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Tema: Nihon Eiga: Cine japonés de ayer y de hoy

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  1. #1
    maestro Avatar de Scarr
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    Predeterminado Re: Nihon Eiga: Cine japonés de ayer y de hoy

    Acabo de revisionar lo que para mí es una excelente película , del maestro Hideo Gosha:



    Título: Samurai Wolf (Kiba Okaminisuke)
    Año: 1966
    Blanco y Negro
    Duración: 75 mins
    Director: Hideo Gosha
    Reparto: Natsuyagi Isao, Uchida Ryohei, Junko Miyazono


    Película corta, pero intensa con una trama elaborada, Isao Natsuyagi interpreta a un ronin sin ingresos de ningún tipo que, un día es testigo de un triple asesinato, debido a su posición y a la lejanía, reconocer a los asesinos no sería tarea fácil, aún así, carga los cadáveres en un caballo propiedad de los difuntos, y los lleva para ver si en la aldea más cercana alguien los conoce.

    Una vez allí, se encontrará inmerso en una trama de intrigas entre dos grupos y se verá obligado a tomar parte alquilando su espada y sus servicios para uno de esos grupos.

    No quiero profundizar mucho en la trama para no spoilear a nadie.

    La dirección es buena, tiene buena fotografía, y la actuación de Isao Natsuyagi es genial, dándole un toque gamberro y socarrón a un personaje que no deja de ser el estereotipo ronin, el resto del reparto también hace un buen trabajo.

    Me pareció raro en su momento, y hoy también que viendo el año de publicación, y el desarrollo y trama de la película, en Hollywood no hubiesen hecho un remake, un western para ser más exactos...

    Es muy entretenida y dada la duración que tiene (la justa en mi opinión, mas habría sido contraproducente) se hace muy amena.

    Mi valoración personal serie de 7/10

    Un saludo
    Abuelo Igor ha agradecido esto.
    Oh yes we’re coming, we’re coming over...

  2. #2
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    Predeterminado Re: Nihon Eiga: Cine japonés de ayer y de hoy

    Otro cineasta clásico nipón al que me gustaría ver más reivindicado es Tomu Uchida, contemporáneo estricto de Mizoguchi (nacieron el mismo año) que no gozó de la misma fama internacional pese a que en Japón se le considera uno de los grandes clásicos.

    Mi conocimiento de su obra se limita a dos películas, “Una lanza ensangrentada en el monte Fuji” (Chiyari Fuji, 1955) y “Muerte en Yoshiwara”, conocida también, en inglés, como “Hero of the red-light district” (Yoto Monogatari: Hana No Yoshiwara Hyakunin Giri, 1960). Ambas películas las vi en un ciclo sobre cine yakuza, celebrado en el Círculo de Bellas Artes madrileño, que en cierta manera expandía el concepto que podemos tener sobre lo que es “cine yakuza”, puesto que en ninguna de las películas citadas de Uchida aparece clan mafioso alguno.




    En principio, un yakuza es una especie de vagabundo antisocial sin oficio ni beneficio, dedicado a los placeres y al juego (al parecer, la palabra “yakuza” puede traducirse como “8, 9, 3” que es la puntuación nula en un popular juego de naipes japoneses), y que termina uniéndose, por inercia y en calidad de matón, al tipo de clanes regionales que terminarían convirtiéndose en la versión japonesa de la Cosa Nostra.



    En las dos películas de Uchida, que vi hace ya casi 10 años y me encantaría recuperar, estas figuras al margen de la ley aparecen un poco como telón de fondo, pero no son el foco principal de la trama. “Una lanza…” se centra en el viaje de un señor samurái a lo largo de una comarca donde se rumorea que se esconde un asesino huido, razón por la cual le acompaña un guardaespaldas que encarnará la verdadera nobleza en contraste con la conducta menos digna de su señor. A lo largo del viaje se irá dejando en evidencia que la sociedad de entonces nunca daría oportunidades reales a un hombre de nacimiento humilde como el protagonista, aunque, irónicamente, esa misma estratificación social será la que lo salve al final de ser aprisionado y ejecutado por algo que no revelaré pues se trata del clímax de la trama. También recuerdo la enorme admiración que suscita en un niño que acompaña a la comitiva a lo largo del viaje y que protagonizará una escena final absolutamente antológica que da un colofón agridulce a esta pequeña odisea de la dignidad que, como sucede en los dos films de Uchida que conozco, mezcla drama, comedia y escenas de acción katana en mano.



