Safe (1995), de Todd Haynes
No sé qué magia especial tendrá el nombre de Todd para ser el de tres de los directores más interesantes de las últimas décadas: Todd Solondz, Todd Field y Todd Haynes (y quizá en el futuro se pueda añadir a Todd Phillips, si confirma lo mucho y bueno visto en Joker).
Con Solondz poco activo (hace siete años ya de Wiener-Dog, que creo que ni siquiera se llegó a estrenar en nuestras pantallas, la tuve que ver en la Filmoteca... con presentación del propio director), a la espera de ver Tár de Field, y pendiente todavía de The Velvet Underground, la nueva incursión de Haynes en el mundo de la música (después de las más que atractivas Velvet Godmine, sobre el glam rock, y I’m Not There, sobre el bardo de Duluth), he aprovechado un pase de TCM para revisar una de sus películas que prefiero: Safe.
Lo dispar de las temáticas de sus films, incluso desde un punto de vista genérico, me empareja a Haynes con François Ozon, otro interesantísimo director. En esta ocasión Haynes escribió y dirigió un film que podría haber firmado David Cronenberg, incluso la banda sonora recuerda las de Howard Shore para el canadiense (aunque la firma Ed Tomney), aunque es posible que el de Toronto hubiera afilado más los dardos y hubiera acentuado lo perturbador de las transformaciones de la protagonista, en su línea de hablar de la New Flesh y de la integración de las enfermedades en la evolución física y psíquica de la humanidad.
Carol (una superlativa Julianne Moore, solo por ella ya vale la pena el visionado) es una ama de casa de clase media-alta, que vive en una confortable vivienda ubicada en una zona residencial del Valle de San Fernando, aparentemente feliz y despreocupada (quizá demasiado, más bien su vida parece carecer de sentido, aburrida, rutinaria y sin alicientes).
Vemos como le hace el amor su marido, Greg (Xander Berkeley), sin que ella dé muestras de estar disfrutando, más bien parece asumir el “polvo” como parte de las obligaciones matrimoniales. Ocupada en decorar su nueva casa, en sus clases en el gimnasio o sus charlas con las amigas, otras amas de casa que parecen cortadas todas por el mismo patrón (en conjunto, un grupo de mujeres que nos recuerdan a otro personaje de Haynes, también interpretado por Moore, la Cathy de la sensacional Far from Heaven), poco a poco va a experimentar una serie de extrañas dolencias, de origen desconocido, que los médicos no saben identificar.
Parecen alergias múltiples, combinadas con cierta tendencia depresiva, producto, cree ella, del estrés (en todo caso, será del estrés de no hacer nada, algo que, doy fe, también puede estresar, y mucho). Su salud se va a agravar día a día, decidiendo finalmente ingresar en una especie de centro de curación alternativo, que tiene un cierto aspecto de secta, donde un grupo de personas que sufren enfermedades “ambientales” (derivadas de los productos químicos, los gases, los humos) buscan remedio a sus males, dirigidos por una especie de gurú, el escritor Peter Dunning (Peter Friedman), se dice que enfermo de SIDA, aunque luce radiante, y vive en una enorme mansión separada del resto.
Lo más curioso del film es que Haynes se mueve en la ambigüedad más absoluta sobre si el centro de Dunning es un enorme engaño, o si realmente se ofrece allí una alternativa curativa. Sea como sea, lo que veremos es que Carol no solo no mejora, sino que cada vez necesita de más y más aislamiento.
Una de las películas más angustiosas que he visto, te deja un mal cuerpo difícil de superar. Porque eso que parece dañar a Carol... nos rodea por todas partes en nuestra vida cotidiana.![]()