Yo reivindico Pactar con el diablo como placer culpable de esos, pero vamos, que como película sigo pensando que le sobra mucho metraje y el ritmo no me convence.
Eso sí, reconozco que, leído también el libro en que se basa, la película propone muchas soluciones interesantes, sobre todo en el final, que en el de la novela es de verguenza ajena y el de la película, bastante más ingenioso.
Respecto a la indefensión de Rosemary, no hay que olvidar que ella está rodeada por una secta. Su comportamiento no difiere del de otras personas seducidas o en el punto de mira de las sectas, componente sobrenatural aparte: lo primero que se hace es atraer con mucho cuidado y mucha psicología (esos cuidados de los Castevet por Rosemary) y luego, aislar a la persona de su círculo de amistades y familia (de nuevo, vemos como Rosemary se aleja de Hutch, de sus amigas y de su familia y de sus propias creencias anteriores). Al final, ya ni sales a la calle sin su permiso y vigilancia, y todo lo que haces y dices está condicionado por tu pertenencia a un grupo que ejerce enorme presión sobre ti y que controla cada aspecto de tu vida.
La verdad es que, como digo, más allá de que la temática satánica sea real o no, el comportamiento y forma de obrar de los Castevet y su grupo se ajusta bastante a la realidad en esos casos, y la indefensión de Rosemary, cada vez más aislada, también.
Por cierto que Mía Farrow, cuando fue a cortarse el pelo por
Vidal Sassoon para la película, estuvo rodeada por una corte de periodistas pidiéndole declaraciones, a lo que ella les recriminó que qué demonios hacían allí perdiendo el tiempo con chuminadas, en vez de dedicarse a cosas importantes
