01. Un perro andaluz (Un chien andalou, 1929)



El inicio de la carrera cinematográfica de Buñuel es el resultado, en buena medida, del caldo de cultivo generado en la década de los 20 en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Allí entabla amistad con Salvador Dalí y en ese círculo, de artistas, poetas (Lorca, Alberti) e intelectuales, se plantean algunas de las propuestas estéticas que Buñuel va a recoger en sus dos primeros films. A pesar de que Un chien andalaou se adscribe tradicionalmente al surrealismo, y aunque ambos tenían un cierto conocimiento del movimiento liderado por André Breton, ni Buñuel ni Dalí eran en aquellos momentos surrealistas en sentido estricto, o mejor dicho, todavía no lo eran, no habían recibido el plácet. Precisamente, el éxito que tuvo el film entre los surrealistas propició que Breton, el gran pope, lo bendijera como el primer film de esa tendencia artística, mérito que puede discutirse, sobre todo si tenemos en cuenta un mediometraje anterior, La coquille et le clergyman (1928), de Germaine Dulac, que comenté hace un tiempo en el “otro rincón” (¿es una muestra más de “machismo”, el que se suela olvidar este film dirigido por una mujer?).

Buñuel había acariciado el proyecto de llevar a la pantalla una colaboración con Ramón Gómez de la Serna, escritor y periodista madrileño, unos años mayor que los amigos de la Residencia, y que actuó como dinamizador del mundo cultural de la capital, de una forma original, transgresora y provocativa (aunque esa “provocación”, hoy en día, nos puede parecer algo inocente). Pero el trabajo conjunto no fructificó.



No obstante, algo bullía en el imaginario de Buñuel, que por esas misma fechas había escrito una serie de poemas bajo el título, precisamente, de “Un perro andaluz”, título, por cierto, que Lorca, cuando conoció la película, se tomó a mal, ya que interpretó que ese “perro” era él, y creía identificar en el film algunas maliciosas referencias a su persona.

Sea como sea (se han escrito y comentado estas circunstancias en innumerables ocasiones, y por mi parte nada tengo que añadir), Buñuel, gracias en parte a la financiación obtenida de su madre (Buñuel procedía de una familia rica, que había hecho fortuna en Cuba), se encierra con Dalí en Cadaqués para redactar el guion, de forma conjunta, intercambiando imágenes e ideas, ocurrencias diversas, que el aragonés se encargaría de plasmar en la película, eso sí, en Francia, no en Madrid. De ahí que los créditos atribuyan la “mise en scène” a Buñuel, mientras que comparten crédito en el guion (“d’après un scénario de Salvador Dalí et Louis Bunuel”). Aun así, se suele considerar este corto como “dirigido por Buñuel y Dalí”, algo que ya no va a ser tan claro en el siguiente film.

De entrada, hay que destacar que el film no tiene una línea argumental definida (como tampoco lo tenía la película de Dulac), aunque se podría distinguir un tema, común a buena parte de la filmografía de Buñuel: el deseo sexual, la atracción amorosa, pasional, no correspondida, no satisfecha. Según muchos exegetas de la obra del aragonés (y también de Dalí), es un tema que remite a la represión sexual de una sociedad española, conservadora y ultracatólica, que provocaba, como comenta Buñuel en sus memorias, que la iniciación sexual masculina solo se pudiera dar en el marco de los burdeles.

La indefinición argumental se complementa con la indeterminación temporal. Después de un rótulo inicial que recoge el tradicional “il était une fois...”, las siguientes (y únicas) indicaciones parecen un intento de impedir, precisamente, toda linealidad narrativa: “huit ans après...”, “vers trois heures du matin...”, “seize ans avant...”, “au printemps...”.

Como me parece un tanto absurdo hacer la sinopsis de la película, puesto que la única manera de hacerla sería, como hace Agustín Sánchez Vidal en la monografía de Cátedra, describir detalladamente todo lo que acontece en pantalla, me conformaré con destacar aquellos momentos que, después de innumerables visionados, y con casi un siglo de distancia, me siguen pareciendo impactantes.

- El ojo cortado: pocos films dentro de la historia del cine tienen un inicio tan impactante como el de Un chien andalou. Esa combinación de imágenes de una navaja, una nube que cruza ante la Luna, y el corte del ojo de una mujer (la “protagonista”, Simone Mareuil) siguen siendo maravillosos. Ese ojo abierto por el filo de la navaja parece una invitación al espectador para que fije la vista en lo que va a venir a continuación, invitación, no obstante, dolorosa. Es significativo también, sin duda, que el hombre que prepara la navaja y efectúa el corte, sea el propio Buñuel (muestra, quizá, de una cierta chulería y atrevimiento que parece caracterizar la personalidad del de Calanda). No recuerdo ahora mismo ningún director que haya empezado su obra filmándose a sí mismo en primer plano en su film de debut. Sobre el asunto de quién fue el autor de la idea de la nube, la luna y el ojo rasgado, hay opiniones para todos los gustos: los que la identifican como idea del aragonés y los que encuentran esa potentísima imagen como algo ya presente en la obra anterior de Dalí.







