La guerra de los chipirones
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o una teoría paranoica sobre la imagen.
Descartando que me esté volviendo loco, demasiado tarde,
voy a tratar de exponer mi teoría, mi paranoia.
Que debajo de la apariencia de adolescente pajero de Spilberg se esconde un pedazo de cabrón no se le escapa a nadie, pero esta vez se ha sobrao, se ha convertido en un Gran Cabrón, o en un Gran Hermano, lo que es esta película.
la película esta llena de casualidades que no son casuales, y que finalizada ésta se convierten en señales, en todos los sentidos.
La película empieza con un espectacular plano de grua, casualmente Ray (casualmente se llama Ray) trabaja en una grua, es estibador, coloca las cosas en su sitio en un mínimo espacio, o dicho de otro modo, es montador, de cine, Ray sabe el principio y el final de la película, sabe que sus hijos vienen y que los tiene que devlver a su madre, sobre el resto no tiene ningún poder de decisión, no es el director, sólo se limita a montar el material que otros ruedan, en concreto ciertos trípodes, casualmente trípodes.
Comienza la tormenta, y los relámpagos, sin electricidad no hay cine, y lejos de protegerse van atrás para poder ver mejor, sin espectadores no hay espectáculo, y empiezan a salir los trípodes, cuya característica principal es un gran ojo, un gran objetivo, por supuesto nadie se esconde, nadie en Estados Unidos se asusta de una cámara, y quien se mueve no sale en la foto, casualmente una de las primeras víctimas es un videocámara aficionado, donde manda patrón no manda marinero, los espontáneos en los toros, en el set de rodaje sólo profesionales.
Y comienza el montaje, la limpia, primero hay que eliminar a los extras, y luego los decorados, la tramoya, hasta que solo quede la esencia del cine, en palabras de Samuel Fuller: un hombre una mujer y una pistola, más un coche, en palabras de Godard y de Kiarostami, tenemos todos los ingredientes, ahora sólo hay que moverlos, montarlos, e-motion.
Es preciso tener los ojos bien abiertos, ver es vivir, mirar, y no necesariamente con los ojos, Ray parece olvidarlo en dos ocasiones, trata de manipular la imagen, de censurarla, primero con su hija, en el rio, en las casa, la mirada más inocente, más pura, y segundo con su hijo ,en la colina, sin ningú resultado, el hijo necesita verlo y lo ve, negar las imágenes no niega la realidad, y casualmente al periodista le salva la vida la cámara, casualmente, lo que no se ve no existe, está muerto.
¿Y porque mueren los trípodes, las cámaras?
Mueren cuando empiezan a ser conscientes de sí mismas, cuando se miran al espejo, cuando asumen que son ficción.
Mueren cuando Ray empieza a vivir su vida de forma consciente, cuando deja de ser un espectador de su propia vida, un simple montador, y se convierte en su propio director, cuando acepta la complejidad de la vida, cunado asume el misterio, que no se está a salvo en ninguna parte, que todos estamos igual de desvalidos, que no sabemos nada, que a las imágenes, la vida, no se les puede poner escudos, que la vida solo se puede vivir con los propios ojos, con los centros, muy abiertos, sin estar mediatizados por una cámara, por nada, por nadie.
Al mundo sólo lo puede salvar una mirada.
No se hicieron los chipirones para los chanchos.