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Tema: Revisitando a Ingmar Bergman

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  1. #11
    A.K.A. Jane Austen Avatar de Jane Olsen
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    Predeterminado Re: Revisitando a Ingmar Bergman

    Revisada El séptimo sello.

    No es mi intención hacerme un ciclo exhaustivo de toda la filmografía de Bergman, como estáis haciendo vosotros, pero me gustaría ver al menos las tres o cuatro a las que les tengo más ganas. Aprovechando que es la última o de las últimas que habéis estado comentando y que es la única que tengo en casa, le he pagado un repaso.

    Poco más puedo añadir a los excelentes comentarios que se han hecho ya aquí de esta película (que tendré que volver a ver, porque aún la estoy digiriendo y es de ésas que te dejan, no ya con el culo torcido, sino directamente fuera de la geometría euclidiana).

    Siglo XIV. Un caballero, Antonio Blöck, regresa a su Suecia natal de las Cruzadas con su criado Juan, y se encuentran un país medio desierto, arrasado por la pobreza y la peste negra, minado por la ignorancia y la superstición y en el que las gentes parecen vagar sin rumbo ni objetivos claros. Antonio y Juan se encontrarán con una serie de singulares personajes en su peregrinar: un artista (que dice la que sin duda es la mejor frase de toda la película, y la que parece resumir el espíritu que preside la misma: "una calavera es más interesante que una doncella desnuda"), un pequeño grupo de cómicos de la legua (formada por la familia de José -un tipo con extrañas visiones-, María -que tiene la otra mejor frase de la película, "a la gente no les gustan las personas con imaginación"-, su pequeño hijo Miguel y Jonás, el director), Raval, un sacerdote renegado (que fue el que convenció a Antonio de que se fuera a las cruzadas, y que ahora se dedica a desvalijar casas de muertos por la peste), una misteriosa muchacha a la que Juan salva de ser violada por Raval, y cuya identidad y pasado no se revelan en toda la película (¿un ángel, un demonio..?), un monje que parece representar a la religión institucionalizada, que no sale muy bien parada, por cierto, una chica a la que acusan de brujería y a la que van a quemar viva (con el pelo casi rapado, harapienta y flaca, recuerda a las presas de los campos de concentración nazis, y que da la impresión de sufrir algún tipo de trastorno mental), un predicador exaltado que igualmente parece trastornado, Plog, un herrero cuya esposa Lisa/Cunegunda se ha fugado con Jonás (lo que da lugar a la única escena ligera y cómica de la película, el divertidísimo duelo de insultos entre Plog y Jonás), la esposa de Antonio, Karin (muy distinta de todas las otras mujeres que salen en la película: de pelo oscuro y largo y ojos grandes casi parece una de las vampiras del castillo de Drácula), y a la que abandonó cuando estaban recién casados para irse a las Cruzadas...y la mismísima Muerte... Cada uno de estos personajes, imbuidos en un mundo tenebroso y caótico, donde el Apocalipsis parece inminente, y lo único que falta por abrirse es ese séptimo sello tras el cual lo único que parece haber es el secreto de los secretos, la muerte misma, tendrá una particular visión de los acontecimientos y del mundo que les ha tocado vivir.

    No sólo Bergman parece trazar, con colores sombríos, un fresco medieval, sino que parece utilizar ese fresco para plantear una serie de cuestiones existenciales que parecen asolar a todo el mundo, y para las cuales, no hay respuesta, como no la encuentra Antonio, el personaje que sirve de hilo conductor a esta especie de carnaval angustioso y alucinante. Un mundo que no sólo es una danza macabra al estilo de las procesiones medievales y las vanitas, sino una baraja de Tarot, -dejando aparte el evidente simbolismo del ajedrez- con juglares y muertes, carros y caballeros, damas y ajusticiados, monjes y locos. No sólo cuestiones como la muerte, la vida, el sentido de la existencia y el qué hay detrás, sino el destino mismo, y si se puede escapar de él, o incluso llegar a comprenderlo, son las cuestiones que Bergman pone sobre la mesa.

