Tema: Luchino Visconti: revisando sus películas

Luis II de Baviera, el rey loco (Ludwig, 1973)



Aunque Visconti estaba interesado, después de Death in Venice, en la adaptación cinematográfica de “À la recherche du temps perdu”, de su admirado Marcel Proust (con lo que hubiera encadenado dos films basados en obras de sus narradores de cabecera, Mann y y el francés), problemas de financiación le impidieron llevarla a cabo, inclinándose por un biopic muy personal de Ludwig II de Baviera, aprovechando que durante el rodaje de The Damned había localizado los fascinantes escenarios donde se desarrolló la vida del monarca bávaro.

Con un metraje quizá excesivo (casi cuatro horas), la película, una coproducción franco-germano-italiana, tuvo un devenir accidentado. Además de no llegarse a rodar numerosas secuencias que estaban previstas en el guion (elaborado por Visconti junto a Enrico Medioli, con la colaboración de Suso Cecchi D’Amico), fue sometida a un considerable recorte en el momento de su estreno, de una hora aproximadamente. Aun así, sufrió todavía más recortes a lo largo de su comercialización. No fue hasta 1980, ya muerto el director, que no se recuperó, gracias al trabajo de Medioli, Cecchi D’Amico y varios técnicos de la película, el metraje original, siguiendo las pautas de montaje de Visconti, metraje que es el que ahora podemos ver en la edición en DVD (en mi caso, he visto la que editó en su día Manga Films).

Nuevamente, la coherencia lingüística no parece que importara en especial a Visconti, ya que la versión “original” está doblada al italiano (desconozco si se hizo una versión en alemán o en inglés al mismo tiempo), a pesar de que los actores principales, Helmut Berger (doblado por Giancarlo Giannini, al que veremos en L’innocente) y Romy Schneider (doblada por Maria Pia di Meo) fueran de habla germana, y que la historia hubiera sido más verosímil si los personajes hubiesen utilizado esta lengua. Además, como en The Damned, hay algunos momentos en que algunos personajes (camareros, soldados) hablan en la lengua que corresponde, generándose la misma sensación de extrañeza que se daba en la célebre secuencia de la noche de los cuchillos largos.

Sobre el título, hay que decir que, a pesar del utilizado en España, Luis II de Baviera, el rey loco (apelación a la locura del rey que también se incluye, según imdb, en alguna otra versión), Visconti se pronunció claramente en contra de considerar a Ludwig un loco. De hecho, creo que toda la película es, en cierto modo, un alegato en defensa del rey, un personaje extraño, raro (queer si se quiere), inadaptado, poco adecuado para el cargo, pero en ningún caso loco.

La película, en su versión extensa, se presenta como el resultado de una indagación llevada a cabo por miembros del gobierno bávaro con la finalidad de determinar el grado de competencia del monarca para gobernar. Se abre con la confesión de Ludwig, rey católico, al padre Hoffman (Gert Fröbe), previa a la coronación. Luego, en un plano que rompe la lógica narrativa del film, el conde von Holnstein (un Umberto Orsini casi tan tenso como en su papel de Herbert en The Damned), mirando a cámara y con un fondo neutro, nos cuenta que se va a llevar a cabo esa encuesta sobre el rey. Así, a continuación, vamos a seguir cronológicamente la vida de Ludwig desde el momento en que accede al trono, muerto su padre, en 1864, con solo 18 años,



hasta su muerte, en extrañas circunstancias, en 1886, a la edad de 40 años. A la declaración a cámara de Von Holnstein le seguirán 13 más, todas respetando el mismo estilo (primer plano, mirando a cámara, con fondo neutro), a cargo de diferentes personajes de la corte, algunos en más de una ocasión. Es una forma de condicionar en cierto modo el visionado de la vida de Ludwig, forzándonos a un cierto distanciamiento, y a que la cuestión de su incapacidad se plantee desde el primer momento. Podría parecer un recurso innecesario, incluso contraproducente, aunque la parte final del film, una vez concluida la encuesta y decidida la incapacitación del monarca (para mí, el mejor segmento de la película), adquiere un relieve especial quizá precisamente por el hecho de que se nos ha llevado hasta allí de forma condicionada.

Visconti y el equipo responsable del diseño artístico y el vestuario (Mario Chiari, Mario Scisci, Piero Tosi) se esfuerzan a fondo para recrear, hasta el más mínimo detalle, la fastuosa corte del rey y, con el tiempo, su obsesión por construir palacios fabulosos (que tuve hace años la oportunidad de visitar ): Linderhof, el “disneyano” Neuschwanstein o el versallesco Herremchiemsee, todo ello fotografiado con notable elegancia por Armando Nannuzzi, a pesar de seguir utilizando el zoom y el teleobjetivo, aunque con mayor moderación que en films anteriores. Si tuviera que formular alguna crítica en lo visual, sería al exceso de primeros planos, lo que, unido a un guion plagado de diálogos, convierte, sobre todo la primera parte de la película, en un constante desfilar de cabezas parlantes. Esa tendencia al primer plano, junto a una iluminación que cada vez más va haciéndose más oscura, más sombría, pueden acabar resultando asfixiantes.

Podríamos destacar tres aspectos fundamentales en el reinado de Ludwig. Por una parte, su fascinación por Richard Wagner (Trevor Howard), del que se convirtió en mecenas y primer admirador, ayudándole al estreno de “Tristan und Isolde” y a la posterior construcción del teatro de Bayreuth.



Wagner (al que un miembro del gobierno tilda de “aprovechado”), junto a su amante primero y esposa después, Cosima (Silvana Mangano), sacan sin duda provecho de su vínculo con Ludwig. Quizá el trío que componen Wagner, Cosima y su primer marido, el director de orquesta Hans von Bülow (Mark Burns, el histérico Alfred de Death in Venice, aquí mucho más contenido), hubieran requerido de un tratamiento argumental más extenso. Se comenta que una de las escenas que se quedaron fuera era la muerte de Wagner (en Venecia, en 1883, tres años antes que Ludwig) y el traslado de su cuerpo, con el multitudinario recibimiento en Múnich, antes de su entierro en Bayreuth.

El otro personaje clave en la vida de Ludwig es su prima Elisabeth, la emperatriz austriaca, la célebre “Sissi”, interpretada por Romy Schneider. Schneider muestra una madurez como actriz que nos hace olvidar su papel en Il lavoro. Siete años mayor que Ludwig (casi los mismos en que Schneider superaba a Berger), quizá, según algunas versiones, la única mujer a la que se sintió sentimentalmente unido, Elisabeth es una monarca mucho más lúcida y cínica que el inexperto e idealista Ludwig.



Sus conversaciones, delicadamente filmadas, permiten comprobar hasta qué punto Ludwig dependía emocionalmente, pero también políticamente, de sus consejos. Es Elisabeth quien le insiste en la necesidad de casarse, para lo cual le ofrece la su propia hermana, Sophie (Sonia Petrovna), lo que supondría un nuevo matrimonio entre familiares. Como dirá más adelante Ludwig, las casas reales de Centroeuropa, los Wittelsbach (de la que forma parte Ludwig), los Hohenzollern (monarcas prusianos) y los Habsburg (emperadores austriacos) todo lo hacen en familia, se casan, tienen hijos, guerrean entre sí, son “incestuosos y fratricidas”. Quizá muestra de esa mezcla de sangres sea la locura, esta sí indiscutible, del hermano de Ludwig, Otto (John Moulder-Brown, el inquietante actor británico que había aparecido unos años antes el film de Chicho La residencia).



