11. THE TRUMAN SHOW (1998, EL SHOW DE TRUMAN (UNA VIDA EN DIRECTO))
Copyright 1998 by Paramount Pictures Corp.
Compañía: Paramount Pictures presents a Scott Rudin production.
Productores: Scott Rudin, Andrew Niccol, Edward S. Feldman, Adam Schroeder y Richard Luke Rothschild.
Guión: Andrew Niccol.
Diseño de producción: Dennis Gassner.
Fotografía: Peter Biziou (en color y formato panorámico (1.85:1)).
Música original: Burkhard Dallwitz y Philip Glass.
Reparto: Jim Carrey (Truman Burbank), Laura Linney (Meryl), Noah Emmerich (Marlon), Natascha McElhone (Lauren/Sylvia), Holland Taylor (La madre de Truman), Brian Delate (El padre de Truman) y Ed Harris (Christof).
Duración: 1 h 38 m 45 s.
No creo que sea coincidencia que dos películas tan aparentemente disímiles como son BLADE RUNNER (1982) y EL SHOW DE TRUMAN (1998) – la primera más bien una distopía y la segunda más bien una utopía (más adelante veremos que ninguna es, en el fondo, lo que aparenta ser) - empiecen de una forma similar: un rótulo en el que se incluye la siguiente leyenda:
- BLADE RUNNER: Los Angeles / Noviembre de 2019
- EL SHOW DE TRUMAN: Día 10.909
Y digo lo de coincidencia porque ambas en realidad proceden de una misma fuente: la obra del autor norteamericano de ciencia ficción Philip K. Dick (1928-1982).
Y es que EL SHOW DE TRUMAN viene a ser una relectura de la primera novela en tapa dura del autor, TIME OUT OF JOINT (1959, TIEMPO DESARTICULADO (EDHASA, Clásicos Nebulae, 1988)).
En dicha novela el protagonista, Ragle Gumm, comparte alojamiento con su hermana, su cuñada y el hijo de éstos.
Su única actividad se circunscribe a rellenar y enviar todas las semanas el formulario de un concurso organizado por un periódico (“¿Dónde estará la próxima vez el hombrecito verde?”), concurso que gana indefectiblemente una y otra vez.
No voy a extenderme más en el argumento de la novela. Pero lo importante y por ello me he referido a ella es que Raggle es, en realidad, el elemento clave que usa el gobierno de los EEUU para evitar una guerra nuclear contra la URSS (aunque no se refiera a ella de manera directa) – la paranoia de la guerra nuclear (así como los escenarios postapocalípticos) forman parte de lo más característico de su obra - porque posee la capacidad de predecir los movimientos tácticos del enemigo con total precisión. Y por ello nuestro protagonista vive en un mundo diseñado en exclusiva para él, donde todo gira en torno a él y donde él se sienta seguro y protegido y así poder realizar su vital misión sin interferencias de ningún tipo. Pero Raggle está empezando a cuestionarse el mundo en el que vive.
Y hasta aquí puedo leer.
Si la similitud entre el guión (original) de Niccol (al que debemos una película tan atractiva como GATTACA (1997)) y la novela de Dick no es evidente me como ahora mismo mi sombrero de Dick Tracy…
Ojo. No estoy hablando de plagio, ni mucho menos, porque además Weir (y Niccol) hablan de muchas otras cosas que no aparecen en la novela de Dick, especialmente la imparable influencia de los medios de comunicación en la sociedad actual así como el carácter de soñador del protagonista que parece acercarlo al George Bailey (James Stewart) de QUÉ BELLO ES VIVIR (1946). O del uso y abuso de la publicidad en la televisión (extrapolable a cualquier otro medio).
Pero desde luego la línea argumental es demasiado similar como para ser una simple coincidencia y más teniendo en cuenta que la obra del prematuramente desaparecido Dick es, con toda seguridad, la más adaptada a la gran (y a la pequeña) pantalla.
De igual manera el personaje encarnado (magníficamente, lo siento, amigo Fletcher) por Jim Carrey nos recuerda al Scottie Ferguson (de nuevo James Stewart) de la obra maestra de Hitchcock (¿de qué me suena este nombre?) DE ENTRE LOS MUERTOS (1958), donde se transmuta el vértigo del protagonista en el miedo al mar (ambos relacionados con dolorosos sucesos).
