Un trabajo que desprende un agradecido aroma clásico (a la estela de las dos entregas de Expediente Warren) y cierto pulso narrativo hasta que en la media hora final Flanagan pierde los papeles y rueda un despropósito tras otro. Pese a todo apunta maneras, creo que es un director a seguir.
Recordatorio para Henry Thomas, el niño ya crecidito de E.T.