Interesante asunto este. Hay que distinguir entre el consumo masivo y el coleccionismo.

En cuanto al consumo, masivo o no, yo estoy en los dos lados, en el claro y el oscuro. Como todo el mundo que está en el claro. Es evidente que el futuro es un Imagenio a lo bestia, es decir, que mediante suscripción a un precio de risa, tendente a 0, tengas acceso a una biblioteca digital virtualmente ilimitada de contenidos de música y cine.

Los nuevos contenidos destinados al consumo masivo acabarán no vendiéndose en soporte físico y serán accesibles mediante pago on line con "derecho" a pasarlo a soporte físico, obviamente a precios que hagan la copia "ilegal" poco interesante.

Otra cosa es el coleccionismo. Aquí las discográficas deberán ponerse las pilas y sacar productos que merezcan la pena, destinados al segmento del mercado representado por las personas mayores de 40 años que están acostumbradas al soporte físico y cuyos gustos musicales suelen ser duraderos, a diferencia de las jóvenes generaciones. Y a los menores de esta edad que vayan entrando en añitos.

Este segmento no es en modo alguno despreciable, no es aquí donde están bajando las ventas de discos. Estas bajan entre los jóvenes, porque hay menos y compran ucho menos. Pero entre los que fuimos jóvenes, las ventas suelen ir a más, porque vamos teniendo mayor poder adquisitivo y nuestra pulsión coleccionista nos lleva a ir aumentando el tamaño de nuestras disco/videotecas.

Sin embargo las discográficas viven en los laureles pasados e instalados en un modelo de negocio caduco y que habría pasado a mejor vida hace muchísimo tiempo, de no haber sido por el acceso del sector a ministerios hechos a la medida y su capacidad de presionar a los políticos de todo signo.

Sólo así se explica que el cine siga siendo una "excepción cultural" y que mientras que para traducir y editar un libro no haga falta sino tener el consentimiento del autor y del titular de los derechos de edición, sin embargo para doblar una película o exhibirla en una sala haga falta una autorización administrativa y cumplir no sé cuantos requisitos de cuotas y demás.

Al final, como en casa, el cine no se ve en ninguna parte.

Y ya para acabar con el rollo, así como la música que te gusta la escuchas una y otra vez sin aburrirte, lo que crea una predisposición a su conservación en un soporte físico duradero, no ocurre lo mismo con el cine, que rara vez ves las películas más de una o dos veces, incluso las que consideramos de culto. Aquí la pulsión para su conservación es mucho menor, excepto que se trate de alguna edición especial, por los extras.