    Antonio (Max von Sydow) y Juan son verdaderamente los personajes que sostienen la película. Antonio parece uno de esos jóvenes existencialistas, espirituales y atormentados precursores de la contracultura de los años 60. Si esta película se hubiera hecho recién acabada la segunda guerra mundial o la guerra de Vietnam, resultaría mucho más comprensible. Es un idealista, con cierta aureola mesiánica (es muy significativa la escena en que él y Juan se refugian en una iglesia y la cámara muestra un primer plano de la cara de Antonio y a continuación, de un Cristo crucificado que se le parece mucho: la agónica expresión del Nazareno parece reflejar la del atormentado caballero).







    Aunque todos los actores hacen un buen trabajo, Sydow descuella por encima de todos, llevando sobre sí la mayor parte del peso de la película, si bien hay un par de momentos en que sobreactúa bastante.

    Su criado Juan (Gunnar Bjönrstrand) es por el contrario un pragmático, un vive el día, un sensualista. También tiene miedo a la muerte, y se plantea en su fuero interno seguramente las mismas preguntas que su amo, pero se hace el fuerte. Lo suyo sería el "Carpe Díem". No entiende los ideales de su amo, ni las pregunta que se hace. Acaso porque prefiere no pensar en ellos.

    A ellos se opone la figura de la Muerte (Bengt Ekerot), una de las presencias más icónicas y memorables del cine, sin duda muy influenciada por la visión que de este mismo fénomeno se hace en Las tres luces, de Lang (donde es interpretada por Bernard Goetke, de una manera que recuerda mucho a lo que hará aquí Ekerot), pero añadiendo cierta veta sarcástica, aunque sin crueldad. La Muerte no tiene respuestas para las preguntas que quiere hacerle (y hacerse, en realidad) Antonio (y que todos nos hacemos), pero su presencia ahí nos recuerda que precisamente las dos únicas cosas ciertas de este mundo son la vida y la muerte, y que en ellas es donde vamos a pasar el resto de nuestras existencias.

    Como trasfondo a todos ellos sirve un pueblo prosaico, casi brutal, grosero, sin objetivos, sensual y a la vez supersticioso, una Iglesia que más sirve para atormentar aún más a los vivos que para ofrecerles consuelo espiritual, y que sólo vive, en realidad, para satisfacer a sus propios intereses, y una nobleza ausente, que no parece atender a su tarea de gobernar a aquel ganado (¿acaso han muerto todos de peste, o en las Cruzadas..?).

    La visión de Bergman de todo este panorama es oscura y tétrica, vital y esperanzada, existencialista y a la vez, vagamente optimista, poética y cruel. Arquetípica casi, del mismo modo en que todos esperaríamos que fuera, pero enteramente personal. Parece decirnos que la muerte es inevitable, y que no hay respuestas para las preguntas trascendentales que todos nos hacemos, que ni la religión ni la filosofía tienen la solución; pero que la vida sigue pese a que todos los días hay gente que muere. Esta parece ser la conclusión final cuando la familia de José (única nota algo más positiva y esperanzada en este mundo tan sórdido, con su mezcla de naturalismo poético y sencillez casi espiritual; no he dicho casi nada sobre ellos, pero, al margen de su apariencia casi religiosa, a buen seguro que Bergman se conocía al dedillo obras como el Macbeth y el Hamlet de Shakespeare, y el capítulo del Auto de las cortes de la muerte del Quijote) cuando ven alejarse en el horizonte a la Muerte y a todos los amigos suyos a que se ha llevado a bailar su danza macabra y eterna.

    Hemos mencionado aquí la influencia de Murnau y Lang, también de Sjöstrom. Habría que mencionar también la de Kurosawa: tanto estilísticamente como por las cuestiones que trata, esta película me ha parecido muy deudora de Rashomon, con ese bosque poético y a la vez fatal donde un destino aciago parece aguardar a los personajes -de distintos estratos sociales, como los del filme sueco-, y el mensaje de vaga esperanza que se perfila al final de ambas.

    Una película imprescindible.
    Última edición por Jane Olsen; 13/09/2015 a las 21:57
    "People believe my folderol because I wear a turban and a black tuxedo [...] We're in show biz! It's all about razzle-dazzle. Appearances. If you dress nice and talk well, people will swallow anything."

    "Waving the flag with one hand and picking pockets with the other: that's your patriotism. Well, you can have it." Alfred Hitchcock's Notorious.


    "Listen to them... Children of the night! What music they make..!"

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