Leo tristemente que Alex Garland quiere dejar lo de dirigir y quiere volver sólo a escribir, donde lleva décadas haciéndolo de forma soberbia. Pero como director es cuanto menos interesante y debutó a lo grande con 'Ex-Machina'. Luego ha ido aumentando el nivel de riesgo a cada trabajo lo cual los cinéfagos lo agradecemos enormemente, aunque quizá aquella siga siendo mi favorita de él. Pero servidor admira la valentía de intentar ir cada vez más lejos además de en general querer ofrecer cosas diferentes.
Dicho lo anterior y hablando de alguien que principalmente es escritor, sorprende o puede sonar contradictorio que en las obras que dirige a veces pueda brillar más el envoltorio que el contenido, pero personalmente tras reposarlas siempre acabo valorando más todo lo positivo que ofrece, que no es poco, además de lo ya mencionado arriba de riesgo y originalidad.
Esta que nos ocupa tiene muchos puntos de riesgo. Para empezar que para muchos pueda ser un "panfleto". Que siendo justos lo es, pero si te pica y te sientes ofendido, dice más a su favor que el tuyo, además de ser una forma muy original de plasmar algo como la toxicidad masculina o esa palabra tan machacada como "patriarcado". Por otro lado el que tienes que entrar en su juego y aceptarle cosas como las idas de piña sin retorno en su tercio final. Y lo más importante y lo mejor del film para mi: demostrar que una obra de el séptimo arte no debe ser un "planteamiento, nudo, desenlace" con una historia típica. Puede ser algo puramente conceptual, simbólico...narrar sentimientos (en este caso traumas) con potencia audiovisual (especialmente atmósfera y fotografía soberbias) y con actuaciones (Jessie Buckley y Rory Kinnear) más que notables.
El típico film que a mucha gente, incluido a mi yo del pasado tirarían atrás con una reacción de "esta que puta ida de olla es". Pero bendito sea ir creciendo, en todos los sentidos.
Nota: 7