Turbulenta la historia de este Sleeping Dogs, juego que durante mucho tiempo estuvo destinado a quedarse guardado en el cajón de los proyectos cancelados.
El título de United Front Games es, en realidad, la tercera entrega de la franquicia True Crime, otrora intento de Activision de rivalizar con el archipoderoso bicho de Rockstar, Grand Theft Auto.
Inicialmente anunciado en 2009 y con un par de años en desarrollo previamente, la escala del proyecto era cada vez mayor tanto en plazos como en presupuesto, por lo que en 2011, Activision-Blizzard consideró que el título no alcanzaría las ventas necesarias para amortizar semejante esfuerzo financiero, por lo que era mejor aplicar un torniquete y frenar la hemorragia antes que morir desangrado. Activision declaró que el juego no era lo bastante bueno para competir en el mercado de los grandes juegos de mundo abierto.
Efectivamente, True Crime: Hong Kong desapareció de la faz de la tierra, pero entró en escena el interés de editoras importantes por un juego que no tenía del todo mala pinta y que sólo necesitaba algo más de dinero y un poquito más de tiempo para resultar atractivo. Finalmente, Activision cedió (pago mediante) los derechos de publicación del título a Square Enix, pudiendo completarse el trabajo de United Front Games que ahora revisamos.
No son pocos los juegos que se cancelan, muchos de ellos exageradamente dolorosos en la noticia, pero dicha pena se calma o se agudiza en función del nivel de desarrollo. En ocasiones, como este caso, cuando probamos el resultado final, cuando recuerdas que este título estuvo totalmente suspendido, te entran directamente ganas de arrojarte por una ventana. Entre tanta secuela barata, entre tanto juego social clónico y mediocre, entre tanta basura que rodea al calendario de lanzamiento, Sleeping Dogs estuvo a punto de no llegar a las tiendas.
Y hay que decir que hubiese sido imperdonable, como no puedo dejar de reprochar a Activision, aprovechando esta review, por descartar un juego por potencial de ventas (muy lícito), pero declarar públicamente que el juego no era bueno. Es una absoluta falsedad. Sleeping Dogs es brillante, excelente. Y lo era cuando fue cancelado, porque United Front Games no ha tenido tiempo, ni equipo, ni dinero para cambiar el juego mediocre que anticipaba Activision por un referente del género sandbox en menos de un año. Deleznable.
Porque Sleeping Dogs es así de bueno, un título fundamental para entender el género sandbox en la presente generación. No hay nada nuevo en el juego de UFG, de hecho, la principal pega de este título es que no se sale del modelo que han marcado otros, pero dentro del corsé definido por los Grand Theft Auto o Red Dead Redemption, se trata de un juego competente, completo e impecablemente realizado, de gusto exquisito por el cuidado y el detalle.
Sleeping Dogs nos plantea una película cuyo guión podría haber sido firmado por el mismísimo John Woo, una historia excelente que nos pone en la piel de un ex-miembro de las triadas, Wei Shen, expatriado para convertirse en un hombre de bien y que vuelve a Hong Kong como policía infiltrado con el objetivo de volver a integrarse en esa madeja retorcida de hilo que es tejida por las familias del crimen organizado.
Ni que decir tiene que el argumento tendrá los suficientes atractivos para amenizar una historia principal estupenda, donde no faltarán golpes de teatro, importantes personajes secundarios y que será acompañada por ramas paralelas en las que debemos orientar nuestro perfil hacia involucrarnos cada vez más en el organigrama de las triadas o poner orden como buenos “maderos” que somos.
Como las historias se hacen mejores en función de quién las cuente, en Sleeping Dogs el casting de voz está a la altura del gran trabajo global que rodea al juego, contando con actores como Emma Stone, Lucy Liu, Tom Wilkinson, Will Yen Lee, James Hong y un largo etc de profesionales de la escena que rematan un apartado impecable, con interpretaciones muy creíbles.
Continuando con el aspecto sonoro, hasta 10 emisoras de radio nos acompañarán en nuestros vehículos, lógicamente muchas de ellas con temas puramente orientales, tocando diferentes estilos musicales, desde la música clásica al heavy metal, pasando por el pop made-in Hong Kong. Sin llegar a los niveles de las emisoras de GTA, el resultado es, una vez más, por encima de la media. Tampoco hay que olvidarse del score propio del juego, al margen de los temas licenciados, con temas compuestos por Jeff Tymoschuk para la ocasión.
