión de Renoir es más o menos fiel que la de Lang.

Sin embargo, sí me gustaría destacar que ambas me parecen magníficas, aunque el tono de cada una de las propuestas es diametralmente opuesto.



Mientras Renoir se decanta por el humor, unas veces bufonesco, otras negro como la pez, Lang por el contrario prefiere hacer uso de uno de los temas que vertebra su filmografía como es el destino y la fatalidad.

En lo que sí creo que supera Lang a Renoir es en el personaje de la prostituta (allí Lulu, aquí Kitty), no porque Joan Bennett sea mejor actriz que Janie Marése sino porque me resulta mucho más creíble en el personaje de pintora anónima.



Sólo hace falta ver cómo viste (o más bien cómo la visten) a la una y a la otra para entender mejor la fascinación que el personaje ejerce tanto en Chris como en el elegante crítico de arte, el señor Janeway (Jess Barker).



De hecho, tanto LA MUJER DEL CUADRO como PERVERSIDAD podrían considerarse como tributos de Lang a la belleza de la actriz.

Un Lang que se adelantó a Kubrick (y al propio Nabokov) en una escena que auna la sexualidad y el sometimiento del protagonista...



Pero ya digo que ambas propuestas son igualmente disfrutables y no pondría una por encima de la otra.

Como decía al principio, lo que en LA MUJER DEL CUADRO no era más que un sueño, en PERVERSIDAD se ha convertido en una auténtica pesadilla.

Y no sólo eso sino que para acentuar todavía más el horror el protagonista no tendrá forma de despertar, de huir de ella, en el que tal vez sea el más amargo de todos los finales de la filmografía de su director.



Si en LA MUJER DEL CUADRO Robinson usaba el suicidio como forma de evadirse de las muertes de las que era el causante, en PERVERSIDAD no tendrá la misma suerte puesto que su intento de ahorcamiento será detenido a tiempo por el casero y un vecino.

No deja de ser curioso que, pese a lo sórdido de la trama, la película no tuviese el más mínimo problema con el férreo Código de Producción imperante en la época.

Tengamos en cuenta que Johnny (Duryea) es condenado a la silla eléctrica por un crimen que no ha cometido y, en cambio, el verdadero asesino, Chris, queda libre de toda culpa.

Sin embargo, será su (mala) conciencia la que le atormente hasta volverlo loco, algo que Lang rubricará de una forma magistral en ese demoledor final en el que el protagonista vaga como un fantasma por las calles de un Nueva York nevado y en su cerebro resuenan las voces de Kitty y de Johnny, burlándose de él.



Y si en EL GABINETE DEL DR. CALIGARI o en EL DOCTOR MABUSE la locura podría servir al menos de consuelo, no le sucederá lo mismo a Chris.

Y es que el verdadero Infierno está dentro de nosotros mismos.

Buenas noches y, buena suerte.