El otro aspecto que pende sobre Ludwig, como la espada de Damocles, durante su reinado, es la conflictiva política europea de la época, una mezcla de guerra e intrigas diplomáticas, que tiene al victorioso canciller prusiano Otto von Bismarck como personaje dominante. Aunque Bismarck no aparece en el film directamente, lo hace a través de Von Holnstein, cuando este le plantea a Ludwig la necesidad de dejarse absorber por el naciente imperio alemán, configurado sobre la base de Prusia, la ganadora de la guerra con Austria y Francia. Ludwig se muestra desinteresado, cuando no directamente horrorizado por la guerra, por la muerte de sus súbditos. Su aparente locura, sus obsesiones, sus manías, son una manera de huir del horror de la política, la búsqueda personal de la libertad. Precisamente uno de sus más estrechos colaboradores, Dürckheim (Helmut Griem), le retraerá que se dedique a la búsqueda de un imposible, la libertad personal (lo que no deja de ser un comportamiento infantil, evasivo, egoísta), cuando por su condición de monarca solo la podrá conseguir en tanto que la consiga su pueblo.

Pero Ludwig seguirá con su actitud evasiva, incluso la incrementará con los años, alejándose de la corte de Múnich, buscando refugio en sus castillos y en las compañías masculinas (así, sus sirvientes, Richard Hornig, o Weber, o el actor Kainz, al que le exige que recite sus textos preferidos constantemente, como si fuera un esclavo). Renunciará a su matrimonio con Sophie e incluso arrojará al agua a una actriz que el gobierno le envía para confirmar sus inclinaciones sexuales.

La película va haciéndose cada vez más fúnebre, y Ludwig un personaje más aislado (en un proceso que, salvando todas las distancias, que son muchas, me recordó algo el del Iván el Terrible eisensteiniano).



Cada vez con peor aspecto físico, con la boca podrida (al parecer por una afición desmesurada a los dulces), encerrado en sus aposentos, dejándose llevar por sus fantasías wagnerianas (ese lago que nos remite a la gruta del Venusberg de “Tannhäuser”, llena de cisnes, referencia a su vez a “Lohengrin”),



o esa cabaña donde organiza algo así como orgías homosexuales, que nos recuerda la secuencia de Bad Wiessee en The Damned, aunque sin la truculencia final de esta. Incluso su aislamiento le lleva a rechazar la visita de la emperatriz Elisabeth, su única amiga, avergonzado de su aspecto.

Finalmente, el gobierno ofrece la regencia al príncipe Luitpold y decide derrocar al soberano por considerarlo inhabilitado para el cargo, lo declaran enfermo mental (le diagnostican paranoia). En una noche de tormenta, los conspiradores visitan el castillo de Neuschwanstein, que por la noche ofrece una imagen de fortaleza gótico-romántica, casi de cuento de terror.

La suerte de Ludwig está echada, aunque en un primer momento hace detener a los miembros del gobierno. Será conducido al castillo de Berg, donde quedará internado, bajo estricta vigilancia médica. A pesar de ello, consigue salir una noche a pasear con el psiquiatra que lo atiende, el profesor Von Gudden. Ambos serán hallados muertos, aparentemente ahogados, en las aguas del lago Starnberg. Como le dice Ludwig a Gudden durante ese paseo, él es un enigma incluso para sí mismo. Y como tal, enigmática será su muerte, aún a día de hoy discutida: ¿muerte natural, asesinato, suicidio? Con una imagen congelada del rostro, ya cadáver, de Ludwig, se cierra el film.

La película, probablemente desmesurada en su extensión, se valora en ocasiones como una forma de consagrar a Helmut Berger como actor. Lo cierto es que, en mi opinión, y a pesar de la limitación que implica estar doblado, creo que Berger consigue una gran caracterización como Ludwig, vemos en pantalla como se va transformando, desde el joven apuesto e idealista del principio, al envejecido y enfermo monarca del final. Junto a Berger, en general el reparto está muy bien seleccionado, en una de esas mescolanzas de nacionalidades y lenguas típicas del cine italiano de gran presupuesto, y en particular de la filmografía de Visconti.

Quizá el resultado final se resienta de las malas condiciones en que Visconti tuvo que acabar la película, ya que, en julio de 1972, con 65 años, sufrió un ictus cerebral que le dejó paralizada la parte izquierda del cuerpo, necesitando varios meses para recuperarse. Durante ese período, Visconti se dedicó a dirigir el montaje y a supervisar la banda sonora, donde suena en especial la música de Wagner (incluida una pieza de piano de Wagner, inédita hasta entonces). Luego, como ya he comentado, vinieron los cortes drásticos de metraje y una carrera comercial accidentada. Quizá Visconti cayó en la desmesura, como el rey bávaro en su obsesión a la hora de construir castillos. Con todo, me parece un film admirable en muchos aspectos.

Quizá para compensar el esfuerzo titánico de Ludwig, la próxima entrega será un film íntimo, de cámara, rodada en estudio, entre cuatro paredes, Gruppo di famiglia in un interno, una ocasión de reencontrarnos con Burt Lancaster, junto a los ya habituales Helmut Berger y Silvana Mangano.

Iniciado por mad dog earle

¿Y no crees que hay algo del mismísimo Mann en la caracterización de Gustav von Aschenbach (Mahler, por ejemplo, no llevaba bigote, al menos en su madurez)? Conocidas son las tendencias homosexuales del escritor y sus disquisiciones sobre el arte y la belleza.

Eso es cierto en las escenas del Aschenbach viejo, pero, en el plano en que llora junto al árbol por la muerte de su hija, ese es Mahler sin duda alguna.

Iniciado por mad dog earle

Ciertamente, evitó con buen tino la voz en off, pero en cambio recurrió a unos flashbacks en muchos casos un tanto irritantes, en especial aquellos en los que Gustav discute con (o más bien soporta a) su amigo Alfred, todo ello ausente de la novela.

Como he dado a entender, una función principal de los flashbacks parece ser identificar las figuras de Aschenbach y de Mahler, puesto que suelen introducir elementos biográficos del músico, aparte de preparar el terreno para ese conflicto entre Apolo y Dionisos que no sé si se hubiese entendido muy bien solo con imágenes. Esas disquisiciones con Alfred eran parte de lo que antes me irritaba y ahora no tanto.

Iniciado por mad dog earle

En la novela se aprecia que Tadzio no es ajeno a la fascinación que provoca sobre Aschenbach, aunque, al igual que en el film, no hay contacto más que visual.

Sí, pero me queda por saber si en la novela es tan "zorrón" como en la peli.

Iniciado por Abuelo Igor

Sí, pero me queda por saber si en la novela es tan "zorrón" como en la peli.

Aunque no es lo mismo narrarlo mediante la escritura que mostrarlo en imágenes, yo creo que algo "zorrón" sí es. Como he mostrado mediante un breve pasaje, es muy consciente de la reacción que provoca en Aschenbach. En todo caso, te animo a leer la novela, es muy breve, solo 100 páginas en la edición de bolsillo que he citado de Plaza & Janés (o sea, una sesión de tarde). De todos modos, mejor si recurres a otra traducción, esta me parece un tanto dudosa (ya cité dos errores de bulto en mi comentario).

Ludwig es tremenda también...

La escena del estanque de los cisne, es junto la barbería de ¨Muerte en Venecia¨, esa escenas que llevan la narración hasta esos límites entre lo grotesco y lo sublime...En ello hay una autocritica del propio autor...Visconti llega lejisimos en su decadencia...


Como anécdota contar que los palacios de Ludwig y claro, la obra de Wagner, han dado sustanciosos beneficios a Baviera...

Esta Luis II de Baviera, el loco, que ha revisado magnífica y exhaustivamente mad dog, consiguió una nominación a mejor vestuario en los Oscar de 1974, para Piero Tosi, colaborador habitual de Visconti.
Ese año, el premio recayó en la eterna Edith Head, por El golpe (la película triunfadora ese año), y que por cierto era su octavo y último Oscar conseguido en esta categoría de mejor vestuario.

