TRAMPA PARA TURISTAS (1979) de David Schmoeller.
Para un buen puñado de gente -me incluyo- un auténtico guilty pleasure, que tomando digamos desvergonzadamente elementos de muchas otras (“La Matanza de Texas”, “Carrie”, “Los Crímenes del Museo de Cera”…), logra crear algo parecido a una personalidad, consiguiendo incluso influir a obras posteriores como “La Casa de Cera” (2005). Rehuyendo la violencia más gráfica, Schmoeller lo apuesta todo a la creación de mal rollo con el tema de los maniquíes y figuras de cera, usando con notable habilidad la sordidez y capacidad atmosférica que las películas de bajo presupuesto pueden llegar a alcanzar, ayudado enormemente por un genial score de Pino Donaggio que, muy ajustado a la peli, se balancea entre lo inquietante y la malicia juguetona. Chuck Connors se desata con su telequinético personaje psicópata, dueño de una gasolinera y una granja funhouse, y que convierte a sus víctimas en “autómatas”; y director y guionistas pasan olímpicamente -no sé si voluntariamente, por torpeza o desidia- de dar un desarrollo y lógica a la historia, hechos y personajes que apuntan (los poderes, el hermano, la esposa muerta…); pero no disminuye las fascinación que el film y su maravilloso ambiente eerie, surreal nos produce a algunos. Además, ahí tenemos a Tanya Roberts :
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