
Iniciado por
Casiusco
Lejos que pretender aplicar a rajatabla el concepto o funcionalidad de un/a "showrunner", sea focalizado en una persona, o en una organización, no me parece hoy algo tan lejano en sagas cinematográficas ya definidas, posicionadas, y con un evidente éxito -o, en este caso, incluso trascendencia- a sus espaldas.
No es lo mismo un primer film de una saga, o un film que pretende ejercer de reboot -argumental o financiero- de la misma, que entrar en un mundo ya definido y aceptado; o, más aún, en lo que supone, implica, comprende y alcanza StarWars.
No obstante, Synch, lo que has dicho me parece muy interesante. Y tienes razón. Porque, efectivamente, aunque no lo tuve en cuenta en mi post, esa función, rol, o capacidad de influencia/decisión, fue cláramente ejercida por George Lucas en la trilogía clásica. De hecho, incluso en la segunda trilogía, todos hemos visto cómo, además de dirigir el film, se buscaba su aprobación hasta en los aspectos más pequeños, secundarios, nimios, o intrascendentes.
En una segunda lectura de lo que escribiste me ha dado por pensar que esa función, o capacidad de influencia, no es igual cuando la ejerce un cineasta, que cuando la ejerce un/a ejecutivo/a; aún habiendo podido participar en otras facetas y en otros momentos. No es lo mismo.
Para mí, subjetivamente, en George Lucas el cariño, comprensión, empatía, y conocimiento de lo que significaba intrínsecamernte "StarWars", está muy por encima de lo que nos plantean de facto en estas últimas películas. Es quizá la diferencia entre un buen cuidador, y un buen padre. Y, aunque en su día tomó esa posición, o ese rol, seguramente en los seis primeros films, y probablemente a veces con rotundidad, su intención era otra muy distinta. Insuflar vida a aquel mundo; no poner a rodar un proyecto que asuma unas premisas, unos personajes preestablecidos, la opinión de los fans, y el potencial de mercado. Luego podría ser criticable, pero había una honestidad terrible hacia StarWars detrás de lo que hacía. Tanto en sus aciertos como en sus errores.
En estos "showrunners", personificados o diluídos en la maquinaria industrial de Disney, no encuentro ese cuidado, y ese cariño. Sólo el gusto por contemplar y administrar todos los detalles que pueden proporcionar el mejor producto posible, con algún tipo de coherencia muy distinta. Sin asumir apenas riesgos. Sin intentar hacer algo diferente. Sin seguir insuflándole vida.
Quizá por eso soy de los que pensamos que el -entretenido- Episodio VII, más allá del hype, va a envejecer mal. O que este exceso de películas que, sin estar mal, ni faltar ningún ingrediente, carecen de solemnidad, de "fuerza", no tienen esa alma especial que siempre caracterizó StarWars, incluso en sus episodios más criticados. Esa impresión de acontecimiento, no sólo como negocio, sino también en el latir de la historia.