Vista. Hago mías las palabras de Marty, practicamente punto por punto. Es una gran película. ¿Perfecta?. ¿Redonda?. No. Está bien escrita y dirigida (no extraordinariamente) y, esto sí, magníficamente interpretada.
Pero quizá lo más importante es que es una obra necesaria, por volar libre, por huir de la corrección política imperante en estos tiempos y labrarse su propio camino al margen de ideologías y peajes varios. Y ese camino no es comodo. Ese camino nos obliga a mirarnos a un espejo y reflexionar. A cuestionarnos por que estamos donde estamos y somos como somos. Todos, "colores" al margen. Conclusión; lo esperable: le han dado palos hasta en el cielo de la boca (y lo que le queda).
También es un carta de amor al medio (a LOS MEDIOS, en realidad) y al personaje. Plantea una posible (jijiji...) narrativa a partir de una de las características definitorias del mismo (la ambigüedad, hay que tenerlos cuadrados), y vertebra desde ella la estructura narrativa del film, resultando perfectamente coherente por tanto con la trayectoria e idiosincrasia del Joker , y va más allá, porque muchas de la resoluciones dramáticas que expone solo podrían cuadrar en el caso de versar el relato sobre este personaje concreto. Con otro individuo, incluso tan al límite, no funcionaría. Así que nada es aleatorio ni ha sido dejado al azar.
Con veis, no he entrado en detalle acerca de las interpretaciones. Baste decir que De Niro esta impecable (¿cuantos años hacía?) y Phoenix se marca un Day-Lewis. No actua, desaparece y ves a Fleck/Joker. Inmenso se queda muy corto para describirlo.
Una vez dicho esto, barro para casa. La música me ha dejado alucinado, no por la composición en si (que un poco también, arriesgadisima y totalmente contracorriente), sino por la importancia narrativa y su aplicación en la película . La joven compositora, alumna y asistente del malogrado y añorado Johann Johannsson, hizo un trabajo muy correcto en Sicario 2, honrando lo escrito por su maestro para la primera entrega, pero ya en la impresionante mini serie Chernobyl (que por cierto recomiendo encarecidamente), se desató con un trabajo colosal, cosa que vuelve a repetir en Joker, donde la música es fundamental para terminar de comprender que quiere contar Phillips. De nuevo, hago mias las palabras de Conrado Xalabarder en mundobso, en su reseña de la partitura.
Ojo LEVES SPOILERS.
Para comprender el alcance de la música basta con imaginar el filme sin ella: el personaje del Joker quedaría prácticamente inexplicado. Porque la mayor parte de la música se dispone para subrayar y enfatizar aquello que le retuerce por dentro, psicológica y emocionalmente. Es la música de su turbación, de su desesperación y naturalmente de su desquiciamiento.
La melodía musical impone un orden, un control y una lógica (musical) que aplicada sobre un personaje le otorga un cierto orden, control y lógica. El que no haya música melódica aquí, sino una sucesión de temas tóxicos que se inoculan en Joker hacen que se transforme completamente, no solo en aspecto exterior, y también que se exponga, pues no es música para personaje sino de personaje: gracias a ella sabemos del tormento que le zozobra, escuchamos sus gritos de súplica y, finalmente, conocemos el grado de creciente descontrol y locura que le domina. La música, en constante erupción, le expone como alguien a punto de estallar, caótico, desquiciado. Y de su potencial peligro, cada vez mayor, con músicas que van más allá de él y se expanden a su alrededor generando un aura de de peligro, sumamente tensa y decadente. No es casual sino perfectamente planificado que en sus dos momentos más expeditivos no haya música sino silencio musical, lo que súbitamente le muestra sabiendo y controlando lo que hace y no como un arrebato más de su demencia. Tampoco es casual, sino brillantemente planificado, que en la parte final sí aparezca por fin música cláramente melódica para poner en evidencia que Joker ya tiene control sobre sí mismo. Es el tema del personaje, música que a lo largo del filme aparece fragmentada, como esperando su momento de eclosión.
Para el mundo real, el que le rodea y no le acepta, se disponen conveniente y acertadamente diversas canciones preexistentes a las que él intenta adaptarse. Finalmente, en lo que respecta a la música original, hay una calculada ambigüedad pues siendo más que obvias las músicas interiores, las que salen de él, otras no queda del todo claro si pertenecen a Gotham City -lugar entonces también enfermo- o si son músicas sobre la percepción que él tiene de la ciudad, lo que lo aproximaría mucho más a Travis Binkle de Taxi Driver (76), con el que película y personaje guardan muchos parecidos. Esta ambigüedad enriquece mucho al contexto, al personaje y también a toda la película.