Y cuenta con que la de Verhoeven tenía muchas más narices en abordar determinados aspectos de la Norteamérica de los 80 (recordemos en plena era Reagan): la violencia, industrialización, la manipulación mediática, el tráfico de drogas, los sobornos, el inicio de las privatizaciones, hasta el punto en que los ciudadanos vean controlada su seguridad por una "policía privada" en manos de la OCP.
Mientras que Robocop es una película revolucionaria y transgresora, la otra se limita a cumplir como película de acción con los clichés habituales del género tomando algún elemento de la original, pero nada más.