Por supuesto el sonido ambiental está a la altura de una ciudad bulliciosa y rica en matices como Hong Kong. Múltiples efectos simultáneos nos situarán en medio de sus calles, rodeados por los ruidos de los motores, las voces de los transeúntes, la lluvia y las tormentas, etc, consiguiendo una fantástica ambientación. Y, lógicamente, el reflejo de la violencia de Sleeping Dogs nos deleitará con el habitual repertorio de golpes, patadas, disparos, explosiones, roturas de cristales, elementos del escenario…
United Front Games también ha completado un juego excelente a nivel visual. Bien es cierto que no mueve un mapeado tan amplio como Red Dead Redemption o Just Cause 2, su escala es más parecida a la de Grand Theft Auto IV, eso ha permitido el equipo centrarse en la perfección de los detalles, en lugar de sacrificar acabado gráfico en pos del rendimiento del motor del juego. Es un conjunto muy equilibrado, tremendamente solvente, pero muy rico estéticamente. Los efectos de luz son de gran calidad, las texturas y la amplitud de visionado destacan por su definición, mención especial para la lluvia, los charcos que deja y el reflejo en ellos de las luces cual espejo. Importante es el trabajo de físicas e interacción con el entorno y vehículos. No escatiméis esfuerzo en destrozar vuestro coche a golpes y patadas para ver cómo se deforma. Tampoco perdáis detalle al ver cómo Wei Shen va deteriorando su aspecto físico y vestimenta conforme avanzan sus misiones, llenándose de la sangre de los enemigos o quedando calado hasta los huesos por la lluvia o alguna inoportuna zambullida.
El sistema de juego permite optar por dos vías, el camino rápido sin pararnos a disfrutar de lo que nos ofrece Hong Kong, pudiendo ir de manera directa a las misiones principales de la historia, sin necesidad de tener que ir desbloqueándolas a base de hacer secundarias como ocurre en otros juegos del género. Este speed-run nos llevaría unas 10 horas. Y la otra vertiente del juego es hacer lo que nos plazca por la ciudad, llena de posibilidades, tanto de juego como de caracterización del personaje o de nuestro garaje. Durante más de 20 horas podremos realizar misiones añadidas, derivadas de la historia principal o en cumplimiento de nuestro deber como policías o como miembro de las triadas. Hackeos de cámaras de vigilancia, redadas, favores a mafiosos, arenas de combate, robo de coches, búsqueda de un ingente número de coleccionables, compra de vehículos y ropa. Muchas posibilidades que podemos tomar o dejar sin necesidad de hacer tediosa la progresión de la historia principal.
Una de las cosas que hace bien Sleeping Dogs es copiar lo que ya hay. Cosas que funcionan en otros juegos y que bien ejecutadas permiten un resultado excepcional, ya no sólo bebe muchísimo de Grand Theft Auto como referente absoluto, sino que toma prestado el tiempo bala de Max Payne con buenos resultados, o el sistema de combate dinámico que tanta gloria ha dado a Batman y a Rocksteady. Por supuesto, Wei Shen escala, salta y corre como Ezio o Altair, faltaría más, siendo Assassin’s Creed otro de los modelos usados.
Esta estrategia puede resultar nefasta sin una buena implantación, con el riesgo de que la comparación con los modelos que se han cogido prestados de un resultado mediocre. Pero no es el caso. Este Sleeping Dogs es un claro imitador, pero se han respetado los cánones establecidos como para que no cante nada.
En definitiva, hablamos de un juego muy trabajado (quizás demasiado para Activision…), con muchas pretensiones para situarse en el liderazgo del género sandbox, cogiendo ideas prestadas de otros, pero dotándolo de un equilibrio y un armazón que sustenta una buena historia que ha permitido al experimento salir victorioso.
Una lección de que la calidad y el talento necesitan tiempo y esfuerzo. Un regalo para unos jugadores que tuvieron el riesgo de perderse un juego que está al nivel de los mejores. Sólo un poco más de riesgo en la aportación de novedades jugables destacables o enfatizar más en la personalidad de personajes principales y secundarios lo hubieran convertido, simplemente, en el mejor juego de 2012 y probablemente de su género.
Activision estaba equivocada. Sleeping Dogs está preparado para competir cara a cara en el género sandbox con el mejor Assassin’s Creed, el mejor Grand Theft Auto o Red Dead Redemption. Un título excelente que se convierte en un imprescindible en 2012 y que ha tenido que luchar como ningún otro para sobrevivir como proyecto. En United Front Games pueden estar satisfechos de la grandeza de su esfuerzo.