Mi único miedo es que ese impulso rompedor, innovador, provocador y a contracorriente (que debería avergonzar a tanto jovencito apoltronado) del indomable Coppola se haya enredado en un guion imposible y la obra se disgregue en escenas brillantes pero incoherentes. Por muy bien dispuestos que estemos, el comodín de la ruptura no puede servir para disimular la inconsistencia. No voy a discutir que un minuto de Coppola "on fire" vale mucho más que horas y horas de mediocridad rampante (ahí está el trailer para demostrarlo), pero tampoco me quiero dejar llevar por el forofismo. La espera se va a hacer larga.