Meursault (Marcello Mastroiani) vive de modo rutinario,es un individuo al que parece no afectarle nada,fallece su madre y acude al duelo con indiferencia,sale con Marie (Anna Karina), como podría estar con otra..le ofrecen un curro en Paris y el chorbo se queda tal cual....ni tiene aspiraciones ni espera nada del futuro.


Visconti adapta la obra de Camus mostrando al hombre sin atadura moral... al que nada emociona,un conocido le pide ayuda para vengarse de una chica. Meursault, indiferente y dispuesto a todo...consiente y poss vale mata al hermano de la chica.El juicio es caricaturesco, se le juzga por despachar a un semejante...sin embargo el fiscal utiliza argumentos sobre la personalidad del pavo...


Era una película de Fernandel.
Damas y caballeros del jurado,
el día después de la muerte de
su madre, ese hombre fue a la playa,
empezó una relación irregular y se
divertía viendo un filme cómico

este juego a mí no me acaba de convencer en pantalla,sí en Camus...a Visconti no le va la labor y la voz en off tampoco funciona.
Marcello le pone ganas...la verdad es que ni la he visto en calidad aceptable ni voy a puntuarla
Es un batiburrillo de nada quiere decir nada que revisionaré.

He pensado sinceramente en hacer un Alcaudón a lo Green Card, o sea no comentar películas que no me han gustado, pero uno es un profesional y tiene que cumplir con el contrato firmado, aunque lo haré muy corto, quizá tres palabras, más esquemático, así habiendo puntos y apartes parece que el comentario sea más largo y le dará más volumen (vacío).


No me ha gustado:

- Evidentemente la duración, es infernal en su desarrollo, aunque mejor valorable vista en perspectiva global, cosa que repetiré en la sección más amable. Las dos primeras horas la vi en dos días, el aburrimiento hizo mella en mi, y me dormí dos veces. La segunda parte del film la pude ver de un tirón.

- La calidad del visionado no ha ayudado, una copia de poco peso donde resulta una muy mala calidad de imagen por poca definición. Doblada al castellano, pero aquí es menos importante, ya que la hipotética versión original los actores estan doblados

- Romy Schneider y mi tirria por la saga Sissi, hacen que aunque interpretando al mismo personaje pero con más matices oscuros, menos mal, la manía sigue ahí y aunque no lo hace mal, y tiene los mejores momentos del film con Berger, aún tengo dichas trazas en sangre.

- El recurso del fondo neutro con el personaje de turno nos explique y nos sitúe en contexto, me han parecido irritantes por abuso, muchos de ellos innecesarios.

- El subgénero de la realeza, nunca me ha atraído y más con dicha duración.


Me ha gustado

- Evidentemente el personaje de Ludwig por la interpretación de Helmut Berger, que siguiendo con el primer punto de la extensa sección de vinagre, lo mejor del film visto en perspectiva global, es la involución física de Ludwig

- Interesante también el posicionamiento de Visconti en defensa de Ludwig, sin manipular los hechos históricos para su posicionamiento, hacen que este contrapunto sea muy interesante.

- El ambiente real de interiores, palacios y demás es un caramelito que sospecho que sería disfrutón en alta definición a nivel visual, porque visto en calidad de VHS es menos disfrutable.

- La parte final entra mucho mejor, pero uno viene enquistado por el aburrimiento anterior.


En resumen no se puede decir que sea mala película, pero he tenido la misma sensación de tostón que en el ciclo de Antonioni que hicimos con el misterio de Oberwald o en mi ciclo de Umberto Lenzi que hago, con Catalina de Rusia, todas ellas muy aburridas y soporíferas.

Iniciado por Alex Fletcher

He pensado sinceramente en hacer un Alcaudón a lo Green Card, o sea no comentar películas que no me han gustado, pero uno es un profesional y tiene que cumplir con el contrato firmado, aunque lo haré muy corto, quizá tres palabras, más esquemático, así habiendo puntos y apartes parece que el comentario sea más largo y le dará más volumen (vacío).

Di que sí. Esto de ser un cinéfilo empedernido dedicado al revisionismo tiene su precio.

Iniciado por Alex Fletcher

- Evidentemente la duración, es infernal en su desarrollo, aunque mejor valorable vista en perspectiva global, cosa que repetiré en la sección más amable. Las dos primeras horas la vi en dos días, el aburrimiento hizo mella en mi, y me dormí dos veces. La segunda parte del film la pude ver de un tirón.

Ya te avancé que la segunda parte mejora notablemente. La primera, ciertamente, puede resultar algo soporífera, especialmente si se empieza a ver después de comer (que es lo que yo hice ). Creo que hay un abuso de cabezas parlantes, algo que se modera a medida que el film avanza.

Iniciado por Alex Fletcher

- La calidad del visionado no ha ayudado, una copia de poco peso donde resulta una muy mala calidad de imagen por poca definición. Doblada al castellano, pero aquí es menos importante, ya que la hipotética versión original los actores estan doblados

¿Qué versión has visionado? Yo tengo la de Manga Films, que no está mal, aunque "sufre" un poco en los momentos más oscuros. Sobre el doblaje, no me repito, pero creo que aunque sea tan incogruente ver al rey bávaro hablando en italiano con su prima Sissi como verlo en castellano, es siempre preferible acudir al que se supone que ha supervisado el director (cosa que, en este caso, supongo que tuvo que hacer en silla de ruedas, por culpa de su ictus).

Iniciado por Alex Fletcher

- Romy Schneider y mi tirria por la saga Sissi, hacen que aunque interpretando al mismo personaje pero con más matices oscuros, menos mal, la manía sigue ahí y aunque no lo hace mal, y tiene los mejores momentos del film con Berger, aún tengo dichas trazas en sangre.

Yo no soy muy de la Schneider (y eso que no he visto ninguna película de Sissi), pero aquí la veo francamente bien. Incluso ese rostro, en el que se empieza a notar el paso del tiempo, me parece más atractivo que el de Il lavoro.

Iniciado por Alex Fletcher

- El ambiente real de interiores, palacios y demás es un caramelito que sospecho que sería disfrutón en alta definición a nivel visual, porque visto en calidad de VHS es menos disfrutable.

Viviendo en Suiza, te puedes marcar una excursión a Baviera y verlos todos. Yo lo hice hace muchos años, aunque en dos tiempos: Neuschwanstein (y el cercano Hohenschwangau, preexistente a Ludwig) y Herrenchiemsee en 1983 y Linderhof en 1992 (huyendo de los fastos olímpicos).

No se que edición es, no la tenía en formato físico, era formato gaseoso ya que ya se fue

Lo del plan turístico es interesante, pero mi primera opción es el tour de la brujería, descubierto en los extras de Suspiria de Argento, donde este se fue de rutillas por ambientes de brujería a nivel europeo, y curiosamente habla de un pueblo al lado de Basilea como fuente de inspiración, tengo que investigar más.

No le aconsejo a nadie leer en diagonal. En vez de rutillas, entendí que se fue de put....

Iniciado por tomaszapa

No le aconsejo a nadie leer en diagonal. En vez de rutillas, entendí que se fue de put....

Aquí, en Suiza, es una profesión legal, pagan sus impuestos, cotizan para la jubilación y seguro que ganan un pastizal, porque vicio de haberlo haylo.

Iniciado por Alex Fletcher

Aquí, en Suiza, es una profesión legal, pagan sus impuestos, cotizan para la jubilación y seguro que ganan un pastizal, porque vicio de haberlo haylo.

Para mí, hace años era impensable. Pero visto lo visto, creo que es la mejor de las soluciones.

