Yo creo que esos dioses que caminan hacia su ocaso son los miembros de la alta burguesía industrial alemana de la época, aquí representados por Von Essenbeck. Prestan su apoyo a Hitler porque, en cierto modo como el príncipe de Salina, creen que es lo que deben hacer en ese momento histórico para continuar con su poder y sus privilegios (se obvia el miedo a la revolución soviética o a los conatos revolucionarios que se produjeron dentro de la propia Alemania), pero cometen el error de apostar por alguien que los llevará a la destrucción y al caos, proceso simbolizado mediante la vampirización nazi que sufre Martin.
Con todo, no parece que a la larga hiciera falta preocuparse mucho por los Krupp, Thysen, Siemens y compañía. Siguen estando donde estaban.