Sesión doble dedicada a biopics de estrellas del cine, aunque tanto una como otra película solo tocan un episodio concreto de sus vidas.
Life (2015), de Anton Corbijn
El director holandés Anton Corbijn, prestigioso fotógrafo y realizador de videoclips, dirigió una magnífica aproximación a la vida de Ian Curtis, el malogrado cantante de Joy Division, en la muy recomendable
Control, bellamente filmada en blanco y negro. En esta ocasión, en color, se acerca a James Dean (encarnado para mí de manera poco satisfactoria por Dane DeHaan), en particular a su relación con el fotógrafo Dennis Stock (interpretado por un soseras Robert Pattinson), que autor de un reportaje para la revista Life que ayudó a su consagración como mito del cine y ídolo de la juventud. Dean acaba de rodar
East of Eden, de Elia Kazan (que, como también Raymond Massey, aparece como personaje en el film), y se encuentra a la espera de saber si entrará en el rodaje de
Rebel Without a Cause, de Ray (que también, al igual de Natalie Wood, sale en la película). Stock sigue a Dean a su pueblo natal, pasando unos días con su familia, lo que le permite acceder a una imagen distinta de la que se tenía del actor. Todo ello explicado de una manera más bien poco interesante, más parece que lo que busca Corbijn es reproducir algunas de las imágenes aparecidas en Life, como se muestra al final del film en un montaje de las fotos originales. Francamente, decepcionante, aunque no se pueda decir que se trate de un mal film.
Grace de Mónaco (
Grace of Monaco, 2014), de Olivier Dahan
Aquí en cambio no hay paliativos. Con la edad cada vez me cuesta más considerar una película como mala (supongo que ya me cuido de no ver las que tienen todos los números de serlo), pero en esta ocasión no vacilo en calificar la película del francés Dahan de malísima. Todo en ella me parece ridículo, comenzando por el guion que nos sitúa a Grace Kelly, princesa monegasca, ante un dilema, durante el año 1962: o volver al cine, aceptando el ofrecimiento de Hitchcock de rodar
Marnie (y alejarse así de una vida palatina que no le gusta, que la coarta en su manera de ser, tan americana), o quedarse junto a su marido para ayudarlo en la crisis que estalla entre el pequeño principado y su gigantesca vecina, Francia, por un asunto tributario. Pero si la historia, melosa y hagiográfica, que casi eleva a Grace a los altares, no funciona, el reparto no ayuda. Nicole Kidman no da para nada el tipo como la actriz de algunos de los mejores films de Hitchcock (de la que hemos hablado extensamente en el hilo dedicado al director británico); Tim Roth me parece directamente grotesco en su encarnación del príncipe Rainiero; y el resto de los actores parecen no saber qué tipo de tono darle a sus personajes, desde un Frank Langella que hace lo que puede con su papel del sacerdote Francis Tucker, a una Paz Vega como Maria Callas (¡!) o Robert Lindsay como Onassis. Un desastre que no hace nada de justicia a la brillante actriz.