A mí sí me gusta Romy en su etapa drama creo que tiene roles potentes.

Iniciado por hannaben

A mí sí me gusta Romy en su etapa drama creo que tiene roles potentes.

Mismamente su aparición en El cardenal, de Preminger, que le valió su única nominación al Globo de Oro a mejor actriz de drama (premio que acabó ganando Leslie Caron en La habitación en forma de L)

Saludos amantes de Visconti! Haré la review de La caduta degli Dei
que me sigue pareciendo lo que llevo visionado tétrica casi terrorífica y retomaré el tema en septiembre.


La performance a lo Dietrich de Helmut me encanta.

Iniciado por hannaben

Saludos amantes de Visconti! Haré la review de La caduta degli Dei
que me sigue pareciendo lo que llevo visionado tétrica casi terrorífica y retomaré el tema en septiembre.

Pues tendrás "cuaderno de verano" con sus 4 últimas películas. Procura no ver Ludwig después de comer, en especial si es un día canicular.

Iniciado por mad dog earle

Pues tendrás "cuaderno de verano" con sus 4 últimas películas. Procura no ver Ludwig después de comer, en especial si es un día canicular.

No problem.Me gusta el cine italiano...las 4 h de Ludwig en principio no las temo.Visconti ha sido una agradable sorpresa...lástima no ver la de Camus en calidad aceptable,este señor hizo muchas cosas..Pensaba que su filmo era más extensa.

Iniciado por hannaben

No problem.Me gusta el cine italiano...las 4 h de Ludwig en principio no las temo.Visconti ha sido una agradable sorpresa...lástima no ver la de Camus en calidad aceptable,este señor hizo muchas cosas..Pensaba que su filmo era más extensa.

Hay que tener en cuenta que se puso tarde (mediada la treintena), en tiempos muy difíciles (guerra y posguerra), y además se dedicó ampliamente al teatro y a la ópera. En 33 años, 14 largos y 3 episodios en films colectivos, lo que, teniendo en cuenta lo laborioso de la producción de algunos de los films, tampoco está mal. Además, si no hizo más películas, fue por motivos de salud, especialmente delicada desde su ictus de 1973 (y aún así, acabó Ludwig e hizó dos más). Si no hubiera muerto en 1976, con solo 69 años, hubiera continuado. La última la rodó en silla de ruedas (curiosamente, lo mismo que le pasó a Antonioni).

Iniciado por mad dog earle

Hay que tener en cuenta que se puso tarde (mediada la treintena), en tiempos muy difíciles (guerra y posguerra), y además se dedicó ampliamente al teatro y a la ópera. En 33 años, 14 largos y 3 episodios en films colectivos, lo que, teniendo en cuenta lo laborioso de la producción de algunos de los films, tampoco está mal. Además, si no hizo más películas, fue por motivos de salud, especialmente delicada desde su ictus de 1973 (y aún así, acabó Ludwig e hizó dos más). Si no hubiera muerto en 1976, con solo 69 años, hubiera continuado. La última la rodó en silla de ruedas (curiosamente, lo mismo que le pasó a Antonioni).

Es que eso de fumar 3 paquetes diarios como que no va muy bien para tener una vida longeva.

Me fascina bastante que Visconti tuviera lista para estreno una película del calibre de “Ludwig” apenas un año después de “Muerte en Venecia”, habida cuenta de la multiplicidad de localizaciones reales, el reparto internacional, la complejidad de la postproducción en un film tan extenso, etc. Se me ocurre que tal vez ambas obras se desarrollasen de un modo casi simultáneo, y de hecho parte de los actores repiten en ambas (Mark Burns, Nora Ricci, Mangano), lo que me lleva a pensar en que quizá firmasen para dos películas que se rodarían un poco “back to back”. En todo caso, parece que el negocio del cine ha cambiado mucho en ese sentido: quitando a Woody Allen que hace un cine muy barato, cuesta imaginar incluso a autores prestigiosos de ahora sacando películas un año sí y otro año también.



El tema de Luis II parece hecho un poco a medida para Visconti, pues pocas figuras históricas habrá que sean más apropiadas para analizar el arquetipo del aristócrata decadente y esteta que quiere ir a contracorriente de su papel tradicional en años turbulentos… Un poco lo que era el propio Visconti, pero con el interés adicional de situar su trayectoria en lo que podría definirse como la “precuela” de la Alemania del siglo XX, a medida que van forjándose las alianzas militaristas que desembocarán en las dos guerras mundiales, y que el monarca preferirá ignorar para centrarse en sostener grandes mitos románticos como los de Wagner, que años después, paradójicamente, serían instrumentalizados como propaganda por el III Reich.



“Ludwig” es en gran medida la historia de una conspiración. El relato está construido en torno a la reunión de un grupo de notables del gobierno bávaro, que recaban una serie de testimonios, rodados con luz y sombra muy contrastados, como corresponde a una figura tan compleja como la del rey, en busca de evidencia que demuestre su inaptitud para llevar la corona. Acusado de dispendios inútiles, el monarca también ve cuestionada su cordura, algo en principio verosímil dada la endogamia de la familia real y al historial de enfermedades mentales de algunos parientes muy cercanos, sin ir más lejos su propio hermano Otto. Uno de los temas fundamentales de la película será precisamente hasta qué punto Ludwig podía ser considerado loco, o si sus extravagancias pudieron ser la excusa para quitar de en medio, alegando demencia, a una figura incómoda que estorbaba la marcha del “progreso”.



Aquí tenemos a un Helmut Berger más matizado que en “La caída de los dioses”, aunque es verdad que mi percepción de cómo actúa viene muy condicionada por el doblaje al italiano que le hizo Giancarlo Giannini, a quien volveremos a encontrar, ya con su auténtico rostro, en “El inocente”. La comparación entre Ludwig de Baviera y Martin von Essenbeck resulta interesante, pues ambos son personajes muy decadentes, aunque sus decadencias, en consonancia con sus contextos históricos, recorren trayectorias opuestas: el rey, a medida que se desinteresa en el poder, va cayendo en la desidia y en la indulgencia de sus vicios, mientras que en el hijo del industrial son precisamente esos vicios los que le llevan a adquirir importancia política.



Es curioso el paralelismo que se establece entre Ludwig y su prima Sissi (interpretada por la única actriz posible, Romy Schneider), vistos como espíritus gemelos, inconformistas e incómodos en los roles que el Antiguo Régimen les ha otorgado. La insinuación de un amor adolescente entre ambos (escuchar de fondo durante su encuentro gran parte de las “Escenas de niños” de Robert Schumann viene a sugerirnos que esos dos han jugado mucho juntos de pequeños), e incluso de un idilio íntimo durante su estancia en Bad Ischl refuerza la conjetura de Visconti de que solo Sissi habría sabido lidiar con los excesos de Ludwig, dando al desarrollo unos peculiares tintes de romanticismo maldito, reforzados más adelante cuando Sissi llega al castillo de Neuschwanstein y Ludwig se niega a recibirla, temeroso de que ella vea en qué tipo de ser se ha convertido.



Ya dije hace unos cuantos comentarios que Sissi, en esta película, parece ser una de las excepciones a la evidente misoginia de Visconti, si juzgamos por cómo están retratados muchos de sus personajes femeninos, pero en el resto de la película algunas de las otras mujeres en la vida del rey, al margen de su madre que “huye” hacia el catolicismo, son ridiculizadas un poco o un mucho: Sophie, hermana de Sissi y prometida durante un tiempo del peculiar rey bávaro, le provoca un desesperado “facepalm” por lo mal que canta, y la “actriz” que es contratada para espiar sobre la virilidad, o falta de ella, de Su Majestad, es arrojada a la “piscina” interior del cuarto de baño poco menos que de un puntapié en el trasero, mientras es tratada de “prostituta”.