    La otra, “Muerte en Yoshiwara”, es ya en color y en ella repite protagonismo el actor Chiezo Kataoka. Recuerdo que el argumento trataba sobre un comerciante, creo que de textiles, a quien las mujeres rehuían debido a una marca de nacimiento en el rostro que consideraban de mal agüero, y que por tanto era un habitual frecuentador del mítico “barrio de los placeres” de Yoshiwara, en el antiguo Edo (hoy Tokio). Una muchacha era entrenada para ser geisha en un plan para despojar al protagonista de su dinero, hasta que al final el buen hombre, arruinado, descubre la superchería y se monta, como decía un ex profesor mío, “una de Tiberio”. Tengo también bastante buen recuerdo de esta peli, con sus composiciones suntuosas en scope y el trasfondo de crueldad que subyace al melodrama de época. Aquí creo que lo más parecido a un yakuza era un ex novio de la chica que surgía del olvido una vez se enteraba de que a ella le estaba yendo bien como aprendiz de geisha. El final, bastante violento y en el que el protagonista ya se harta de tanta bondad, remite en cierto modo a las espectaculares confrontaciones que clausuran el subgénero ninkyo eiga, en el que un meditabundo yakuza (a menudo Ken Takakura) se pasa toda la peli debatiéndose entre el honor y el deber hasta que al final saca la katana y se carga a trescientos. Bueno, el protagonista de “Yoshiwara”, a juzgar por el título original, se conforma con “hyakunin”, que me parece que es algo así como “cien”, pero el caso es que es una explosión final de violencia y de estética.



    El resto de películas conocidas de Uchida incluyen "Amor, tu nombre es pena", alias “El zorro loco” (Koi Ya Koi Nasuna Koi, 1962), que es descrita en Wikipedia como “un cuento de hadas alucinatorio” que mezcla animación, imagen real, localizaciones reales y decorados de estudio y fue definida por una revista canadiense como "una de las películas más extrañas en cualquier idioma", y la que para muchos es su mejor película, hasta el punto de ocupar regularmente los primeros puestos en varias listas del mejor cine japonés de todos los tiempos: “Un fugitivo del pasado”, también conocida, en Francia, como “El estrecho del hambre” (Kiga Kaikyo, 1965), thriller criminal de generosa duración (183 minutos), que presenta una panorámica del Japón de la postguerra a través de la huida de tres atracadores, contada de manera retroactiva a través de una investigación policial, un poco a la manera de lo que años después haría Yoshitaro Nomura en “El castillo de arena”.



    “Una lanza”, “Yoshiwara” y “El estrecho” están editadas en Francia en un pack descatalogado que venden por ahí a precios estratosféricos. Nuestros vecinos del norte también tienen editada una saga, al parecer de producción televisiva, sobre las aventuras del mítico Musashi Miyamoto, pero los múltiples informes sobre los defectos técnicos de la edición me disuadieron de su compra. Pero mi grato recuerdo de las dos películas mencionadas me pone en guardia ante cualquier aparición videográfica o filmotequera del cine de Tomu Uchida.
    Última edición por Abuelo Igor; 24/12/2020 a las 02:43
    LennyNero y DrxStrangelove han agradecido esto.
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  3. #3
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    Predeterminado Re: Nihon Eiga: Cine japonés de ayer y de hoy

    No conocía el hilo. Espero ir leyéndomelo con paciencia poco a poco. Si lo llego a saber no hubiera dudado en publicar por aquí las criticas de Kobayashi!