Y en cuanto a la adecuación de Jim Carrey al personaje (que yo, en términos generales, califico de modélica – de nuevo remito a una película posterior del actor, la extraordinaria MAN ON THE MOON (1999) del recientemente fallecido Milos Forman, donde el actor hace una caracterización asombrosa del famoso cómico Andy Kaufman - ) ya el propio título de la película nos da una pista del por qué de su elección.
Leámoslo con lentitud: EL SHOW DE TRUMAN.
O sea, como el show de Lucille Ball o el show de Carol Burnett (por cierto, qué bonitos recuerdos me trae esta serie de mi infancia…).
Vamos, que la propia palabra lo dice. Es el show de Truman ergo El show de Carrey.
He ahí la cuestión.
Y coincido en que todos los actores están muy bien, especialmente Laura Linney como la esposa de Truman y Noah Emmerich como su mejor amigo. Y aunque a mí si me gusta Natascha McElhone (tanto como actriz como mujer – la encuentro francamente hermosa - ) coincido en que el personaje no encaja bien en la historia (y ese final con ella corriendo en busca de Truman es ciertamente chirriante). Sí estoy con mad dog earle en que el Christof (por cierto, nada sutil el nombre) encarnado por el siempre excelente Ed Harris (al que creo que volveremos a ver en la última película – hasta hora – del director objeto de la presente revisión) me parece un tanto excesivo, una especie de Dios celoso que pone a prueba a su hijo favorito y al que trata de una forma ambigua (por una parte dice protegerlo del mundo hostil en el que se ha convertido nuestro planeta - ¡qué diríamos ahora! – (apunte para tomaszapa: “Wild World” del LP de Cat Stevens “Tea for the Tillerman” (1970)) y por otra parte se aprovecha de esa falsa realidad en la que ha vivido Truman (y no lo olvidemos todos los que comparten esa fantasía con él) para hacerse inmensamente rico e inmensamente popular – no sé en realidad qué es lo que más valora Christof).
Tal vez nos puede parecer extraño o incluso inverosímil que un programa pueda mantenerse durante tantos años y con unas audiencias tan brutales. Sin embargo, como bien dice Christof al principio de la película – y una de las claves para entender la misma – es que la vida de Truman pese a ser simulada es REAL.
- Por cierto, el tema de qué (o quién) es real es uno de los tratados por Philip K. Dick a lo largo de toda su bibliografía… -
Quizás me cuestiono alguna de las ideas del guión de Niccol o de la relectura elaborada por Weir acerca de la forma en la que Truman se va dando cuenta poco a poco de las cosas, algunas de ellas, como el del personaje del padre o de su antigua novia, ciertamente traídas por los pelos.
Igualmente el personaje encarnado por Ed Harris alterna escenas magníficas (bien escritas y bien interpretadas – como cuando se dirige por primera vez a Truman como si fuese Dios hablando con uno de los profetas - ) con otras en las que el personaje se me hace demasiado cargante, con una pose de alguien por encima del bien y del mal, que no admite (ni perdona fallos) y que se cree un auténtico genio.
El final, aparentemente feliz, con Truman volviendo al mundo real (aunque en realidad nunca formó parte de él) y el reencuentro con su antiguo amor no lo es tanto si pensamos que, una vez fuera del programa que le ha convertido en una estrella a nivel mundial, su futuro es, cuando menos, incierto.
E igualmente brutal es que después de tantos años de emisión continua y formando parte Truman de la familia de los millones de seguidores de la serie, tan pronto como consigue su libertad es rápidamente olvidado como si nunca hubiese existido. Yo diría que es un final absolutamente terrible.
Sin duda, una película que no ha perdido un ápice de interés y uno de sus títulos más atractivos dentro de su etapa norteamericana.
Y todo un clásico del cine de ciencia ficción, diría yo.
Feliz noche y, por favor, no cambien de canal.
Por si no nos vemos luego: ¡buenos días, buenas tardes y buenas noches!.
![]()




LinkBack URL
About LinkBacks

) DE ENTRE LOS MUERTOS (1958), donde se transmuta el vértigo del protagonista en el miedo al mar (ambos relacionados con dolorosos sucesos). 

Citar