Carpenter mezclaba de forma magistral el clasicismo formal (Scope innegociable, planos largos, acción sin cortes, composición de encuadres estudiada) con las temáticas más ochenteras de la serie B (slasher, aventura "tontorrona", scifi ligera, terror apocalíptico). Sin embargo lo hacía con una elegancia visual y un dominio del ritmo que estaban incluso adelantados a su época; en su momento no tuvo grandes éxitos de público ni de crítica, y hoy en día su cine se considera "clásico", con lo que eso representa y significa siendo obras de los 80, una década tan iconoclasta o irreverente formalmente. Lo malo es que su cine es muy de su tiempo, y su forma de narrar y sus temáticas ya no interesan al gran público, por lo que su retiro tiene todo el sentido del mundo. Es un maestro, y ha sabido retirarse cuando debía, lo que no es nada fácil para un artista.

Con Assault on Precint 13 ya demostró con menos de 30 años que no le hacía falta un gran presupuesto ni estrellas consagradas para rodar una película tan clásica que parece un western de Hawks con los vaqueros e indios trasuntados en policías y pandilleros. Incluso ya en 2001 se sacó de la manga Ghosts of Mars, que mantiene ese espíritu macarra y aventurero de décadas atrás y que aguanta perfectamente y con mucha dignidad ya en nuevo siglo. Carpenter siempre ha sabido lo que podía y sabía hacer mejor, y se ha considerado a sí mismo un artesano, no un artista. Tenía personalidad y sus proyectos eran tan personales que les ponía su nombre en el título. Además de buen narrador y director, es un cinéfilo más, y se nota solo con verle y oírle.

En Halloween cogió la mala baba del giallo sin ningún complejo, y se la llevó al barrio residencial americano. Añadió una Scream Queen con carisma y listo... un género "nuevo" puramente americano que se explotó durante décadas.

Películas como Escape from New York, Big Trouble in Little China e incluso They Live son ejemplos perfectos de cómo hacer cine de serie B, tanto temática como formalmente, pero con un cariño y una falta de prejuicios tales que resultan divertimentos nada culpables, maravillosos. Son de esas películas que puedes revisitar una y otra vez disfrutándolas, pero que siempre añoras el poder volver atrás y ver por primera vez, sorprendiéndote como un chaval.

Otras como The Thing (mi top 3 ever), The Fog o incluso Christine, están rodadas con ese clasicismo académico en lo formal, y a pesar de ser tan distintas temáticamente, las rueda con ese estilo tan personal y tan apreciado hoy día. Hoy no se podrían hacer películas así, ya que contienen esos tropos o convenciones clásicas tan perseguidas hoy día por no ser políticamente progresistas ni suficientemente "inclusivas". El cine clásico está herido de muerte, así que disfrutemos de uno de sus últimos maestros...

Y luego están otras como Prince of Darkness y In the Mouth of Madness, que son joyitas de terror apocalíptico con mucha personalidad; nunca entenderé a quienes las etiquetan de Lovecraftianas... no tienen absolutamente nada que ver, salvo el tono fatalista.

Su cine no tiene sentido en la actualidad, pero podemos (y debemos) seguir disfrutándolo y descubriéndoselo a los nuevos espectadores.