    En un primer vistazo compruebo que hablas de directores que desconozco totalmente, como este último del que hablas, así que será interesante leer de forma retroactiva el hilo a ver que me encuentro. Aunque seguramente me dejarás con la miel en los labios porque sé que será muy difícil acceder a la mayoría de títulos que comentarás...
    Abuelo Igor ha agradecido esto.

  4. #4
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    Predeterminado Re: Nihon Eiga: Cine japonés de ayer y de hoy

    Últimamente he experimentado dos caras muy diferentes del cine japonés con “Shinjuku Mad” (1970) de Koji Wakamatsu y “Rampo” (1994) de Kazuyoshi Okuyama.

    Wakamatsu es un director al que conocía solo de nombre pero de quien ahora tengo unas 10 películas por ver. La reivindicación de su cine es paralela a la de subgéneros como el pinku eiga y el roman porno, que a través de su carga erótica, violenta y un tanto contracultural dan una imagen de Japón muy distinta a la que nos dan los grandes maestros del pasado, mucho más turbulenta y asociada a movimientos de contestación social protagonizados por toda esa generación de la posguerra para denominar a la cual podríamos tomar prestado el título de la película de Kaneto Shindo, “Los niños de Hiroshima”.

    El comienzo de “Shinjuku Mad” nos muestra en blanco y negro una calle del popular barrio de Tokio hasta que una panorámica hacia unas escaleras de bajada nos las muestra cubiertas de muertos, como al final de una reyerta callejera. La escena se repite en distintos escenarios urbanos, como queriendo dar a entender que la violencia está en las calles y entre los jóvenes, pues los cadáveres son sobre todo de aspecto veinteañero. A continuación vemos una escena erótica en color (algo al parecer habitual en el pinku, pues entonces el color era más caro y había que guardarlo para los momentos culminantes), interrumpida por la irrupción de una pandilla juvenil capitaneada, se supone, por Shinjuku Mad, una especie de líder juvenil carismático, que da muerte al chico y viola a la chica.



    A partir de ahí, se narra la historia del padre del chico asesinado, que recorre las calles de Shinjuku buscando las razones de su muerte. Todo está rodado en un estilo “de guerrilla”, con un toque muy “vérité” que se aleja bastante de los thrillers de estudio, y en el que importa más reflejar un clima social y el desconcierto de las generaciones anteriores que construir una historia de acción o de venganza. El padre interroga a los jóvenes hippies del año 69 mientras uno de ellos, con un aspecto similar al de John Lennon, toca la guitarra y canta, y el resto de la pandilla se entrega al amor libre dentro del típico castillo para trepar y bajar en toboganes que ocupa el centro de todo parque infantil.



    Sabedor de que su hijo estaba implicado en actividades contestatarias y que se le consideró un traidor a la causa, su padre busca paralelismos en revoluciones del pasado como la que dio lugar a la Restauración Meiji, pero todo será en vano: la confrontación violenta con Shinjuku Mad dejará más preguntas que respuestas, sobre todo cuando los policías le informan de que el legendario líder juvenil ya llevaba varios meses muerto…



    Esta curiosa película a caballo entre el thriller, la exploitation y el cine político, abordando una temática parecida a la de “Diario de un ladrón de Shinjuku” de Nagisa Oshima, pero de un modo más directo y mucho menos “de autor”, me da ganas de seguir explorando la obra de Wakamatsu, un curioso personaje que en su juventud formó parte de un clan yakuza y que recaló en el cine después de ejercer durante años como obrero de la construcción. Su necrológica, hace 8 años, le atribuía labores de producción en “El imperio de los sentidos”, pero lo cierto es que los créditos del film de Oshima no lo mencionan. En todo caso, su cine promete ser interesante por su reflejo sin tapujos, y sin los juegos de espejos del jidai geki (cine de época) de una faceta de la historia japonesa sobre la cual el cine exportado al exterior no nos ha hablado mucho.



