Nosferatu es la cuarta película del talentoso y versado Robert Eggers; el norteamericano quería hacer su propia relectura del clásico insuperable de Murnau (una de las mejores obras cinematográficas de la Historia) y sale más que bien parado de semejante reto.
La cinta que nos ocupa no es perfecta; pero estamos hablando de una obra de arte. ¿Por qué? Porque cada fotograma, cada plano, cada escena, lo es: arte con mayúsculas. Una conjunción sublime entre vestuario, composición, color, literatura, sonido y música.
Sin temor a caer en la redundancia con otras opiniones escritas anteriormente en el hilo, hay que señalar la excepcional dirección de fotografía de Jarin Blaschke y la partitura compuesta por Robin Carolan como las mejores de la cosecha 2024 de largo (al menos, respecto al cine que he tenido oportunidad de ver). El trabajo de Blaschke es antológico y la banda sonora de Carolan (con ecos, efectivamente, de la música compuesta por Kilar para Coppola) funciona a todos los niveles (integración efectiva en la narrativa y pieza musical sobresaliente tomada de forma independiente).
Merece mucho la pena el visionado casi conjunto de la versión de Eggers y Herzog, tan diferentes y, al mismo tiempo, complementarias entre sí. Ambas son impresionistas (mucho más la de Eggers), ambas están llenas de lirismo y de poesía...pero cada una de ellas realiza una aproximación diferente para retratar al conde (en la cinta que nos ocupa es un monstruo terrorífico y en la de Herzog un ser inmortal con sed de sangre mas también cierta vulnerabilidad, por estar harto de la inmortalidad).
Respecto a los personajes, todos encajan perfectamente en la trama y están dotados de tridimensionalidad y complejidad; hay, en resumen, espacio para que el reparto se luzca al completo. Incluido un vilipendiado, injustamente, Taylor-Johnson.
Sin embargo, para mí, quien brilla especialmente es un Nicholas Hoult en absoluto estado de gracia. El británico es un actor que rebosa talento y versatilidad y su labor en Nosferatu es brillante. Pocos actores hay más infravalorados que Hoult en la actualidad, al menos a nivel mediático.
Nosferatu es una experiencia apabullante que hay que visionar, sí o sí, en pantalla grande.