En cambio, el despertar homosexual de Ludwig, espiando a su criado Volk (en alemán, "pueblo" como en "el pueblo alemán") mientras se baña desnudo en el lago, está tratado comparativamente con sutileza, aunque culmina con la escena del albergue, que me recuerda bastante a la orgía de los SA en Bad Weissee de “La caída de los dioses”, solo que sin travestismo y con un sentimiento final de soledad: pese a los guapos criados desnudos que sestean sobre el regazo del rey, este sigue teniendo que marcharse solo, dejando nuevamente a la deriva a ese pueblo del que se puede aprovechar pero con el que no puede comunicarse. Esas clases populares, abandonadas por una realeza y aristocracia decadentes, ¿no se echarán en brazos de movimientos políticos populistas, tal vez abanderando la violencia?



Otra reminiscencia de un título anterior es el diálogo entre Ludwig y Dürckheim, en el que el último le aconseja dejar de perseguir imposibles y adoptar un enfoque más práctico para su vida, conversación que en cierto modo retoma la polémica entre Gustav von Aschenbach y su amigo Alfred en “Muerte en Venecia” sobre si el arte debía ser puro o por lo contrario acercarse más a las impresiones sensoriales. El empecinamiento de Ludwig en proseguir su camino solitario, llegando incluso a cancelar el compromiso con Sophie que le habían aconsejado Sissi y su amigo, lo llevará a hacerse un ser cada vez más decadente, hasta el extremo de descuidar su higiene personal y lucir una repugnante dentadura ennegrecida que le reportará no pocas molestias y dolores.



Lo que diferencia a Ludwig de Aschenbach es que el primero es rey y por tanto puede no sentirse aludido y derrotado por las ironías del universo, como el segundo. Su influencia en los asuntos terrenales llevará a que los poderes fácticos quieran desembarazarse de él, lo cual lleva a uno de los aspectos más interesantes de la leyenda de Ludwig, a saber, el misterio que aún rodea su muerte. Creo que Visconti apuesta por su asesinato, pues enfatiza el momento en el que uno de los personajes se lleva una pistola y afirma que disparará si ve al rey y al psiquiatra que le acompañó en su paseo, pero no volvemos a ver a este personaje cuando los personajes son rescatados en barcas de esa especie de pantano. Toda la estructura de la película, además, en forma de testimonios a cámara en un ambiente tenebrista, hace pensar que se trataba de un juicio, como el de “El extranjero”, donde se terminará dictando sentencia de muerte para el acusado. Todo un poco en el espíritu de todo este cine italiano político de tintes conspirativos, después de “Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha” de Elio Petri (1970) y antes de “Excelentísimos cadáveres” de Francesco Rosi (1976).



Hay un par de personajes que merecen aún algún comentario. Me gusta bastante la aparición de Richard Wagner, del que se subraya bastante su oportunismo vital y su costumbre de aprovecharse de cuantos le rodeaban, pero también el hecho de que se le consideraba un peligroso radical en lo político. Creo que Trevor Howard realmente da el pego, a juzgar por las imágenes, incluso fotográficas, que nos han llegado del compositor. Y, aunque lo veo más como un capricho de melómano que como una escena con función narrativa, me gusta ver la recreación del momento en que Wagner regaló a Cósima por su cumpleaños la composición “El idilio de Sigfrido”, con los músicos dispuestos en las escaleras del salón.



Dar tanta importancia a Wagner tiene lógica puesto que, a la postre, el legado más importante de Ludwig, castillos aparte, fue su apoyo a la construcción del Festspielhaus de Bayreuth, donde aún hoy se sigue celebrando cada año (con claro, está, la excepción pandémica del 2020) el festival wagneriano por excelencia. Wagner, con su mundo poético y heroico de héroes puros y altos ideales, forma parte esencial del maquillaje psicológico del personaje de Ludwig, con un leitmotiv (término, cómo no, wagneriano) musical, oído hasta en una caja de música y en el lago subterráneo donde el rey navega en la barca de Lohengrin, francamente significativo: el “Canto a la estrella” de “Tannhäuser”, en el que la estrella vespertina, es decir Venus, se convierte en la esperanza del alma que anhela las más altas cimas, y que teme la oscuridad del anochecer, vista como una premonición de la muerte.



(Como un aparte, siempre he pensado que, con la historia de Siegfried Wagner, hijo de Richard con Cosima von Bülow, nacida Liszt, y a quien de hecho vemos de bebé en la escena del "Idilio", Visconti habría hecho su mejor película: aspirante a compositor, tarea complicada dada la titánica sombra del padre, sus inclinaciones homosexuales, a menudo con empleados del propio teatro de Bayreuth, movieron a su familia a casarlo con una inglesa llamada Winifred, que se convirtió en amiga íntima de Adolf Hitler y que fue fundamental en la “nazificación” del legado de Wagner mientras Siegfried seguía con sus tramoyistas).



También me gusta el personaje de Otto, el hermano de Ludwig, interpretado por John Moulder Brown, a quien los aficionados al terror español recordarán por su papel en “La residencia” de Narciso Ibáñez Serrador. El diálogo inicial entre él y Ludwig, en el que queda patente la huella profunda que dejó en él su experiencia bélica, resulta esencial para comprender la negativa del rey a participar en la dinámica belicista de aquellos años, mucho más que su esteticismo o su idealismo. La manera en que Otto cae en la locura también es importante para deslizar la idea de que él era el verdadero loco hereditario, producto de la endogamia, y no Ludwig, que simplemente arrastró la fama de serlo porque convenía.



Todo el segmento con el actor Kainz lo veo digno de mención porque viene a desmentir en cierto modo la fama, no terriblemente infundada, de la ausencia de sentido del humor en el cine de Visconti. La oportunidad del intérprete para llegar a lo más alto topa con que Ludwig es insaciable y no se cansa nunca de escuchar monólogos bien declamados. Ahí el rey es como un director exigente, que pide a los actores esfuerzos más allá de su resistencia: no sé hasta qué punto habrá aquí autoparodia de Visconti, pero el final de este choque entre una ambición sin límites y un frikismo al margen de lo real, sin tampoco límites, termina con el actor tirando la toalla y renunciando a la gloria. Vista así, la situación resulta cómica; vista por Stephen King, es “Misery”.



La película es muy larga entre otras razones por su abundancia de “set pieces”: no puedes cortar una escena si has removido Roma con Santiago para que te dejen rodar en los mismos lugares donde sucedió en realidad, del mismo modo que no puedes hacer desaparecer una escena con múltiples figurantes después de que Piero Tosi se haya esforzado en crearles infinidad de trajes maravillosos. Unido a la circunstancia de que Visconti no tiene prisa en narrar, esto hace que las cuatro horas de “Ludwig” siempre hayan sido un problema. La cuestión se resolvió en su momento estrenando la versión reconstruida en dos partes, la decisión habitual cuando ya había pasado la moda de los años 60 de las películas “evento” de tres o cuatro horas que se exhibían con intermedio e incluso programa de mano como en la ópera (yo tuve en casa durante largos años el de “Doctor Zhivago”, ignoro quién sería capaz de echar aquello a la basura).