    La cara turbulenta de Japón aparece también, pero de otra manera, en la obra literaria de Edogawa Rampo (1894-1965), novelista y cuentista de los géneros policiaco y de terror, y cuyo seudónimo, de hecho no era sino una “japonesización” de Edgar Allan Poe, su gran inspirador. Edogawa es el creador de Kogoro Akechi, que es algo así como el Sherlock Holmes japonés, así como uno de los iniciadores del subgénero “ero-guro”, que mezcla erotismo, decadencia, elementos terroríficos y grotescos. “Rampo”, la película de Okuyama, no es un biopic al uso, más bien me recuerda a lo que hizo Wenders en “Hammett” (una película que por cierto no me canso de ver): una ficción al estilo del autor en la que el propio autor aparece como personaje.



    La propuesta de “Rampo” es más curiosa aún pues incluye animación para recrear el relato que inicia la trama, en el que un hombre que juega al escondite con sus hijos se introduce en un arcón rojo, parte del ajuar matrimonial, olvidado en un trastero, con tan mala fortuna que el cierre, oxidado y deteriorado, se atasca de tal manera que la salida es imposible. Cuando parece que el hombre se va a salvar porque la esposa lo encuentra antes de llegar a asfixiarse, esta decide dejarle dentro, habiendo encontrado por casualidad la manera perfecta de acabar con un matrimonio que no la satisfacía. El relato, muy en consonancia con el espíritu cruel de muchas ficciones del autor, ve su publicación vetada en el periódico al que estaba destinado, pero la coincidencia entre la ficción y la realidad cuando una misteriosa y bella mujer queda viuda exactamente del mismo modo hace que el autor asuma funciones de detective en un caso que aúna sadismo, voyeurismo, travestismo y un ambiente malsano, y en el que la realidad y la ficción se entrelazarán hasta desembocar en una apoteosis onírica.



    Entre el cine de época, el de intriga y por momentos casi el experimental (esos montajes digitales que recuerdan por momentos el “video arte”), y con un cierto aire hitchcockiano que nunca se quiere disimular, la película de Okuyama es una “rara avis” de un preciosismo estético al que el cine japonés de acción real que nos llega en los últimos años no nos tiene acostumbrados (recuerdo la cierta rechifla de algunos críticos ante los colores pastel y la iconografía pop de “Air doll” de Hirokazu Kore-eda) y que tiene la virtud de querer abordar desde dentro, sin recurrir a los tópicos biográficos, a un peculiar e interesante autor que ha inspirado películas como “La bestia ciega” de Masumura, “El mirón en el ático” de Tanaka o “Inju” del francés Barbet Schroeder, incluso prestando la mitad de su nombre a uno de los personajes más célebres del manga y el anime, Detective Conan, compartiendo honores con el mismísimo creador de Sherlock Holmes.

    Última edición por Abuelo Igor; 03/01/2021 a las 03:48
    Anonimo09062023 y DrxStrangelove han agradecido esto.
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  5. #5
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    Predeterminado Re: Nihon Eiga: Cine japonés de ayer y de hoy

    “Evasión de Japón” (Nihon dasshutsu, 1964) es una película de Yoshishige “Kiju” Yoshida perteneciente a su etapa más nouvelle vague, antes de que empezara a evolucionar hacia un cine de autor estéticamente exquisito pero un tanto difícil de seguir. Esta filiación nuevaolera queda bastante clara desde que la propia anécdota argumental es calcada de “À bout de souffle”, con una pareja protagonista huyendo por todo el país tras haber matado a un policía, con la variante de que en este caso la muerte se produce en un tiroteo tras atracar unos baños turcos (situación que por cierto me recuerda un poco a "A tiro limpio", la película de Pérez Dolz, pero no creo que esta llegase a Japón).



    Pero la película dista de ser un calco, pues utiliza los tropos de Godard, Truffaut y compañía para dar una visión del Japón inconformista, con los Estados Unidos, aún dominando el país desde sus bases, ejerciendo un influjo ambivalente, con una cultura que atrae poderosamente a los jóvenes pero al mismo tiempo un poder militar y político que hace sentirse a muchos esclavizados, cuando no prostituidos.





