29. Una mujer en la playa (The Woman on the Beach, 1947)



The Woman on the Beach, último film que Renoir rueda en Hollywood, es un film extraño, tanto en su argumento, con claras connotaciones oníricas, próxima en algunos aspectos al surrealismo, como en su producción, muy accidentada (al parecer, la mala acogida en los preestrenos hizo que RKO forzara a Renoir a introducir cortes y volver a filmar varias escenas, de ahí probablemente lo reducido de su metraje, de solo 71 minutos). La película está basada en la novela “None So Blind”, de Mitchell Wilson, con guion del propio Renoir y Frank Davis y adaptación de Michael Hogan, y, para la ocasión, en otro cruce con Lang, se contó con Hanns Eisler (que, recordemos, fue el autor de la música de Hagmen Also Die!) como compositor de una rica banda sonora, llena de matices. La atractiva fotografía la firman Leo Tover (que ese mismo año participó en un film de John Cromwell del que hablaremos en el hilo de Bogart, Dead Reckoning) y Harry J. Wild (que años después sería el responsable de la fotografía de la hawksiana Gentlement Prefer Blondes).

Renoir vuelve a rodar para la RKO (como ya hizo en This Land is Mine), con un reparto de peso: Robert Ryan, como el traumatizado teniente Scott, de la Guardia Costera; Joan Bennett (nueva coincidencia con el universo Lang), como la bella y misteriosa Peggy, esposa del famoso pintor Tod Butler (Charles Bickford), cegado como resultado de una violenta disputa con su mujer.



Scott sufre frecuentes pesadillas en las que rememora el hundimiento de un barco, una consecuencia de lo que ahora denominaríamos un trastorno por estrés postraumático (TEPT). Renoir filma esos sueños de una manera que nos recuerda algunas de sus primeras películas, en especial La fille de l’eau.





Pero incluso durante la vigilia todo lo que rodea a Scott tiene algo de fantasmagórico, de ensoñación: el brumoso y lluvioso paisaje costero, que recorre habitualmente a lomos de un caballo; el viejo cascarón de un barco naufragado, donde encontrará por primera vez a Peggy, y será su lugar secreto de reunión;





la solitaria casa donde habitan los Butler; la mirada perdida de Tod y sus enigmáticos cuadros (que, lamentablemente, nunca llegamos a ver, en especial ese en el que se dice que aparece Peggy desnuda
), etc.

Aunque Scott mantiene un noviazgo dentro de lo convencional con Eve (Nan Leslie, que encarna también la muchacha que aparece en sus sueños en el fondo del mar), que trabaja en una industria de construcción y reparación de naves, pronto se verá atraído por Peggy, con la que iniciará una relación amorosa bajo la “mirada” atenta de Tod, que sospecha del engaño, una muestra más de que se trata de un matrimonio que subsiste entre rencores y desconfianzas, en un clima asfixiante. Tod ha perdido la capacidad de pintar por culpa de Peggy, lo que probablemente ha incrementado su tendencia a maltratar a su esposa. Entre los dos, Scott oscila entre una cierta admiración por Tod y el deseo que siente por Peggy. Pero el respeto por Tod se resiente de sus dudas sobre si el pintor finge o no su ceguera, si es una trampa para mantener atrapada a Peggy, de ahí que lo ponga a prueba dejándolo solo al borde de un precipicio, provocando la caída del ciego, que, milagrosamente, se salda solo con algunos rasguños.



La tensión creciente entre los dos rivales culmina en una escena catártica en que salen a pescar a bordo de una frágil barca en plena tormenta. Se pelean y ambos caen al agua, pero son rescatados con vida. Tod, amargado y consciente de los deseos de su mujer de ser libre, de no continuar atada a ese retiro del mundo en el que se ha sumido su marido, quema los cuadros, que se ha negado siempre a vender, y por extensión la casa, como una forma de de ruptura de ambos con su pasado. Al final vemos marido y mujer se funden en un abrazo. ¿Se quedará Peggy con Tod? ¿Lo abandonará y se unirá con Scott? ¿Volverá este con Eve? Muchos interrogantes quedan flotando en la mente del espectador después del “The End” final.

Desde luego, no se trata de un film convencional, aunque ese recurso a lo onírico, a la ensoñación, a lo fantasmal, está muy presente en el cine de la época (desde Rebecca a Portrait of Jennie pasando por The Ghost and Mrs Muir), aunque quizá esto aquí todo expuesto con una mayor sequedad, alejada de todo romanticismo. ¿Es The Woman on the Beach la mejor película de Renoir rodada en Hollywood? Estaría inclinado a decir que sí, aunque esta vez la revisión de The Southerner me ha satisfecho notablemente.

La próxima semana cambiamos de continente: dejamos América para recalar en Asia, concretamente en la India, donde Renoir filmó un film extraordinario, The River, estrenado cuatro años después, en 1951.