Películas que se exhibieron en dos partes fueron “Novecento” de Bertolucci o “Érase una vez en América” de Leone, casualmente ambas italianas, en todo o en parte, como Ludwig. Esto, a juzgar por lo ocurrido en años recientes con "Acantilado Rojo”, de John Woo, “Loro” de Sorrentino o “La desaparición de Eleanor Rigby” de Ned Benson, ya no sería posible. Por alguna razón, si no se trata de una mega-franquicia blockbuster o de un figura “más allá del bien y del mal” como Tarantino o Von Trier, nadie va a querer hacer pagar dos entradas para ver dos mitades de la misma película, y lo más seguro es que se obligue a los cineastas a crear un nuevo montaje que condense las dos partes en una sola. Incluso si hay casos como el de Sorrentino en el que probablemente resumir es una virtud, no deja de ser imponer criterios que te impiden ver la obra en su concepción original.



Menos mal que ya a los malignos exhibidores en salas ya les llega su San Martín y vienen las seráficas plataformas de streaming a salvarnos y a garantizar la libertad creativa de los cineastas. Busco en la web “Just Watch” en qué web se puede visionar legalmente “Ludwig” y me encuentro con que está en el catálogo de Filmin, muy reputada por su apuesta por el cine clásico y de autor. El pequeño problema es que la copia que se puede visionar ahí dura 122 minutos, es decir, que falta un nimio 50% del metraje. Y eso que en la descripción de la película se dice que es el “montaje original restaurado”. Los rancios que acumulamos en claro síndrome de Diógenes cientos y cientos de copias físicas, entre las cuales está el DVD editado hace 17 años por Manga Video, con la película completa, ganamos la partida una vez más, como cuando determinados contenidos desaparecen del menú por menor popularidad o caducidad de derechos, o como cuando, cediendo a presiones varias, los dueños de la plataforma alteran o censuran obras de su catálogo. Diógenes vive, la lucha continúa.

Confidencias (Gruppo di famiglia in un interno, 1974)



Después de Ludwig, Viconti se planteó la posibilidad de llevar a la pantalla la voluminosa novela de Thomas Mann “Der Zauberberg”, pero, al igual que ocurrió con su deseo que filmar “À la recherche du temps perdu” de Proust, el proyecto no tuvo recorrido, fundamentalmente por problemas financieros.

En su lugar, Visconti acometió un rodaje más sencillo en estudio, con pocos personajes, una especie de film de cámara análogo a las conversation pieces, un género pictórico del XVIII, desarrollado especialmente en el Reino Unido, dedicado a retratos de grupo en contextos informales, tipo de pintura que obsesiona al protagonista de la película. El director, en pleno proceso de recuperación del ictus sufrido en 1973, tenía dificultades para moverse, por lo que se veía forzado a recurrir en ocasiones a la silla de ruedas para sus desplazamientos, aunque se comenta que intentó mantenerse de pie durante el rodaje.

Para tirar adelante el film, Visconti contó con la la financiación de un productor de derechas, lo que le acarreó numerosas críticas. Finalmente, la película fue una coproducción franco-italiana, con la Gaumont International y Rusconi Film.

El guion de Enrico Medioli, Suso Cecchi D’Amico y Visconti desarrolla una historia de Medioli, que al parecer se inspira en la figura del crítico de arte italiano Mario Praz. Así, el protagonista, del que nunca sabremos su nombre, siempre será simplemente “il Professore” (un magnífico Burt Lancaster, que nos puede recordar en su interpretación algo del envejecido príncipe de Salina del final de Il Gattopardo), es un antiguo profesor de ciencias, sesentón (la misma edad que tenía el actor), retirado del mundo, porque tomó consciencia de que la ciencia transformaba la tecnología en una suerte de esclavitud (un tema muy propio de la época). Ahora, vive solo en un enorme piso repleto de viejos cuadros (muchos de ellos conversation pieces), libros y objetos diversos, como si habitara en una especie de museo (o, según como, de mausoleo, de cámara funeraria), en compañía de su asistenta Erminia (Elvira Cortese).



La película se inicia con una imagen que nos anticipa el final: unas cintas de papel que recogen el resultado de un electrocardiograma, sin mostrarnos el paciente (luego sabremos que es el Professore), lo que nos permite contemplar todo el film como una ensoñación, un recuerdo del protagonista en su lecho de muerte.

Esa primera secuencia, durante los títulos de crédito, da paso a la imagen del Professore observando con lupa una agrietada pintura, una conversation piece que intentan venderle, en principio sin éxito. Junto a los vendedores se ha colado en el piso una señora un tanto grosera e impertinente, la marquesa Bianca Brumonti (una Silvana Mangano un tanto sobreactuada), carente por completo de la elegancia de la vieja aristocracia, interesada en alquiler el piso superior, propiedad del Professore.



A pesar de su negativa a mostrarlo, la insistencia de la señora lo fuerza, por cortesía, a enseñárselo, haciendo aparición en ese momento la hija, Lietta (una insufrible Claudia Marsani), su prometido Stefano (Stefano Patrizi) y, finalmente, el amante de Bianca, Konrad (Helmut Berger). Como si de Humbert Humbert se tratase al ver a Lolita, la expresión de la cara del Professore, molesto hasta ese momento, se transforma, algo que con escasa sutileza remarca Visconti con uno de esos pronunciados zooms que caracterizaron su estilo hacia la cara del joven Konrad.

Hasta tal punto parece haber influido esa visión de Konrad en el Professore que decide comprar el cuadro, aunque no tendrá que hacerlo porque los persistentes Brumonti se lo ofrecen como anticipo del alquiler del piso por un año. Aceptada la ocupación del piso superior, aunque a desgana, la paz (que, en cierto modo, era la paz del cementerio) del Professore queda definitivamente trastocada. Esta es la parte del film que más me interesa. Casi como si se tratase de uno de esos asfixiantes films de Polanski en que los personajes viven encerrados en unos pisos claustrofóbicos, el Professore va a pasar por un infierno, debido a los ruidos y a los destrozos de las obras del piso superior, y después, mucho peor, del inmiscuirse de los Brumonti en su vida, en especial el conflictivo Konrad, un antiguo estudiante comprometido durante el mayo del 68, ahora convertido en un gigoló, dedicado a satisfacer los deseos de la marquesa Brumonti y a trapicheos varios con la droga y el juego.

El Professore mantendrá una conversación con Konrad, en la que le expresa su queja por los desperfectos ocasionados. Este, que creía que el piso lo compraba para él la marquesa, se enfada al descubrir que es solo un alquiler. Durante la conversación el Professore empieza a sentir cierta atracción por Konrad (en esta ocasión más paterna que erótica, quizá ve en Konrad más el hijo que no tiene que un posible amante, aunque Visconti más adelante introduce una de sus habituales escenas de ducha, en las que el Professore contempla a Konrad en su radiante belleza juvenil). Pequeños detalles, como el interés de Konrad por escuchar una aria de Mozart (“Vorrei spiegarVi, oh Dio!”) o que reconozca un cuadro anónimo como posible obra de Arthur Devis, uno de los pintores más destacados en el género de las conversation pieces, hacen que el joven genere simpatías en el viejo profesor y que, en definitiva, este acepte que los Brumonti conserven el alquiler del piso.

A pesar de la opinión negativa del Professore sobre ellos (llega a decirles que “los cuervos vuelan en bandadas, pero el águila vuela sola”, a lo que Konrad responde citando la Biblia; “¡Ay de quien esté solo, porque cuando caiga no habrá nadie dispuesto a levantarlo!”), y sus intentos de mantenerlos a distancia, los Brumonti cada vez se van a hacer más y más presentes en su vida. Una noche, en que unos individuos golpean y hieren a Konrad por oscuros motivos, probablemente deudas de juego, el Professore lo cura y acoge en su casa, reservándole una habitación secreta que su madre utilizaba para esconder a perseguidos por los fascistas durante la guerra.



Pero cuando el Professore quiere llamar a la policía, Konrad se niega, debido a su pasado como estudiante revolucionario y, sobre todo, a su presente como amante de la mujer de un empresario fascista, el marqués Brumonti.

