El penalty Stallone no lo para realmente, y canta traviata. Le hacen un plano cerradísimo con su cara de Rocky y un balón a dos por hora. Con todo, tiene un encanto ochentero que se le perdona. Pero vamos, es lo peor de la cinta con diferencia.
Eso sí, la película tiene un fallo de los gordos. Antes de decidirse por la patochada de que Stallone se ponga de portero, hay una secuencia en la que tenemos que entender que el tío podría ser un buen portero. Es la única que le justifica. Está hablando al lado de una portería y le empiezan a caer balones medio por azar y Caine, inexplicablemente, repara en él. Pelé incluso le humilla con sus jueguecitos de piernas marcándole un gol e, inexplicablemente también, le dice que "para bien".
Pero lo más inexplicablemente de esto es que en dicha secuencia Sly recibe unos diez balones: ocho son gol y dos le van a las manos. No entiendo, es cómo si el guión dijera una cosa y las imágenes nos dijeran otra. Aquí Huston se relajó demasiado.