El film de Fincher, al contrario de lo que afirman textos que he leído por ahí, no niega el genio precoz y virtuoso de Welles (traducido en una puesta en escena absolutamente deslumbrante), es más, ni siquiera creo que lo desmitifique, sino que "simplemente" reivindica el genio de Manckiewicz, frecuentemente denostado.