Visconti, a partir de este momento, introduce unos brevísimos flashbacks, más bien unas visualizaciones de remembranzas del Professore, que arrojan un poco de luz, escasa, sobre el personaje (un poco al modo como se nos contaban algunos detalles de la vida de Gustav von Aschenbach en Death in Venice). Mediante brevísimas secuencias, visualizaremos a su madre (Dominique Sanda), idealizada, en cierto modo como imagen análoga a la madre del propio director.



Sabremos que es hijo de un norteamericano, que se ha criado en Estados Unidos, viniendo a Roma con el Quinto Ejército durante la Segunda Guerra Mundial. También veremos más adelante unas imágenes de su mujer (Claudia Cardinale), de la que está separado (o quizá haya muerto).



Por la noche, una música (“Testarda io”, de Iva Zanecchi) despertará al Professore, encontrándose a Konrad, Lietta y Stefano, desnudos, fumando droga y dejándose llevar en una suerte de ménage à trois (todo ello muy discreto, pero suficiente para que pudiera resultar escandaloso para la época).



Ante la reacción escandaliza del Professore, Lietta le recitará un poema de W.H.Auden, al parecer escrito poco antes de morir, que le ha enseñado Konrad, y que viene a sintetizar la esencia del film, la disyuntiva que la presencia de la familia Brumonti, y Konrad en particular, le plantea al Professore en su última etapa de la vida (poema que podría servir también para caracterizar el comportamiento de Von Aschenbach en Venecia, yendo tras Tadzio):

“Cuando veas una forma delicada
Atrápala
Y si es posible, abrázala
Sea una muchacha o un muchacho
No seas tímido, sé atrevido, alegre
La vida es corta, goza de ella
Con todo lo que tiente tu carne
En el instante que te apetezca
No hay vida sexual en la tumba”

En el último tercio del film estallan definitivamente los conflictos. Konrad es detenido por la policía por un asunto relacionado con el tráfico de drogas. Durante una cena en casa del Professore, donde se reúnen todos los componentes de la familia Brumonti, la discusión entre sus integrantes sube de tono.



Al parecer, Konrad ha denunciado al marido de Bianca de estar organizando una conspiración ultraderechista que tiene como objetivo matar unos comunistas y desequilibrar el gobierno. Descubierto el plan, Brumonti se ha ido a Madrid, porque, se dice, se inicia la temporada de caza de los Villaverde (o sea, del yerno de Franco, casado con la hija única del dictador ). El enfrentamiento llega a las manos entre Konrad y Stefano, quedando claro que, de fondo, además de diferencias políticas e ideológicas, hay una clara distinción de clase, Konrad no deja de ser un “sirviente” de la marquesa.

La secuencia termina con unas reflexiones del Professore sobre una narración que leyó en su día, en que un hombre oía constantemente los pasos del vecino del piso de arriba, vecino que, en realidad, era la muerte. Los Brumonti le han hecho despertar del sueño en que vivía y hacerlo consciente de su mortalidad.

Y la muerte entra en escena: primero con el suicido o asesinato de Konrad, debido a una explosión de gas. Y, finalmente, con la suya propia, anunciada ya con su imagen postrada en la cama, sometido a un análisis médico (recuperando ese electrocardiograma del inicio). El Professore se queda solo y, en su lecho, oye pasos en el piso de arriba. Su final está próximo.

Es materia de discusión si Konrad es realmente asesinado (como dice Lietta) o se suicida, como indicaría una carta que deja para el Professore. Pero, según declaraciones del propio Visconti, parece que ha sido un asesinato: “Cuando Konrad, el más corrompido de los tres jóvenes, se redime denunciando un complot fascista organizado por un industrial de extrema derecha – el marido de Bianca-, el profesor no lo comprende porque en el fondo nunca ha llegado a creer que el peligro fascista exista realmente. Es por ello que no proporciona ninguna ayuda a Konrad, cuando éste espera un apoyo, un gesto, su confianza al menos. De manera que cuando el joven es finalmente asesinado por los fascistas, lamentará tener que aceptarlo y se encerrará en la tristeza” [las negritas son mías].

Toda la parte final, en lo que tiene de discusión política (quizá la más explícita en la obra de Visconti desde los tiempos de Rocco e i suoi fratelli), me parece que ha envejecido mal, los personajes hablan de manera un tanto pedantesca. Tampoco ayudan al realismo de la secuencia, como en general pasa en buena parte de la obra de Visconti, esas voces de doblaje, que suenan un tanto enlatadas, poco naturales (según la Wikipedia, incluso actores italianos como Claudia Marsani y Stefano Patrizi están doblados). En conjunto, hay una pretensión de enunciar una tesis que me parece que empobrece el film. Personalmente, como ya he indicado, me quedo con la paz mortuoria del Professore violentada por la presencia de unos vecinos tremendamente irritantes, cargantes y molestos. Quizá se entrevé en todo ello una actitud que corresponde al propio Visconti y a su dificultad de asimilar la terrible vulgaridad de su presente. El Professore (en parte trasunto de Visconti, aunque el milanés no vivía precisamente aislado) es una muestra no solo de la decadencia de un tipo de sociedad, de cultura, en trance de desaparecer, sino, en definitiva, de la caducidad de la vida, de la vejez que deja transparentarse la muerte venidera.



Con todo, el film, aunque demasiado largo y con unas interpretaciones no muy inspiradas (salvo por lo que a Lancaster respecta) y unos diálogos un tanto artificiosos, tiene suficientes alicientes como para no desmerecer dentro del conjunto de la obra de Visconti.

La próxima semana acabaremos el ciclo con L’innocente, en mi opinión el mejor film de su etapa final, junto a Death in Venice, incluso puede que, en algunos aspectos, al menos para mí, mejor que esta. Procuraré estos días leer la novela de Gabriele D’Annunzio, aunque ya sé que Visconti, en una arriesgada decisión, cambió el final de la obra.

Se dice que el propio Burt Lancaster, dada la situación física de Visconti, se comprometió a seguir rodando él mismo la cinta, si el director no podía continuar. Solo así, la aseguradora dio el ok al inicio del rodaje.
Por cierto, tuvo bastante reconocimiento esta Confidencias. Se llevó el David di Donatello (los Oscar italianos) a mejor actor extranjero, para Lancaster y el premio gordo, de mejor película, empatado con La gran burguesía, en cuyo reparto estaba nuestro Fernando Rey.

Termina Visconti con ¨El inocente¨, un film que a mi me parece fundamental y muy consistente como cierre de esta última etapa con la decandencia como centro de su obra.

Ciertamente, es un film menor, tiene varios puntos fuertes como el protagonista, excelente casting, con un Giancarlo Gianini, que se ajusta a ese único personaje que desde ¨Il gatopardo¨, trata de mostrarnos. Hubiera sido la sustitución perfecta para una (en principio) rara elección como la de Lancaster. En ese sentido, me gusta este actor en este personaje al volver a precipitar toda la obra de Luchino Visconti sobre las claves reconocidas, que ya desde ¨Il gatopardo¨ se convierte en principales. Esa entrada a los palacios, con italianos de pieles rubicundias, a diferencia de los cetrinos...Cuando no directamente nos vamos a la Germania.

Una película nauseabunda, donde seguimos a un trasunto (parece) del autor de la novela. D´Annunzio, seductor, aventurero, intelectual, y muchas otras cosas, que enlaza con nuestro Visconti, el nuestro, el de las obras, en finalmente el desprecio por todo y por todos. Hay en el film esa parte, para mí molesta, del Visconti que se fija en el mundo femenino también...Toda esa parte, no solo en este film, en toda su filmografía, no me interesa mucho...Para mí no la transmite con acierto. De hecho, es un director muy AVERAGE, cuando se empeña en buscar ahí...Ya desde la fallida ¨Senso¨.


