O sea, la segunda entrega dedicada al personaje de la vampira (que no vampiresa) Carmilla.

Una película, como DRÁCULA VUELVE DE LA TUMBA, que debería haber sido dirigida por el maestro (léase Terry Fisher) si no hubiese sufrido dos accidentes de tráfico consecutivos ¡y en la misma pierna!

No recuerdo haberla vista nunca.

Para mí la mejor de las tres es la primera, THE VAMPIRE LOVERS (1970), de Roy Ward Baker, que ese mismo año estrenó también LAS CICATRICES DE DRÁCULA (1970) y que es continuación directa... ya la última... de EL PODER DE LA SANGRE DE DRÁCULA...

Tampoco estaba mal DRÁCULA Y LAS MELLIZAS [en realidad GEMELAS] (1971), de John Hough, con las playmates Madeleine y Mary Collinson.