    Esto se nota ya desde la secuencia inicial, en la que el protagonista, usando una botella vacía de Coca-Cola a guisa de micrófono, fantasea con ser cantante de jazz (la relación entre el jazz y Japón es compleja e interesante, y aparece en mucho cine de la época) y, en una nueva muestra del talento de Yoshida para el encuadre y la puesta en escena, vemos el contraste entre el glamour de su actuación imaginaria, iluminada en varios planos de color, y la realidad en la que ocupa un rincón marginal en un local vacío, inhóspito y algo sórdido.



    Otro guiño claro a Estados Unidos y a Hollywood es el otro miembro de la banda de atracadores improvisada y desgraciada, un batería drogadicto que recuerda al Sinatra de “El hombre del brazo de oro”, y que reúne en una sola persona música de jazz e imaginario popular del cine negro. En cambio, la protagonista femenina se gana mayormente la vida acostándose por dinero con los “gaijin” de la base americana, realidad que parece frecuentemente en los films de la “nuberu bagu” (nueva ola, versión nipona), como por ejemplo “La mujer insecto” de Imamura, de la que ya hablé por aquí, en lo que resulta una metáfora política bastante clara.



    La película es estéticamente rara, porque quiere vivir en dos mundos: el de los colores vivos (tiene toda la pinta de que es el debut en color de su director), explotados al principio mediante una secuencia de créditos en la que un pintor abstracto, Taro Okamoto, pinta “sobre la pantalla” como Clouzot hizo hacer a Picasso, y el de las luces y sombras del cine “noir”, en una mezcla que no funciona demasiado bien.



    Tampoco me gusta mucho el actor protagonista, Yasushi Suzuki, cuyo histrionismo, me temo, pretendía ser la respuesta japonesa a James Dean (creo que la escena de “Rebelde sin causa”, en la que el chico grita haciendo callar a sus padres, es una de mis interpretaciones menos favoritas de la historia), y la película tiene un ritmo algo irregular, no del todo conseguido, pero me gusta su tono de cine criminal, más tosco y espontáneo que los thrillers de estudio de la Nikkatsu, por ejemplo, y el concepto de huir del archipiélago nipón aprovechando la confusión que crean las Olimpiadas de Tokio. La secuencia final en un barco se adelanta un par de años a un momento similar de “Cortina rasgada” de Hitchcock.



    Curiosamente, Yoshida es un director del que se puede ver con facilidad toda la obra, puesto que Francia, país con el que el cineasta tiene una relación especial al haber rodado allí unos cuantos documentales de arte, editó en su momento la totalidad de sus largometrajes en una serie de packs y ediciones sueltas de la distribuidora Carlotta. En los inicios de Amazon.es los packs se pudieron comprar a precios realmente bajos (sobre todo considerando los precios que se piden ahora). Yoshida no tuvo ningún “hit” en el extranjero, ningún “Imperio de los sentidos” o ninguna “Balada de Narayama”, pero ahí lo tenéis vivito y coleando a los 87 años, y, sobre todo en su primera época, tiene varios títulos verdaderamente notables.
    Última edición por Abuelo Igor; 18/01/2021 a las 01:18
    DrxStrangelove ha agradecido esto.
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  6. #6
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    Predeterminado Re: Nihon Eiga: Cine japonés de ayer y de hoy

    Volviendo a las opiniones sobre el cine japonés, me llamó poderosamente la atención el momento de la última película de Woody Allen, "Rifkin's festival" en el que una ex pareja del protagonista, interpretado por Wallace Shawn, se burla de él por hablar durante una comida de unas películas japonesas que había visto, considerándolo un pedante.

    Si se pone esta escena en el contexto de la película, cuyo elemento más curioso (si fuese malo diría "cuyo único elemento interesante") son los "pastiches" cinéfilos que constituyen los sueños del protagonista, que sueña en los estilos de Buñuel, Renoir, Fellini, Bergman, Godard o Truffaut, se podría considerar que Allen ve a los nipones como una curiosidad poco relevante en el panorama global del cine (aunque no me creo que un aficionado de su generación no valore, por ejemplo, "Rashomon"), pero también creo que Allen, que es un escritor con sus sutilezas, sí que nos caracteriza a Shawn como un pedante que exhibe conocimientos por exhibirlos.

