Era cuestión de tiempo que Terrence Malick, ofreciese su particular visión sobre Hollywood, el cine, y las personas implicadas en su enrevesada industria. Es fácil acusar al realizador tejano, de haberse vuelto repetitivo, y cada vez más críptico y hermético; pero es enormemente injusto no valorar su percepción única e irrepetible de los hechos. De cualquier hecho, sobre todo si tomamos como punto de partida a The Tree of Life, como iniciación de una reflexión interior, personal y básicamente sensorial e intuitiva, como mecanismo base para llegar a la emoción pura.
Knight of Cups inició su andadura en la pasada Berlinale, con una recepción un tanto fría por parte de la mayor parte de la crítica profesional, pero por contra su escasa distribución, ayudo a alimentar las ansias de los espectadores por querer acceder a este trabajo. No es casualidad que a día de hoy, solamente se pueda encontrar a la venta en el mercado germano (Alemania, Austria y Suiza), y que muchos otros países se resistan a comercializarla o incluso a estrenarla en salas comerciales. Hay que recordar que en España permanece inédita, y de momento no se la espera. Malos tiempos para Malick, malos tiempos para el cineasta solitario; por contra el mejor momento para pararse a reflexionar sobre la preocupante escasez de ideas en la meca del cine, o mucho mejor dicho: la incipiente inmadurez con la que se gestan muchos de los trabajos filmados en norteamérica. Es justo ahora cuando los directores, guionistas "viejos" parecen más jóvenes y viceversa.
Knight of Cups levanta el telón con un plano de nuestro planeta, coronado por las auroras, y un satélite en este mundo de comunicaciones, cuando curiosamente cada vez se cuenta menos, a pesar de tener más medios que nunca. Rick (Christian Bale) representa a esa imagen errante del mundo del cine, en la que importan más los adyacentes, que los vinculantes. Fiestas de rodaje sin fin, mujeres, locales nocturnos, putas, o reuniones con falsas promesas cinematográficas llenas de contenidos inanes. Un trasiego de desesperación, en el que la familia queda en un segundo plano, y el estado depresivo se hace mucho mayor. Pese a todo la promesa del Padre de ir dejando guías, a pesar de todos los males, capaces de captar la atención y poder encauzar un camino. El camino, la Perla: la posibilidad de dar un sentido a la vida. Mostrar las señales y ser capaz de interpretarlas. Es así que Malick usa un prólogo sin título, y varios capítulos basados en símbolos y nombres de la cartomancia, para poder esgrimir y esculpir las circunstancias que presentan en la vida (las vidas). The Tree of Life tuvo la osadía de intentar comprender la vida. To the Wonder el amor terreno. Y Knight of Cups la soledad habitada, que es mucho peor que la soledad a secas; encontrar el punto de inflexión y (re)comezar.
Malick hace un uso extraordinario de las cámaras y los medios a su alcance. Prueba diversos tipos de películas, formatos y ópticas en consonancia a lo que quiere expresar en cada momento y como lo quiere contar. Se dilata y se contrae dependiendo del panorama. Mueve la cámara siempre suavemente, como si fuese un espía angelical al que le gusta observar el mundo del ser humano. Realiza un control espacial impecable, muy personal en el que la sensación de megalomanía está siempre presente. Sabe muy bien como hacer entrar y sacar a los personajes en el plano, acariciados por la música, arropados por su sensacional diseño de producción a cargo de Jack Fisk (habitual en Malick y Lynch) y Emmanuel Lubezki pintando con la luz y las sombras, concediéndonos otro sensacional trabajo en la dirección de la fotografía. Dirige a los actores (esta vez más que nunca), sin que ellos sepan lo que pretende contar en el resultado final, ofreciendo pautas y sensaciones pero sin asegurar en concreto donde entrará la TEMIBLE tijera de Malick en la sala de montaje.
Terrence Malick es uno de los pocos directores, capaz de ponerme la piel de gallina cuando veo sus películas. Me siento muy pequeño ante todo lo que quiere expresar. No siempre le comprendo pero siempre soy capaz de intuírle y percibirle. Me transmite paz, la sensación de un hombre con las convicciones muy claras (las que sean), carente de enfrentamientos con la vida. Como si hubiese alcanzado el ansiado acuerdo tácito para vivir en paz y armonía, sin cuentas que rendir. Libre de ataduras, plenamente humano e infinitamente vivo. Cada vez más inquieto, y cada vez más en su lugar.
No quiero dejar de mencionar al elenco femenino de la película, porque me parece que todas las actrices están maravillosas. Aunque sí que quiero destacar a Imogen Poots:
Actriz que me tiene completamente enamorado desde hace tiempo, y que aquí, en su breve intervención está más hermosa que nunca.
No es Knight of Cups una película para recomendar a la ligera. Es fascinación o rechazo, y pocas actitudes intermedias puede provocar. En cada espectador funcionará de una manera: habra a quien no le diga absolutamente nada, y habrá a quien le ofrezca todo. Lo único que sé, es que cada vez se está más cerca de La Perla. Porque cada día es un nuevo Empezar, para bien o para mal. Y eso es milagrosamente maravilloso. Dejar de ser el Knight of Cups en la vida, aprender redimirse, y poco a poco trascender más allá de infinito.
Está mi top tres del 2015. De un 8,5 o algo más, porque la sigo sacando jugo. He tardado mucho en decidirme a comentar algo, pero en verdad me parece una película extraordinaria. Este año ha sido para Malick, Miller, del Toro y Guédiguian.