Nos queda ese autor tremendo, el de los films rotundos...Extraños, por lo peculiar del personaje. Y que supo relatar (porque lo conocía), un mundo que desde el comienzo de la Historia del Hombre, siempre había sido relatado como mucho hasta la sala de los cortesanos. Habiendo dos estancias aún más profundas por penetrar. Dentro de ellas, nada especial...Quizás unas solas normas dificiles de apreciar y de comprender, que sí están en la obra de Visconti y no se encontra en ningún otro director de Cine de la Historia...

Por lo demás nada especial...Los reyes aspiraron a ser Enrique V después de Shakespeare...

La clave: La belleza...Repito, anexo a esta obra, pondría la estatua de Gustav Eberlein...

Mis favoritas:

1. La tierra Tiembla. Una auténtica maravilla de película, con algunas de las imagenes más bellas de la historia del cine.

2. Muerte en Venecia: Con el peso de las obras narrativas grandes de verdad...Un hito...Un film impensable por su época..una conjunción de hechos que se dan, y donde que duda cabe que Visconti, por ser Visconti, pudo hacer.

3. Las noches blancas: Una maravilla...el film que crea esas imágenes que uno asocia a ¨El Beso¨ de Chejov, o ¨Hambre¨ de Hansum...Poner imagenes a esa literatura prekafkiana...Que curiosamente con Kafka, pierde misterio, y fascinación.

4. LudwgII: Visconti se ajusta a unos acontecimientos muy concretos...Quizás por miramientos a fallar en la crónica con un personaje verídico, no lo sé...Pero consigue hablando de lo que sabe, relatarnos un mundo mucho más sugestivo que cualquier cuento de hadas...Lo malo de este film es que es un film...y no una serie de mil y un episodios..NEtflix seria tan distinto.

5. Il Gatopardo: Por fin. Un autor que tiene 4 film mejores que il gatoparto...Es un autor genial


Un top 5 en la Historia del Cine...Si hay algún gran director Irrepetible...Irrepetible, irrepetible, sólo hay uno...Visconti.

Pues la que me quedaba por revisionar antes del descanso estival


La historia se inicia con el incendio del Reichstag (1933) y finaliza tras la “Noche de los cuchillos largos” (1934). Los Essenbeck son una familia de la alta burguesía alemana propietaria de una importante empresa siderúrgica. La llegada de Hitler al poder y todos los acontecimientos posteriores a ello en Alemania hacen que la familia se divida entre aquellos partidarios del nuevo régimen y los que no.

La caída de una importante saga alemana..los Essenbeck con un patrimonio dedicado a la siderurgia y metalurgia en 1930s en los inicios del nazismo...tiempos tremendos de auge y descenso de las SS y Hitler que influyen en todas partes y especialmente en Europa.

Visconti nos adentra en la pesadilla mostrando a los personajes que componen el negocio familiar...comida familiar con el jefe del clan que será asesinado aquella misma noche.
El rechazo claro al nuevo status del país de Herbert,el aprovechamiento de las oportunidades del detestable de las SA Konstantin.. en contraposición tenemos a su hijo el encantador estudiante Günther, las maquinaciones por lo bajini de Sophie y su amante Frederick.. la inconsciencia del heredero Martin..hijo de Sophie y máximo accionista de la empresa y la personificación del régimen con el manipulador oficial de las SS Aschenbach.
Visconti los muestra a todos certeramente creando un mal rollo..reflejo de los tiempos venideros para elaborar una feroz crítica hacia el convencionalismo social,fanatismo y subversión en la Alemania de la década de los 30.


Martin es uno de los personajes terroríficos...pedófilo que lleva a una pobre niña judía al suicidio y remata con el incesto con la madre todo tremendoo y creíble por la labor de Visconti y los actores.... El paroxismo llega con el exceso de la recreacion de la noche de los cuchillos largos....ahí sobraba material...creo que falla el director.

El reparto está muy bien destaco a Ingrid Thulin y Helmut Griem...Bogarde está más desdibujado.. Un aparte para Helmut Berger,un bellísimo psicópata en potencia… con escenas como su actuación a lo Dietrich en El Ángel Azul de lo más recordado de la peli.Charlotte Rampling en un breve y sufrido rol.

Peli atractiva que sirve como vehículo de crítica hacia el nazismo...visual y narrativamente excesiva con una OST de Jarre que salvo el tema inicial a mí no me convence nada.

Tragedia a lo Shakespeare rodada en 1969 con pros y contras pero que a día de hoy sigue resaltando para bien.Desenlace con boda incluido.



Hasta septiembre!
7.7/10

He de reconocer que me da mucha pereza escribir sobre este film, ya que, gustándome debido a la calidad del dvd de suevia, me ha hecho ver la peli, primero muy cabreado, y segundo, estando a metro y medio de distancia, y con una tele por cohete, hay un recorte de palmo por los cuatro costados, hacen los prismáticos, elemento imprescindible para el visionado. Es una lástima de verdad, pero estoy muy harto de estas mierdiciones, y en estos ciclos me estoy dando cuenta, que aunque comprara aparentemente barato, o sea de dos euros para abajo, a la larga, y por calidad precio son hasta caras, porque la que ha hecho Suevia con el recorte es para abrir la ventana, y tirar el dvd sin compasión, hasta con gusto.....y a los hechos me "repito"....

[IMG][/IMG]

Dicho esto, le voy a dar una segunda oportunidad cuando la edición en BD de Eureka se ponga a tiro, o sea por menos de diez eurillos, alguna vez ha estado por ese precio.....



Dicho esto, y hablandolo brevemente con el compañero Mad off the record, yo he encontrado cositas para valorarla como spin off unusual de el Gatopardo, y no sólo por la presencia física de Burt Lancaster, que evidentemente ayuda para dicha teoría, pero el personaje, el como es, como actúa y como se desarrollan las circunstancias, me parece una continuación, ya sea de el Gatopardo pero enmarcado quizá en una realidad paralela, un especie de What if? (Interesante serie de comics de la marvel por cierto), donde por X, el príncipe de Salina, se ha quedado sólo, y aparecen en su vida una ristra de personajes que acentúan su sintomatología de la decadencia que se ya ve y se palpa en el film original, quizá con un subrayado excesivo y con algún personaje irritante, yo me quedo sobretodo con esa niñata, ya que el personaje de la Mangano no me ha parecido para nada irritante, quizá estoy aún embobado por su interpretación en Muerte en Venecia, que cada vez que pienso en ella (en la película y en el papel de la Mangano) me gusta más. También esa aparición de la Cardinale ayuda a mi teoría, que a la vez me recuerda al sobrevalorado Elia Kazan, en su película (de sus mejores) America, America, cuando en una de sus peores películas, ya se me olvidó el título, esa con Kirk Douglas, nos dan a entender que dicho film malo, es un crossover, aunque sea de manera sutil, de America, America. Más sutil es aún mi teoría con ambos films de Visconti, pero sigo sin descartarla.

A mi más que el primer choque de culturas y edades en los personajes, me ha gustado más cuando el personaje de Lancaster se adapta algo a ellos, saliéndose del refunfuñamiento y intento integrarse a ellos, con un tono de voz y actitud más cordial, será cordialidad o aceptar la derrota de la decadencia? Ese punto, y por lo tanto, su tercio o cuarto final, me parece lo más destacable del film, o por lo menos lo que he podido ver de él.

En resumen dejo una valoración más concreta en stand by por las razones dichas, pero me quedo con el interés de ver el film en buena calidad, dicho interés, por ejemplo, no ha existido en Ludwig, que pasé con problemas parecidos, no tan graves eso si.