Muy interesante esto que comentas. Desde luego, los nazis también fantasearon con la idea de una raza de superhombres. Y pusieron en práctica experimentos que hacen palidecer los horrores perpetrados por Victor Frankenstein (quien pudiera tener acaso, la disculpa de los altos ideales a que aspiraba en un principio). Es muy curioso que (al menos hasta donde yo sé, y dejando de lado el inclasificable Frankenstein de Andy Warhol), nunca se haya intentado, en el cine al menos, poner al doctor Frankenstein como demiurgo de una nueva raza superior, o trabajando para algún régimen totalitario. Y no faltaron oportunidades: la primera guerra mundial, la segunda guerra mundial, la guerra fría... Yo creo que simplemente era que los horrores de estas guerras estaban demasiado cercanos y eran demasiado reales; hubiera parecido frívolo y ofensivo meter algo así en una película "de sustos", que no siempre han gozado de buena fama (La novia de Frankenstein creo incluso que no se llegó a estrenar en bastantes países porque la censura no lo permitió, y en Frankenstein y el hombre lobo, se cortó un discurso final del Monstruo porque sonaba demasiado a cosa nazi). Creo que las únicas ocasiones en que se ha tratado -tangencialmente- el tema de un científico loco con aires frankensteinianos en relación o en contextos cercanos a guerras y catástrofes fue en Las manos de Orlac (en la versión con Peter Lorre se menciona expresamente que el doctor ayuda a soldados mutilados, y con todo, sus objetivos finales parecen distintos de los de Frankenstein) y en menor medida, en Los ojos sin rostro, cuyo protagonista también lo supedita todo al éxito de sus macabros experimentos (y que creo, llegó a causar bastantes suspicacias en Francia y Alemania, donde no se llegó a estrenar porque los tejemanejes del Dr. Genessier recordaban mucho a los de Mengele). El temor lógico y comprensible de esos años a un cataclismo nuclear y a los avances de la ciencia, y el recuerdo siniestro de las dos guerras, creo se que plasmó mejor en películas de ciencia-ficción como El increíble hombre menguante o Ultimátum a la tierra que en títulos de horror gótico como Frankenstein, que además solían ser más sutiles en su simbolismo.
Efectivamente, el Frankenstein de Cushing ha suplantado a Dios, y esta idea planea en todas las películas en que es protagonista. Su individualismo exacerbado (que ya estaba en el libro, pero que aquí se ha exagerado) le impide asociarse a nadie. También su soberbia le lleva a no compartir sus secretos científicos con nadie (en el libro, en última instancia, es el miedo a que ningún extraviado pueda acabar creado otro monstruo como el suyo que llene el mundo de desasosiego), excepto en el caso de necesitar ayuda (en una de las últimas películas de la serie, cual el Profesor Jarrod de Los crímenes del Museo de Cera, tiene las manos chungas y ya no puede operar, necesitando la ayuda de asistentes). Yo creo que por fuerza ha de ser un personaje aislado, porque es un monstruo y una de las cosas que distinguen a los monstruos es que son únicos, no pueden vivir en la sociedad, sino que son una amenaza para la misma. Y él mismo se ha puesto en esa situación. El Victor Frankenstein del libro ya se escondía para hacer sus experimentos: no se sabe si para no compartir sus secretos ceintíficos con otros, o porque ya tenía una vaga conciencia de que lo que hacía estaba mal, y quizá sólo un posible éxito lo redimiría de esta mala acción. También el Frankenstein de Fisher y Cushing se esconde, pero da la impresión de que es más para evitar a moralistas entrometidos o posibles inconvenientes que otra cosa. No puede ponerse al servicio de ningún sistema porque hasta de los sistemas más extremos está fuera.
En el libro sobre Frankenstein que comentaba hace poco, se hacía hincapié sobre una cosa muy curiosa: la llamativa ausencia de películas de Frankenstein en los países islámicos. Hay películas de Fausto, de Drácula, de los vampiros, las hay turcas, egipcias, pakistaníes...pero no hay películas de Frankenstein. Es que Frankenstein -hablaba un director de cine egipcio cuyo nombre no recuerdo- es impensable para la mente islámica. Drácula es un renegado blasfemo, Fausto, alguien que hace un pacto con el Demonio, pero ninguno de estos personajes, aunque se opongan a Dios, lo suplantan. Y suplantar a Dios y arrogarse atributos divinos es justo lo que hace Frankenstein.