- La mano hormigueante y el sobaco marino: Buñuel (según algunos exegetas siguiendo imágenes de Dalí) encadena la famosa mano llena de hormigas (la “mano masturbatoria”, tema muy daliniano) con la axila peluda de una mujer y esta con un erizo de mar, para pasar finalmente a un plano cenital que nos muestra una mujer de aspecto andrógino tocando con un bastón una mano cortada que yace en medio de la calle. Ya Eisenstein había jugado con la yuxtaposición de imágenes sin relación aparente, pero que, unidas una detrás de otra, adquirían un significado concreto. La diferencia es que el significado de las imágenes de Un chien andalou se prestan a todo tipo de especulaciones, aunque es inevitable intuir en ellas una referencia sexual, mientras que las de Eisenstein respondían a una simbología que ilustraba el discurso del film.









- Los pechos/nalgas: el “protagonista” (Pierre Batcheff) parece, por fin, acercarse a la consumación de su deseo tocando los pechos de la mujer, que se transforman en unas nalgas, mientras que él adquiere un aspecto moribundo (parece que en una clara alusión a la relación Eros/Tanatos). De hecho, el rostro de Batcheff, con los ojos en blanco, nos puede recordar a algún tipo de zombi (no sé si de Romero o de Fulci ).







- Los burros podridos: para complicar algo más las posibles autorías de las imágenes del film, la idea de los burros podridos sobre los pianos de cola, putrefactos (que era un concepto presente en las teorizaciones estéticas de los amigos de la Residencia), se la atribuye a sí mismo Pepín Bello, el amigo de todos ellos, el cemento que los unía, pero que no trasladó sus ideas a la creación artística. La imagen de Batcheff arrastrando unas calabazas, dos maristas y los famosos pianos de cola con burro putrefacto, es otra de las secuencias inolvidables de la película. En los maristas reconocemos, en la primera aparición, a Salvador Dalí, aunque en la segunda desaparece para dar paso a otra persona. En todo caso, el que aparece en los dos primeros planos es Jaume Miravitlles, político y escritor catalán, amigo común.





- El timbre coctelera: esta es quizá una de las imágenes más “ligeras”, más anecdóticas, ejemplo de sinestesia que asocia el sonido del timbre, que no oímos (no olvidemos que se trata de un film mudo), con el agitar de una coctelera (que tampoco oímos, pero del que conocemos su sonido,que actúa como sustitutorio).

- Boca peluda: En mi opinión, el tramo final del film pierde algo de su fuerza iconográfica. A pesar de ello todavía nos ofrece algunos grandes momentos. Uno es el de la mariposa con la calavera para, a continuación, dar paso a Batcheff sin boca y a Mareuil sin pelo en el sobaco, pelo que parece haberse trasladado a la boca de Batcheff. Podemos jugar a ver en esta combinación de imágenes una explícita referencia al sexo femenino puesto en boca del hombre, algo que probablemente hubiera sido ir demasiado lejos incluso para los osados surrealistas de aquel momento. En todo caso, parece claro que vuelve a plantearse la asociación entre muerte y sexo.



- El “Angelus”: queda para el final, a continuación del rótulo “au printemps...”, la recreación del famoso cuadro de Millet, tan evocado por Dalí en sus escritos y sus pinturas. Reconozco que si no hubiera escuchado esa interpretación del último plano ya desde hace tiempo, no sé si lo hubiera relacionado con Millet. En todo caso, como también ocurrirá con el plano final de L’âge d’or, Buñuel y Dalí cierran la película con una de las imágenes más extrañas y perturbadoras. Independientemente de lo que nos parezca el film, hay que concederles que supieron comenzarlo y acabarlo con dos momentos icónicos de la historia del cine.





Acabo con una referencia a la copia que he visto. Se trata de la restaurada en 2003 por la Filmoteca Española, editada en DVD, que incluye unos jugosos extras, en forma de entrevistas con personas vinculadas a Buñuel o estudiosos de su obra o de la de Dalí, entre las cuales: sus hijos, Rafael (autor de algunos guiones cinematográficos) y Juan Luis (él también director de cine), Romà Gubern, Agustín Sánchez Vidal o Fèlix Fanès. La película se presenta con dos bandas sonoras: una, compuesta según las indicaciones del guion, se inicia sin sonido (el segmento del ojo cortado), para luego incorporar la música de Wagner (“Tristan und Isolde”, música muy cara a Buñuel). La otra combina Wagner con música de tangos, según una sonorización hecha en 1959. No sé cuál les parecería más adecuada a Buñuel y Dalí, pero prefiero la que solo incluye música wagneriana, aunque los tangos dan al corto un aire frívolo que no le sienta mal.

Podría seguir comentando otras imágenes, pero estas son las que me siguen resultando más atractivas. ¿Qué me parece en su conjunto Un chien andalou? Pues una magnífica manera de irrumpir en el mundo del cine y del arte. La combinación Buñuel/Dalí daba como resultado una pareja portentosa de creadores de imágenes que todavía tendría, aunque de manera más problemática, otra muestra en L’âge d’or. Pero eso será en otro comentario, espero que mañana.