Por cierto, no quiero olvidarme de dos momentos extraordinarios en los discursos:

Patricia Arquette, denunciando la desigualdad salarial en un país tan civilizado y moderno como yanquilandia, entre hombres y mujeres por esa misma razón de sexo.

Iñarritu, denunciando la situación de millones de mejicanos que no ven reconocido su condición de norteamericanos, pese en muchos casos, a llevar años contribuyendo al bienestar económico de EEUU.

Como dicen en mi casa, el dinero y los cojones, para las ocasiones. Que no solo de glamour vive el hombre y la mujer.