Los de Jot Down explican el tema con un salero...

Érase una vez en América (1984)

—La idea prometedora: El retorno a lo grande del maestro Sergio Leone.
—El problema: Los productores no entendieron nada y la retocaron, provocando la perplejidad del público.
—Se la recordará por: Ser una de las obras maestras de su director y una de las mejores películas de aquella década.

Nada podía fallar. El gran Sergio Leone volvía a colocarse tras las cámaras, para filmar una historia de gangsters con Robert De Niro en el papel principal. Los ejecutivos del estudio debieron haber sabido con quién trataban cuando contrataron a Leone, que nunca se había caracterizado por la concisión narrativa. Y cuando Leone les mostró una película terminada de casi cuatro horas de duración y compuesta de saltos temporales, ninguno de ellos entendió nada (aún faltaban diez años para Pulp Fiction) y básicamente entraron en estado de pánico.

Poco importó que el material entregado por Leone fuese increíblemente brillante: ni se les pasaba por la cabeza que el público fuese a entender más de tres horas seguidas de flashbacks. En una decisión asombrosamente estúpida y para disgusto del director, hicieron un nuevo montaje del film, reordenando las secuencias temporalmente y eliminando unas cuantas de ellas. Todo, se suponía, para que la audiencia estadounidense pudiese entender la película. Aquella chapucera remezcla fue lo que estrenaron en EE. UU. ¿El resultado? Que la audiencia no entendió absolutamente nada del nuevo montaje y el film perdió casi 30 millones de dólares a causa de su flojísima taquilla allí. De hecho, muchos espectadores norteamericanos pensaban que la película era un bodrio (y de hecho el montaje estrenado en aquel país lo era) pero se sorprendieron años más adelante cuando se comercializó en EE. UU. la versión original y descubrieron que no solamente sí se entendía perfectamente, sino que además, ¡era una obra maestra!