En este país carecemos de control de lo que es pirata y de lo que no lo es. Muchas ediciones que han acompañado a periódicos de prestigio eran muy dudosamente legales, y no digamos de muchos de los títulos que llenan las estanterías de grandes establecimientos muy serios como El Corte Inglés.

Algunas editoras no han comprado los derechos de lo que editan, hasta el punto de no molestarse siquiera en incluir el número de licencia del Ministerio de Cultura (y eso que, según parece, lo suministran sin efectuar la más mínima comprobación de adquisición de derechos).