Dos documentales y dos éxitos de los últimos años:
Dark Star. El universo de H.R.Giger, de Belinda Sallin. Se trata de un documental sobre la figura del suizo H.R.Giger, pintor, escultor, diseñador gráfico y, por encima de todo para los aficionados al cine, creador del monstruo de
Alien. Lo vemos deambulando por su laberíntica y fascinante casa en Zurich, ya mayor, con evidentes problemas de movilidad y de habla (de hecho, murió poco después de acabar el documental a consecuencia de una caída). Conocemos diversos aspectos sobre su vida y de su obra, tan característica. También lo vemos firmando libros ante una colección de fans de lo más pintoresco. Interesante para seguidores de sus creaciones, aunque como documental no sea nada especial.
Dead Slow Ahead, de Mauro Herce. A ratos fascinante documental sobre un barco de carga. La película prescinde de todo interés narrativo para centrarse en una colección de imágenes que intentan ser inquietantes o misteriosas a base de encuadrar la arquitectura del navío de manera peculiar o jugar con los colores, las sombras y los sonidos. Intenta ejercer una cierta atracción hipnótica respecto al espectador y, en algunos momentos, lo consigue, como esos programas televisivos que se dedican a mostrar sin más comentarios un viaje en tren, las labores de una obra o un paseo en moto por la ciudad. Lo que no entiendo es que en imdb se le aplique la etiqueta “horror” (¿?). Interesante, hubiera quedado muy “cool” como fondo visual en los bares musicales “modelnos” de los 80 (y quizá en los actuales también).
The Imitation Game, de Morten Tyldum. Sobrio drama histórico sobre el matemático Alan Turing, que consiguió desentrañar el código Enigma de la marina alemana durante la II Guerra Mundial. Aunque parece ser que la película se toma bastantes libertades históricas, las circunstancias que rodean a Turing me parecen muy bien narradas, en tres tiempos que se van superponiendo: su juventud, cuando descubre su homosexualidad y su interés por la criptografía; la investigación secreta durante la guerra, camuflados en una fábrica de radios, con un reducido equipo de colaboradores (entre ellos, Matthew Goode y Keira Knightley) que rinden cuentas al MI6 (encarnado con acierto por Mark Strong) y deben enfrentarse al comandante del puesto (Charles Dance); y sus problemas con la justicia a principios de los 50, cuando es denunciado por prácticas homosexuales, lo cual lo llevará a asumir la castración química. El film se fundamenta en la extraordinaria interpretación de Benedict Cumberbatch y en la corrección formal de la dirección de Tyldum, sin alardes pero limpia y clara. Interesante y emotiva sin caer en excesos.
Whiplash, de Damien Chazelle, con Miles Teller y J.K.Simmons. Me ha parecido una de las películas más tramposas que he visto en muchos años. Se trata de una especie de cuento con un ogro (Simmons, como Fletcher, terrorífico profesor de música que recuerda el sargento de
Full Metal Jacket, soez, violento, malcarado y dictatorial, como si de un dios se tratara, pero que al parecer todo lo hace en beneficio de que surja un nuevo Charlie Parker, ¡manda huevos!)
y un ceniciento (Teller, en una esforzada composición de estudiante que quiere ser un gran batería). El argumento es predecible hasta en sus más pequeños detalles (la relación con la chica; el accidente; la pérdida de las partituras), nada sutil, visto mil veces y mucho mejor contado. El final, que se supone apoteósico, me ha parecido ridículo hasta decir basta, en una transformación absolutamente increíble, inverosímil, del joven batería. El mensaje de superación de film me parece lamentable. No entiendo el éxito de esta película (bueno, sí, así está el patio). Después de verla, me temo que renuncio a ver
La La Land.