    De la primera película que menciona el personaje, la versión de "47 ronin" (1962) dirigida por Hiroshi Inagaki, menciona a varios de los actores protagonistas (en una película que reunía el star system completo de la Toho), pero obvia al más conocido en Occidente, Toshiro Mifune. De la misma manera, de "Kagemusha" (1980), cita al compositor de la banda sonora y al protagonista, Tatsuya Nakadai, pero "olvida" que la película la dirigió nada menos que Kurosawa.

    Con lo cual no puedo afirmar de manera concluyente que Allen tenga desdén por el cine japonés. El imaginario del cine nipón familiar al cinéfilo occidental está muy vinculado al jidai geki, las películas de época, con lo cual habría sido difícil integrarlo en los recuerdos de un cinéfilo neoyorquino veterano, pero también recuerdo que uno de sus primeros trabajos fue dotar de un doblaje delirante a una película japonesa de espías (mirando en IMDB veo que era "International Secret Police: Key of Keys" (1965), un thriller de espionaje de Senkichi Taniguchi), con lo cual un poco de guasa sí que le debían de inspirar los japoneses.

    Con lo cual sigo indeciso: ¿es el personaje una parodia del cinéfilo pedante que se cree muy guay por saber un montón de datos que a nadie le interesan o realmente piensa Allen que Japón es una cinematografía periférica que no juega en la misma liga que los franceses, italianos o nórdicos?
    javialacarga y DrxStrangelove han agradecido esto.
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  7. #7
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    Predeterminado Re: Nihon Eiga: Cine japonés de ayer y de hoy

    No he visto la película de Allen y no puedo dar una opinión al respecto, pero es posible que simplemente pretenda definir a su personaje y no utilizarlo como álter ego. Aún así me fijaré el día que la vea a ver qué me parece.

    Ahora que mencionas “47 Ronin” de Inagaki, ¿qué tal es esta versión? ¿Se aleja mucho de la obra de Mizoguchi? Lo pregunto porque recuerdo que cuando vi hace años la de Mizoguchi, que es muy interesante, se me hizo un poco pesada por su ritmo y duración. Imagino que el pulso que le toma Inagaki a la película es otro diferente, aunque, que recuerde ahora, solo tengo como referencia la trilogía de Musashi Miyamoto. En cualquier caso la historia de los 47 me parece apasionante y siempre he sentido curiosidad por esta versión.
    Abuelo Igor ha agradecido esto.

  8. #8
    freak
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    Predeterminado Re: Nihon Eiga: Cine japonés de ayer y de hoy

    Cita Iniciado por Abuelo Igor Ver mensaje
    Con lo cual sigo indeciso: ¿es el personaje una parodia del cinéfilo pedante que se cree muy guay por saber un montón de datos que a nadie le interesan o realmente piensa Allen que Japón es una cinematografía periférica que no juega en la misma liga que los franceses, italianos o nórdicos?
    Creo que es difícil interesarme de forma más tangencial que esta en una película que no tenía especial interés en ver. No sé si será suficiente para que la vea, pero lo tendré en cuenta.

    ¿Alguna recomendación de cine japonés contemporáneo al margen de Kitano, Miyazaki, Kore-eda, Kiyoshi Kurosawa, Miike, Mamoru Oshii, Satoshi Kon y Yoji Yamada? Aunque bueno, de Yamada creo que sólo he visto El ocaso del samurái, que en su día me gustó mucho, y de Miike igual he visto sólo Ichi the Killer y Visitor Q que no me hacen mucha gracia, o sea que ni mucho menos conozco sus filmografías...básicamente cualquier recomendación que esté fuera de lo más típico de los cineastas más conocidos y generos más estereotipados (samurais, yakuza, etc) me interesaría...

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