Tras los signos de agotamiento de la cuarta, y eso que todavía jugaban los titulares, la quinta fue un claro aviso de que no merece la pena seguir insistiendo, por triste que resulte. Aquello es único e irrepetible, fue maravilloso mientras duró y lo que haría falta es menos parasitismo y más ideas nuevas, algo que en el pasado era normal y ahora parece ser misión imposible. Todo ello no va a frenar el ímpetu profanador de los ejecutivos, por supuesto, así que habrá nuevas entregas y mucho me temo que serán enormes bodrios Jurasic way.